Los proyectos que han sido reconocidos por el Premio Oscar Niemeyer 2020 proponen un camino revolucionario: escuchar las necesidades de la gente y del contexto.
Por Laura Alzubide
“A pesar de que en muchos países latinos hay crisis, es evidente que la arquitectura iberoamericana no está en crisis”, sentenció Eduardo Souto de Moura hace algunos años, durante la X Bienal de Arquitectura y Urbanismo de São Paulo. Las bienales son un buen termómetro del estado de la arquitectura de nuestro continente, que en los últimos tiempos se han erigido en foros de debate que, más allá de las discusiones de corte teórico o formal, proponen trabajar en conjunto para buscar una solución a los problemas de hábitat del territorio. El Premio Oscar Niemeyer, organizado por la Red de Bienales de América Latina (Redbaal) desde 2016, es una buena muestra de este nuevo enfoque.
El galardón, que se otorga cada dos años a una obra construida de carácter ejemplar, ya ha reconocido proyectos como el Lugar de la Memoria, del estudio peruano Barclay & Crousse, y el Centro Cultural Teopanzolco, de los mexicanos Isaac Broid + Productora. El pasado mes de noviembre, en su tercera edición, el Premio Oscar Niemeyer se concedió a la Nueva Municipalidad de Nancagua, de Beals Lyon Arquitectos, de Chile. “El proyecto supera con gran creatividad la mera solución funcional del programa de la municipalidad, proponiendo un espacio público central muy bien confinado, que conecta la ciudad con el parque”, declaró el acta del Comité Internacional de Jurados, conformado por Diane Gray, César Shundi Iwamizu, José Luis Cortés, Juan Articardi, Isaac Broid y Carlos Bedoya.
Cabe destacar la calidad del resto de los proyectos que fueron reconocidos por el Premio Oscar Niemeyer. El segundo lugar fue para el Hospital Público de Urgencias, de SPBR Arquitetos (Brasil), y el tercero, para el Aulario de la Universidad de Piura, de Barclay & Crousse (Perú). Las menciones de honor se las llevaron la Capela Ingá-Mirim, de Messina Rivas Arquitetura (Brasil); la Escuela Rural Productiva, de Bachillerato Rural Digital No. 186 + Comunal (México), y el Edificio Bonpland 2169, de Adamo Faiden (Argentina). Todos ellos proponen un camino revolucionario: escuchar las necesidades de la gente y del contexto. La práctica que guía a la más reciente arquitectura de América Latina.
Fotos: cortesía de la Redbaal
Artículo publicado en la revista CASAS #288