Lima 4.0 es, al mismo tiempo, un proyecto de tesis de maestría y una propuesta para proteger y poner en valor el histórico valle de Lurín, hoy amenazado por la acelerada e incontinente expansión urbana de nuestra capital. A través de estructuras elevadas que conversan con el paisaje natural, y que incluyen tres edificios con funciones complementarias que crean un sistema circular para la educación, producción y el consumo de alimentos, Lima 4.0 pretende generar el renacimiento agrícola del valle mediante la participación de la comunidad.
Por Edmir Espinoza / Ilustración de Erick Baltodano
Alkisti Volonasis y Romila Strub son dos jóvenes arquitectas y urbanistas que llegaron al Perú para estudiar durante dos meses la fragilidad territorial y la destrucción de los paisajes naturales de nuestra capital a causa de la urbanización, con la idea de encontrar fórmulas para restablecer la relación con los alimentos frescos y locales en las megaciudades. El resultado de esta corta pero intensa búsqueda es Lima 4.0, su proyecto de tesis de maestría en la universidad Politecnico di Milano, que propone la puesta en valor y protección del valle de Lurín, un área que ha jugado un fuerte papel en la agricultura a lo largo de la historia peruana y que hoy es amenazada por la expansión urbana de la ciudad. En este contexto, Lima 4.0 plantea una serie de soluciones arquitectónicas que pueden preservar y fortalecer el valor de este paisaje agrícola en el contexto de la sociedad urbana contemporánea.
De acuerdo con sus autoras, Lima 4.0 es una propuesta que se inserta como una zona de amortiguamiento que podría ayudar a prevenir una futura urbanización y, al mismo tiempo, actuar como una nueva centralidad para los limeños y la comunidad local.
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–¿Cómo nace la idea de hacer su proyecto de tesis sobre arquitectura y urbanismo en Lima? ¿Qué referencias tenían del contexto urbano de la ciudad?
Alkisti Volonasis: La idea de hacer el proyecto en Lima nació de una serie de diferentes estímulos a los que estuvimos expuestas. Sabíamos que la economía del país ha ido creciendo en los últimos años, creando una importante movilidad social, al igual que Lima es una de las megaciudades más grandes del mundo y que está sufriendo una intensa urbanización que ha privado a la ciudad de gran parte de su territorio natural. Teniendo eso en cuenta, un día discutimos cómo, a medida que las ciudades crecen debido a la urbanización, los alimentos frescos se mueven cada vez más fuera de la ciudad, lo que genera problemas financieros, ambientales y sociales.
Romila Strub: Fue a partir de estas reflexiones, sumadas a las referencias que teníamos de las ricas prácticas agrícolas tradicionales del Perú y a la reciente y rápida urbanización de Lima, que nos preguntamos cómo podríamos restablecer la relación con los alimentos frescos y locales en las megaciudades, no solo para el bienestar de la población, sino también por el del planeta. Fue cuando decidimos que Perú, Lima más específicamente, sería el entorno ideal para estudiar el tema de fragilidad territorial y la destrucción de los paisajes naturales por la urbanización. Más tarde, el profesor José Canziani Amico, de la PUCP, quien aceptó ser el supervisor de nuestro proyecto en Lima, fue quien nos presentó el valle de Lurín, que eventualmente se convirtió en el sitio de nuestro proyecto.
–¿Qué les sorprendió del modelo urbanístico en Lima, sus procesos de expansión y urbanización?
A.V.: Nos sorprendió sobre todo la falta de espacios verdes públicos. La rapidez de la urbanización se hizo evidente por la falta de espacios públicos y verde natural. Sabíamos por nuestros estudios que en muchos países de América Latina hay un gran contraste entre los barrios más ricos y los más pobres, y que las comunidades cerradas son algo común. Sin embargo, fue la primera vez que entramos en contacto con este modelo urbano. Otra cosa que nos sorprendió de Lima fue su gran escala y la falta de una planificación urbana organizada, resultado de la migración interna y externa.
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Sin embargo, es un tema complicado y todos los países enfrentan problemas similares en mayor o menor medida.
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–¿En qué se basó la elección del valle de Lurín como el centro de su proyecto?
