PARQ, el estudio integrado por Roxana Paniagua, Lorena Piana y Mirella Gonzales Orbegoso, ha desarrollado un proyecto que combina las pasiones del cliente: piezas antiguas con obras de arte contemporáneo. Una casa donde conviven el presente y el pasado.
Por Gonzalo Galarza Cerf / Fotos de Gonzalo Cáceres Dancuart
Quizá decir que el propietario es un coleccionista de piezas antiguas sea reducir esa pasión desmedida que lo lleva a tener piezas de lo más variadas, desde unas hélices de avión hasta distintos tipos de moledoras de café. ¿Qué se lleva a su nueva casa un ferviente comprador de objetos antiguos? “Trae las cosas que viene acumulando a lo largo de su vida, mezcladas con elementos nuevos, como lámparas o sofás con funcionamientos especiales. La mezcla del pasado con el presente es lo que permite que logres sentirte en casa. Son herencias y actualizaciones”, cuenta Roxana Paniagua, que integra PARQ junto a Lorena Piana y Mirella Gonzales Orbegoso.
En este proyecto de La Molina se enfrentaban a un lienzo casi en blanco. Una casa que los clientes –una pareja con dos hijos chicos– habían comprado y donde iban a ubicar solo sus piezas de anticuario y obras de arte. El resto lo iba a diseñar y proponer PARQ, en un diálogo permanente y prolongado. “El cliente quería espacios para pasar mucho tiempo con sus gadgets y demás cosas divertidas que posee”, explica Roxana. Ese fue el requerimiento más importante, además de crear un dormitorio principal que se siente como una habitación de hotel, con detalles para crear la sensación de cine y un escritorio que les resultó vital durante la pandemia.
Calor exterior
Los cambios sustanciales se dieron en el dormitorio principal, donde se cambió la orientación. También en la terraza, donde se construyó una chimenea con concreto expuesto como gran remate para sus reuniones. Un acabado más frío que contrasta con el techo de madera y los elementos rústicos que hay en el ambiente, como la mesa de centro vintage. “La terraza es el espacio más usado por su amplitud, los propietarios la aman”, revela Roxana. Los propietarios sabían lo que querían en algunos ambientes. PARQ apuntó a conseguir el equilibrio entre su propuesta y los requerimientos y las colecciones de los clientes. Hacer que los espacios fueran funcionales.
Más que partir de una paleta de colores, trabajaron desde las texturas y sensaciones. Vieron la manera en que los espacios, con su mueblería y objetos, creaban distintas atmósferas. Entonces propusieron mucha presencia de madera, más de la que aparece en el resultado final. También muchas telas –como la rafia, que es ideal para cuidar las paredes de los hijos pequeños– y piezas del catálogo de Giralínea, como papeles y cojines.
Y, a pedido del cliente, varios espejos, como en las mesitas de noche del dormitorio principal. “No soy muy amiga de los espejos, siento que deben reflejar algo esencial. Pero al final me encantó cómo quedaron. Reflejan la celosía de madera, que quedó muy bien, y esta textura de cortinas de lino transparente que te hace ver el paisaje del valle de La Molina”, revela Roxana.
Grandes formatos
Las obras de arte que se muestran en las paredes de la casa también hablan de los vínculos del propietario con algunos artistas, como Mateo y Joaquín Liébana y Alberto Borea. Son piezas que están presentes en la sala, el comedor, la terraza y el baño de visitas. “Eran cuadros de formatos muy grandes, de artistas que tienen una relación especial con el propietario. Y terminaron marcando los colores y texturas que finalmente usamos para lograr una combinación armoniosa”, dice Roxana.
Para las integrantes de PARQ, fue un reto encontrar un lugar a las obras, más aún sabiendo que el cliente tiene cierto horror al vacío. Incluso, en un momento fue convocado el fotógrafo, y ahora interiorista, Juan Francisco Melgar, para que le diera una mirada final y terminar de montar el resto de piezas. “Y aquí está el resultado. Hasta el último rincón de la casa tiene mucha personalidad. Es bacán cuando las cosas antiguas, que hablan por sí mismas, se complementan con otras más nuevas, que recién se incorporan a la casa y todavía no tienen historia. Sobre todo cuando juntas establecen un diálogo interesante”, agrega Roxana.
Artículo publicado en la revista CASAS #295