La industria global de la construcción ha comenzado a implementar diferentes acciones para reducir su huella de carbono y promover un modelo más sostenible. Sin embargo, a pesar de los avances, la industria de la construcción peruana aún está lejos de transformarse, debido a limitaciones normativas y a la falta de incentivos y de voluntad política.
Por Edmir Espinoza Ilustración Elmer Yamas/ Fotos Agencia Andina
Impulsada por la urbanización y el aumento de la población, la industria de la construcción ha experimentado durante las últimas décadas un crecimiento exponencial en todo el mundo. Sin embargo, este auge no ha estado exento de consecuencias ambientales. La construcción convencional suele tener un impacto negativo en el entorno, contribuyendo a la huella de carbono global y al agotamiento de recursos naturales.
Para muestra, un botón: según el Consejo Internacional de la Construcción, la industria de la construcción es responsable de aproximadamente el 36% del consumo mundial de energía y el 39% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2). Además, se estima que la construcción genera más del 40% de los residuos sólidos en todo el mundo. Esto incluye materiales de construcción no utilizados y desechos de demolición.
Felizmente, existe una creciente conciencia sobre la necesidad de reducir la huella de carbono en la industria, incluida la construcción. Esto ha generado que se implementen diversas medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la construcción. Desde el uso de materiales renovables, hasta la eficiencia energética y la tecnología, existen diversas técnicas y herramientas que permiten desarrollar construcciones más sostenibles.
La eficiencia energética es clave para reducir la huella de carbono en la construcción. Los edificios que cumplen con los estándares LEED (siglas en inglés de Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental) pueden reducir el consumo energético en un 25%. La tecnología también está desempeñando un papel importante, al punto que los edificios inteligentes pueden disminuir el consumo energético hasta en un 30%.
Algunas iniciativas que apuntan en esta dirección son el programa “Green Building”, de los Estados Unidos, que ha llevado a la construcción de miles de edificios sostenibles que ahorran energía y reducen las emisiones de carbono, o el proyecto Zero Carbon Buildings, del Gobierno de Reino Unido, que tiene como objetivo construir edificios con cero emisiones de carbono para 2050.
El caso de Lima
Lamentablemente, la industria de la construcción peruana todavía está lejos de abordar estos desafíos de manera integral y estructurada. Falencias en la normativa, ausencia de incentivos para que los desarrolladores generen infraestructuras con estándares adecuados de sostenibilidad y la falta de voluntad política –otra vez– son factores que frenan cualquier iniciativa por transformar la industria de la construcción de nuestro país en un modelo más sostenible y amigable con componentes como el medio ambiente, la sociedad y la economía.
Carlos Cornejo, arquitecto especialista en sostenibilidad y ahorro energético, sostiene que la necesidad de que las ciudades se densifiquen para promover el intercambio y las dinámicas económicas ha generado que la construcción se vuelva una de las industrias más importantes del mundo y, al mismo tiempo, que viviendas, oficinas y demás infraestructuras carezcan cada vez más de elementos de confort.
El arquitecto también refiere que, si bien muchos países han comenzado a promover políticas de construcción sostenible, basadas en leyes, normativas e incentivos estatales, para impulsar estos modelos amigables con el medio ambiente y las dinámicas sociales actuales se requiere, además, de especialistas que supervisen la calidad de las construcciones e identifiquen los materiales más adecuados para cada lugar.
“Para ser sostenibles en países como el Perú, con tanta diversidad de climas y geografías, necesitamos especialistas que se dediquen a estudiar estos temas. No todo el país es igual, no todo el país se desarrolla de la misma manera. Por ello, necesitamos entender lo que significa el análisis del ciclo de vida de nuestros materiales, y conocer el impacto que tienen el concreto, la madera y el bambú en determinados entornos y ecosistemas”, explica Cornejo, quien resalta que materiales sostenibles como el bambú pueden terminar siendo altamente contaminantes si se requiere transportarlos desde el norte del país –donde se produce– hacia zonas alejadas. Lo mismo ocurre con la madera certificada, que muchas veces debe viajar miles de kilómetros, con la contaminación que ello conlleva, para ser utilizada en infraestructuras con enfoque supuestamente ecológico y sostenible.