R.S.: El valle de Lurín es una zona que ha jugado un papel importante en la historia de la ciudad desde su misma creación; es uno de los sitios donde las civilizaciones antiguas eligieron asentarse por la cercanía al río Lurín. Cuando visitamos el Santuario de Pachacámac, conocimos su importancia para la cultura peruana. Sin embargo, también experimentamos los efectos devastadores que la urbanización está ejerciendo en la zona: las áreas verdes están siendo encerradas detrás de muros privados, los sitios arqueológicos están siendo invadidos por asentamientos informales y el valle natural está destinado a la misma suerte, a menos que se encuentre una solución para contrarrestar esta amenaza. Hasta ahora, el enfoque ha sido construir muros para prevenir la invasión de asentamientos informales. Pero esta separación entre patrimonio y comunidad carece del compromiso necesario para que las personas se apropien de su valor cultural.
–En este contexto, ¿cuál es la propuesta del proyecto Lima 4.0 para proteger el valle de las amenazas de la urbanización y fortalecer el valor de su paisaje agrícola?
R.S.: El proyecto no busca una solución ideal para la agricultura periurbana en la ciudad de Lima. Su objetivo es crear un renacimiento agrícola mediante la participación de la gente y la sensibilización. Es un llamado a la acción para crear una nueva centralidad para la ciudad, dedicada a la creación de conocimiento sobre los alimentos. Si es aceptado por la comunidad local y los visitantes diarios, puede animarlos a actuar juntos y generar un cambio.
–¿Por qué es tan necesario convertir el valle de Lurín en una nueva centralidad de Lima?
A.V.: El hecho de que Lima se esté expandiendo hacia el sur significa que, en el futuro, el valle de Lurín será parte de la ciudad y no solo su periferia. Con una buena conectividad y movilidad, es posible que el valle se convierta en una de las nuevas centralidades de la ciudad del futuro, de la Lima 4.0, y lo que buscamos con este proyecto es encontrar fórmulas para que esto suceda conservando el carácter natural del valle y respetando su patrimonio.
–¿Qué importancia tiene para Lima 4.0 involucrar a la comunidad en este proceso de transformación del valle?
R.S.: Es fundamental. A diferencia de muchos proyectos de agricultura urbana, que miden su éxito en términos de rendimiento agrícola, la ambición de Lima 4.0 es crear conciencia del valor cultural de este fértil valle en la comunidad local y en sus visitantes diarios. Cada componente arquitectónico del proyecto, desde los edificios hasta la plataforma y los árboles, contribuye a la visión general de la creación de conocimiento. Esto se ve reforzado por la experiencia de un museo, que estimula la curiosidad del usuario y lo impulsa a recorrer el espacio. Finalmente, el objetivo de Lima 4.0 es crear un renacimiento agrícola mediante la participación de la gente y la sensibilización.
–Una particularidad del proyecto son las estructuras arquitectónicas elevadas. ¿Qué se persigue con este diseño?
R.S.: Aunque se eleva por respeto al paisaje natural, la arquitectura de Lima 4.0 trabaja con conexiones, alturas variables y aperturas para establecer una interacción lúdica con él. Esto se puede ver en los Attractor Points, ubicados a lo largo del proyecto que, como lo sugiere su nombre, involucran a las personas y las llevan a explorar el espacio a través de la experiencia de la deriva. Creemos que la clave para crear conciencia sobre un tema es involucrarlos y hacer que se apropien personalmente del tema como suyo. Estamos convencidas de que este proyecto no tiene fin, ni puede describirse como completo. Más bien, es el punto de partida de una exploración muy interesante.
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Quizá Lima 4.0 no se haga realidad nunca y se convierta en un proyecto más que intenta, sin suerte, transformar a nuestra ciudad en un lugar más amable y resiliente. Sin embargo, son iniciativas e ideas como esta, que persiguen soluciones innovadoras a contextos apocalípticos, las que deberán ser aplicadas más temprano que tarde. Porque algún día debemos caer en cuenta de que el modelo actual de expansión urbana de nuestras ciudades, desordenado, informal y acelerado, solo nos llevará a la ruina.
Artículo publicado en la revista CASAS 288