Su nombre es un referente en el mundo de la arquitectura local; es una marca, un estilo. Más aún, hoy en día, Mario Lara no solo denomina al destacado visionario que ha diseñado algunos de los edificios más sofisticados de nuestra ciudad, sino también al apasionado equipo que trabaja por hacer de Lima un lugar en el que provoque vivir.

Por Jimena Salas Pomarino     Fotos de Diego Moreno

Mario Lara, el arquitecto, es un hombre de frases cortas, pero contundentes. Sus ideas sobre el perfil de la ciudad, la actualidad política, los edificios emblemáticos y el devenir urbanístico de Lima son claras y, por momentos, incluso radicales. En su larga trayectoria, ha visitado incontables partes del mundo, ha trabajado y visto mucho, y por eso su tono es el de alguien que sabe lo que dice. “Los edificios no hay necesidad de hacerlos; se hacen solos”, afirma con la voz de la experiencia, haciendo referencia a que en cada uno de sus diseños arquitectónicos siempre ha primado la lógica de respetar el contexto, honrar el lugar en el que se construye.

Lara

El emblemático edificio de la calle Bresciani, en Barranco, es el precioso estudio con vista al mar desde donde se conciben los proyectos del equipo de Mario Lara Arquitectos.

Así, por ejemplo, fue concebido uno de los proyectos más queridos en el estudio: la escuela en el bosque de algarrobos en Máncora. Cuando Mario Lara visitó el lugar, percibió la belleza natural y se sorprendió al toparse con los campos cultivados, que la dueña pidió expresamente no tocar. “Entonces, hicimos todo el colegio flotando. Todo el aparato estaba sobre pilotes, de manera que nada se dañara con la lluvia”, explica. “Proyectos como este, más que ambiciosos, han sido muy bonitos, una muy buena experiencia”, añade Jesús Pérez, uno de los socios de Mario Lara –el estudio– y compañero de sueños y jornadas interminables de trabajo del arquitecto. 

Lara

Los socios del estudio Mario Lara Arquitectos. De izquierda a derecha: Jesús Pérez, Mario Lara, Ximena Álvarez y Marita Egoavil.

Un esfuerzo conjunto

Al hablar de su experiencia profesional y sus logros arquitectónicos, Lara siempre afirma que todo se ha hecho “con colaboración. Todos somos un equipo”. Flanqueado por sus socios, Jesús Pérez, Marita Egoavil y Ximena Álvarez, el fundador del prestigioso estudio recuerda otras obras que han marcado su trayectoria.

Lara

Vista de las oficinas, donde se aprecia un cuadro que retrata la misma vista espectacular que se puede ver a escasos metros. Crear contemplando y escuchando el océano es fuente inagotable de inspiración.

Entre ellas se cuentan, por ejemplo, uno de los primeros edificios del centro empresarial de San Isidro, el Real Diez. Su atrio de doble altura, así como el enchape de la fachada con material pesado, hicieron de él una construcción icónica y pionera. Está también la urbanización de vivienda social con casas prefabricadas que desarrollaron en Ica, inspirada en los pueblos costeros, con patios, techos altos y huerto. Las casas fueron elaboradas con tecnología alemana en tres días, sobre la base de los modelos que diseñó el estudio Mario Lara Arquitectos, en el marco de la conceptualización de toda la distribución de la urbanización.

Lara

El arquitecto Mario Lara disfruta de la terraza de su estudio, mientras reflexiona sobre el devenir de la ciudad. Apunta hacia Miraflores, donde recientemente construyó el puente que conecta distritos y favorece el tránsito de ciclistas, a la vez que embellece el entorno.

Y por supuesto, no se puede dejar de mencionar la casa en un islote, en Pucusana. “Fue un proyecto muy interesante; el dueño era un hombre muy inteligente y amable. Le dijimos: ‘Si te gustan tanto tus botes, ¿por qué no hacemos la casa con esa forma?’. Hicimos los planos y le gustó”, comenta Lara.

Lara

Maqueta dentro del estudio.

La casa, en forma de embarcación, ocupa prácticamente todo el islote. El área social es “la proa” del barco, con vistas espectaculares, mientras que en la parte posterior se encuentran las habitaciones y zonas de uso diferenciado para los padres y los hijos. Vista desde afuera, la residencia conversa maravillosamente con el entorno; lo embellece, pero sin hacer ruido, sin perseguir el protagonismo avasallador, siguiendo la filosofía del estudio.

El equipo en pleno, rodeado de sus maquetas, trazos, materiales e ideas constantes para respetar el contexto y mejorar la calidad de vida.

“Creo que lo que llegamos a hacer es una arquitectura que respeta el sitio”, apunta Jesús Pérez. Marita Egoavil complementa: “Nos enfocamos en respetar lo que hay. No vamos a imponer; de ser posible, procuramos mejorar el sitio, pero sin un chispazo de ser las superestrellas”.

Proyectos emblemático: la escuela en el bosque de algarrobos.

Por eso, el estilo Mario Lara tiene un aspecto sobrio, extraordinariamente elegante, pero desprovisto de artificialidad. Sus cornisas y molduras limpias, las líneas pulcras y la apertura para el máximo aprovechamiento de la luz natural son rasgos que pueden pasar desapercibidos, pero que, en conjunto, expresan una idea muy concreta. Por eso, cuando recientemente realizaron un estudio de la marca, el resultado fue que sus clientes calificaron el estilo de Mario Lara Arquitectos como “limense” y atemporal.

Proyectos emblemático: la casa en un islote de Pucusana.

La armonía, la luz y la simetría son cualidades que muchas veces se dan por sentadas, pero que se perciben y producen un profundo impacto en quienes habitan los espacios. Para lograrlas, hace falta un trabajo minucioso y esmerado, exquisito en los detalles, y con una mirada que es, a la vez, muchas. “En el estudio, nos entendemos y entendemos el sitio. Somos poquitos, pero somos sólidos en el equipo”, sentencia Lara, reconociendo que su nombre ha trascendido, y hoy es, principalmente, un sello de la belleza y distinción de nuestra ciudad.

Suscríbase ahora para obtener 12 ediciones de Cosas y Casas por solo 185 soles. Además de envío a domicilio gratuito y acceso instantáneo gratuito a las ediciones digitales.