En nuestro país, según la norma M110, existen siete tipos de clima. Para Cornejo, este dato es esencial para determinar los tipos de construcción que deberían implementarse en cada zona del país, en función de su clima y geografía. “Lamentablemente, todavía tenemos una influencia de lo que pasa en Lima, y las construcciones suelen hacerse con parámetros que funcionan en la capital, pero no necesariamente en otros lugares”, explica el arquitecto, quien cree que es necesario impulsar incentivos que generen una industria de materiales sostenibles, certificados, que garanticen un menor impacto energético y del medio ambiente en cada zona del país.
Utilizar la humedad a nuestro favor
En cuanto a las posibilidades de generar un modelo de construcción sostenible en la capital, Cornejo cree que es posible aprovechar el diseño biofílico para reducir el consumo de energía y brindar más confort a la población.
“Lima puede convertirse, de un desierto, en una ciudad verde. Para ello, deberíamos aplicar un diseño biofílico en nuestras construcciones. Es decir, utilizar la humedad a nuestro favor, a partir de la implementación de plantas, musgos y otros materiales orgánicos en las construcciones. Pero, claro, tenemos que estudiar primero qué tipo de plantas son las más convenientes. Existen diversos materiales biológicos que son captadores de esta humedad y que podrían generar una mejor estabilidad térmica envolvente”, comenta Cornejo, quien destaca que no solamente se trata de hacer los edificios verdes, sino de crear una flora que haga la ciudad mucho más vivible.
Para Cornejo, esto es solo el principio. Deberían idearse también acciones para reciclar el agua de las construcciones, reducir el consumo energético y suprimir al máximo la generación de residuos. “Un edificio sostenible en el futuro cercano debería ser energía cero; es decir, que registre un nivel de uso energético mínimo, y que complemente con paneles fotovoltaicos, en la medida que pueda eso permitir generar mi propia energía”.
Por su parte, Erik Salkeld, ingeniero industrial y especialista en sostenibilidad urbana y sistemas de gestión, entiende que, si bien la sostenibilidad es un tema cada vez más presente en la industria global, en el Perú estamos todavía muy lejos de hacerlo propio, sobre todo en el sector público.
“No es que haya una total falencia en el campo de lo normativo. Existen incentivos, pero no están generalizados. Además, esto es aplicable solo a las grandes edificaciones, a las grandes empresas privadas. Pero ¿qué pasa con las obras públicas? Es donde nos faltan incentivos, en todos los sistemas administrativos que tienen que ver con inversión pública. El actual marco de contrataciones del Estado no toma en cuenta el diseño de las edificaciones, sino simplemente los montos asociados con la ejecución del proyecto”, explica Salkeld, quien cree que una buena alternativa son los concursos de arquitectura que apliquen criterios de selección relacionados con los materiales y ciertas funcionalidades sostenibles.
Para Salkeld, es importante entender la sostenibilidad como algo que va más allá del simple cuidado del planeta. “El término de sostenibilidad no es solamente ambiental, es el equilibrio entre lo económico, lo social y lo ambiental. Trabajar de manera sostenible impacta en la salud de todos, en los espacios públicos que todos usamos y en nuestra calidad de vida. Por eso, necesitamos que la población comience también a exigir espacios e infraestructuras sostenibles”, comenta el ingeniero, quien está convencido de que, a través del diseño urbano y arquitectónico, se puede cambiar conductas y mejorar la habitabilidad de las personas.
Si bien resulta lejano pensar en que Lima se convierta en una ciudad que aplique políticas de sostenibilidad en su planificación urbana, es necesario comenzar con la labor. Un primer paso es observar los reglamentos y buscar nuevos mecanismos de incentivo que generen una industria de materiales sostenibles a ser utilizados por desarrolladores, empresas de construcción y el Estado.
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