Debido al estado de emergencia, César Lee tuvo que paralizar sus proyectos comerciales y particulares. Sin embargo, como la arquitectura y el interiorismo viven en su ADN, simplemente no pudo parar. Fue así que retomó la más íntima de sus obras: su propio departamento.
Por Jimena Salas Pomarino
Retrato de Diego Montoya / Fotos de Renzo Rebagliati
Cuando todo el mundo se detuvo, él eligió continuar. Tenía que seguir creando, no perder el hilo de lo que estaba haciendo a nivel de diseño interior. Así, el departamento en el que vive hace casi dos años se convirtió en el lienzo sobre el cual plasmar su ingenio y arte durante el confinamiento.
El arquitecto César Lee tiene un departamento de ciento sesenta y tres metros cuadrados. Es ahí donde duerme, trabaja y comparte tiempo con su hija, quien, si bien no vive con él, suele quedarse a dormir, por lo que tiene una habitación acondicionada según su edad, gustos y necesidades. En otras palabras, este no es un departamento de soltero, pero tampoco una casa familiar: es un hogar moderno, adecuado a los requerimientos de quienes lo habitan. Tal como deben ser pensados los espacios, según la filosofía del mismo Lee.
Comenzó por reorganizarlo todo: replantear sus propios ambientes sobre la base de la nueva normalidad, priorizando el confort y la calidad de vida. El recibidor, un área que ha cobrado absoluta importancia en este tiempo, divide las dos zonas principales: una social, que incluye la cocina abierta, la sala y el comedor; y otra privada –con colores y mobiliario más cálidos–, que abarca la sala de estar, el estudio de Lee y los dormitorios de él y su hija. Los materiales empleados, las luminarias y la disposición de los elementos se centran en una sola idea: vivir en bienestar, sin la mínima sensación de encierro.
Transformando lo cotidiano
Las paredes de la sala están enchapadas con listonería de madera oscura, mientras que en otras zonas los muros han sido tapizados en gris o pintados de verde militar. Todo esto contribuye a crear la sensación de calidez mediante la luz indirecta, focalizada con dicroicos o complementada con dimmers para graduar la luminosidad.
“Me gusta que el haz de luz sea puntual, que no abarque tanto, para generar un ambiente más escenográfico”, acota Lee. Además, los neones en anaranjado intenso –inspirados por las exploraciones de sus proyectos comerciales– no solo dotan de unicidad al espacio, sino que lo hacen multifuncional: acogedor para determinadas circunstancias y lúdico para otras. En las sillas y bancas predomina el metal, lo que brinda un toque industrial y muy moderno a la sala y el comedor, mientras que la cocina tipo americana coquetea con lo vintage en las baldosas y con la balanza de mercado que se roba todo el protagonismo.
De otra parte, para unir el interior y el exterior de manera visual y espacial, la principal estrategia es la inclusión de vegetación en diferentes puntos. “Yo nunca me he sentido atrapado ni agobiado durante la cuarentena, porque siento que estoy adentro y afuera, gracias a las plantas”, señala. Esto, sumado al juego de materiales como metal, madera, piedra y tejidos, y a las combinaciones posibles de luz, revitalizan y armonizan. Pero, sobre todo, jamás aburren.
La terraza, enchapada en baldosas artesanales de color celeste y blanco, cuenta una historia completamente distinta. El contraste con las tonalidades oscuras impresiona, aunque también prepara la vista para los detalles excéntricos. El objetivo es que cada espacio genere una sensación e invite a experiencias distintas. Esta fórmula refleja la intención de César Lee en cada uno de sus proyectos: despertar emociones diversas y transmitir la esencia de sus clientes sin imponer límites, para que los espacios hablen por sí solos.
La mirada interior
César Lee es consciente de que el teletrabajo es una tendencia que llegó para quedarse. Además, sabe que, como la gente se ha dado cuenta de que va a pasar mucho más tiempo en casa, es más importante que nunca crear espacios armoniosos. “Dado que la realidad es que gran parte de los departamentos son pequeños, la ventilación y una buena iluminación son elementos fundamentales para una buena calidad de vida y confort”, apunta.
Además, desde su mirada como arquitecto, Lee ve una oportunidad para la ciudad, actualmente superpoblada y con todos los servicios centralizados. “Muchas familias se han mudado a sus casas temporales de playa o de campo. Esto ayudará a que no haya tanta densidad en las ciudades y que se deje de diseñar solo hacia arriba, con tantos edificios”, asegura. El desarrollo de viviendas más amplias, de preferencia, en zonas aireadas como el campo o la playa, abrirá nuevos caminos para la creación. Pero, principalmente, nos hará replantear la mirada sobre los entornos que habitamos también en las zonas urbanas, siempre en busca de calma y libertad.
Artículo publicado en la revista CASAS #284