En este proyecto de Tacar Constructores, el arquitecto David Mutal da rienda suelta a su imaginación y propone un diálogo permanente entre los diferentes espacios. Un sistema de escaleras y un puente de vidrio que cruza toda la casa revelan una idea de permanente fluidez y transmiten una sensación de movimiento.
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Fotos de Juan Pablo del Rosario y Per Tomas Kjaervik

La Casa Graña, en San Isidro, es la primera residencia exclusiva que Tacar Constructores realiza para venderse lista para habitar. “La idea de construir una casa premium lista para su entrega viene de la observación de otras ciudades, donde es muy normal que la gente prefiera optar por una residencia ‘llave en mano’, y así ahorrarse los dos o tres años que puede demorar encontrar un terreno, buscar a un contratista y un arquitecto, y hacer las modificaciones que se crean convenientes”, explica Carlos González, gerente de Tacar Constructores, quien cree que una casa no se puede vender si no está terminada.

El empresario concibió el proyecto desde el confort y la funcionalidad, pero con un importante acento en la arquitectura. Por eso se la encargó a David Mutal, a quien le dio plena libertad para diseñar hasta el último detalle, teniendo en cuenta las prestaciones del terreno. Así, nada más entrar, la sensación de fluidez y ruptura con el exterior se hace evidente. Bajo los techos altos, materiales como el concreto caravista, el mármol, la madera, el metal y el vidrio se revelan como piezas de un rompecabezas que evoca amplitud, transparencia y movimiento.

Mutal explica que la idea nació de un dibujo que hizo en uno de los bocetos preliminares del proyecto, en el que un equilibrista se sostenía sobre una delgada cuerda. “Me imaginé un espacio muy fluido horizontal y verticalmente en las áreas sociales, donde tienes la sensación de moverte como volando. Y lo que hicimos para generar esa fluidez fue agrupar los espacios abiertos y transparentes en el corazón de la casa, y llevar los espacios más cerrados hacia los extremos”, explica.
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El arquitecto cuenta que, desde el principio, la intención era poder cruzar la casa “entre vistas y vacíos”, y así evitar la sensación de espacios estancos y quietos. Para ello, era necesario lograr la unión de dos espacios de doble altura –el estudio y la sala principal–, pero en diversos niveles y separados por un sistema de escaleras, un puente de vidrio, y una biblioteca interminable. “Hay esta idea de cruce, de pasaje y de encuentro a la vez.
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De transparencia, pero a la vez de independencia. Y en esta idea de fluidez y de comunicación con el exterior, el jardín, la piscina y la naturaleza juegan un papel esencial”, explica Mutal.

Sin embargo, había también la idea de crear un espacio de abstracción. “Si bien teníamos la intención de abrir el espacio y de relacionar la parte de adelante con la de atrás, también queríamos crear una ruptura con el espacio de ciudad a través de un patio hundido y la vegetación. No es una casa encerrada en sí misma, porque desde dentro ves no solo el jardín, sino parte de la ciudad, y los movimientos de atrás hacia adelante y viceversa te conectan con todo ello”, comenta Mutal, quien refiere que la elección de cada uno de los elementos de la casa tiene una razón de ser. “El árbol, el muro de plantas, el tipo de hojas o las alturas de las palmeras son pautas que formaron parte de la arquitectura y que fueron desarrolladas con el objetivo de acentuar aún más la sensación de libertad y de estar en permanente contacto con el exterior”.

La experiencia está en los detalles

En este proyecto de Tacar Constructores, cada detalle está donde debe estar. Y al mismo tiempo, persiste la sensación de ir descubriendo nuevos espacios y elementos, en un viaje tan intuitivo como sensorial. Así, el baño de visitas, la cava, la chimenea y los muebles se presentan como elementos específicos, que concentran el concepto de diseño del proyecto y permiten insertar, dentro de una totalidad fluida y transparente, una escala micro que enriquece la experiencia de diseño. “Creo que un elemento decisivo del diseño de la casa, más allá de la misma arquitectura, es la forma en que se empatan unas cosas con las otras. La suma armónica de detalles hace que todo fluya y te acompañe a través de micromomentos en los que puedes ver cómo están hechas las cosas y cómo se concatenan unas con otras”, subraya Mutal.

En este sentido, los materiales, táctiles y de origen natural, y la paleta de colores que conforman juegan un rol fundamental. La madera, el concreto en crudo, el vidrio, elementos metálicos y dos tipos de mármol: uno egipcio con acabado rugoso y otro verde, procedente de Grecia, se conjugan y equilibran entre sí. En cuanto a la ingeniería, la cereza del pastel de este proyecto, fue obra de Tacar Constructores. “Nosotros nos hemos encargado de dotar a la casa de toda la automatización necesaria: desde ventanas y persianas eléctricas, modos de iluminación con temporizador, un sistema de climatización silencioso y un ascensor de última generación que conecta los cuatro niveles”, revela González.

La Casa Graña es el resultado de la sociedad entre un constructor con las ideas claras y un arquitecto que intuye a cada paso las necesidades, emociones y pensamientos de quienes ocuparán el lugar. Cada detalle está diseñado en función de las palpitaciones de un cliente teórico, pero invisible, que solo pide el lugar perfecto para habitar.

Artículo publicado en la revista CASAS #295