Combinando su pericia en arquitectura de interiores y curaduría, y gracias a la vibrante complicidad que mantiene con sus nuevos propietarios, el diseñador Louis Pisconte supo transformar por completo un dúplex de los años noventa.

Por Giacomo Roncagliolo  Fotos Fer de Delgado

Cuando Louis Pisconte tomó el proyecto, otros profesionales ya habían intentado reconfigurar el departamento sin demasiado éxito. La pareja propietaria, un joven matrimonio muy vinculado al mundo del arte, tenía la mira puesta en conseguir una vivienda hiperfuncional, que aprovechara al máximo los trescientos metros cuadrados del dúplex, ubicado en la última planta del edificio construido durante los años noventa. Enlazando su visión con los requerimientos, Pisconte pudo sumar una dimensión estética de alto impacto próxima a lo que los clientes buscaban: un espacio minimalista que cumpliera con las expectativas del día a día, así como con las noches de visitas y amigos.

 Louis Pisconte

La remodelación de un departamento anteriormente sobrecargado de información fue oportunidad para proponer un espacio limpio, minimalista y diseñado para inspirar.

Abrir paso a lo esencial

“Cuando recibí el departamento, estaba lleno de tabiques. Los espacios se sentían desorganizados, con una distribución que no respondía al exterior: el mar, por un lado; la ciudad, por el otro”, recuerda Pisconte. “Esa ubicación tan privilegiada hace que el departamento goce de una energía muy fluida, casi como un espacio transitorio. No queríamos interrumpir aquel flujo con una estética convulsionada de información”.

 Louis Pisconte

Las vigas de los espacios principales se lucen con una iluminación que aporta un efecto escénico y que, a la vez, permite que los techos queden prácticamente libres de interrupción.

 Louis Pisconte

Tras la remodelación, los puntos de color son muy contados en el dúplex. La mayoría se encuentran escondidos detrás de puertas, clósets y gavetas, como sorpresas que esperan ser descubiertas.

Ese primer ejercicio de “limpieza” acabó por generar una atmósfera abierta y organizada según las necesidades y la personalidad de los clientes. En la primera planta, quedaron la cocina, la sala y un comedor (donde ahora, en realidad, se ubica una mesa de ping-pong); en el segundo piso, el dormitorio principal, el taller artístico, la lavandería y la terraza.

 Louis Pisconte

La cocina, pensada como un ambiente que gira alrededor de la isla central, es el espacio más concurrido de la casa; desde allí, los propietarios maniobran el departamento.

“La cocina es un foco importante, porque cocinan mucho y, además, a ambos les encanta ser anfitriones”, cuenta el diseñador. “Ellos no querían que fuera un lugar secreto o escondido (como habitualmente sucede), sino que cumpla un rol protagónico”. En la actualidad, cuando uno entra al departamento, el primer foco de atención es el plywood que cubre cada cajón, repisa y mueble de la cocina, así como el tablero de dekton que sirve como isla central: una estructura tan amplia que hizo que la idea de una mesa de comedor resultara sobrante.

 Louis Pisconte

El taller de pintura, ubicado justo delante de la salida a la terraza, es uno de los puntos más importantes del departamento, el lugar donde la inspiración y la creatividad se encienden

Colores interiores

A razón de tener espacios tan abiertos, casi sin cortes, fueron los materiales los encargados de delimitarlos, así como de marcar las temperaturas. El cálido plywood de la cocina encuentra su contraparte en el frío dekton de la isla y en el microcemento del piso, mientras que, en la sala de televisión y bar, una madera sostenible de shihuahaco es la base para un ambiente pensado para el ocio y el descanso.

 Louis Pisconte

El cálido plywood de la cocina encuentra su contraparte en el frío dekton de la isla y en el microcemento del piso.

Arriba, en el segundo piso, el gris de la terraza es el marco perfecto para los atardeceres marmoleados. Y, durante la noche, luces horizontales generan un efecto dramático y reconocen los cielos como grandes fuentes de inspiración o guías que acompañan a la propietaria, la artista plástica Laura Cuadros, desde tiempos de pandemia, cuando los pintaba para alegrar su antiguo hogar.

 Louis Pisconte

“El potencial contemplativo del dúplex es un obsequio que agradecen a diario, sea una puesta de sol o un día nublado”

“Antes, los propietarios vivían en un departamento que no tenía vista al horizonte”, explica Pisconte. “Y aquí es al contrario: el sol está presente desde que amanece hasta que anochece, generando un juego de luces y sombras espectacular. El potencial contemplativo del dúplex es un obsequio que agradecen a diario, sea una puesta de sol o un día nublado”.

El gris de la terraza es el marco perfecto para los atardeceres marmoleados. Y, durante la noche, luces horizontales generan un efecto dramático y reconocen los cielos como grandes fuentes de inspiración.

Los colores apastelados del cielo también encuentran resonancias en las dinámicas interiores. Al abrir el clóset para calzado o la puerta del bar, aparecen tonos específicamente escogidos para complementar la otra estética llana y austera: celestes, verdes, violetas y rosados aguardan en los rincones más inesperados. “Es una pareja joven superracional, con muchas ambiciones, pero a la vez con un niño interior bastante trabajado”, explica el diseñador al hablar del proceso creativo, el cual describe casi como un juego debido a la cercanía que tiene con los dueños.

En un sentido muy orgánico, el minimalismo que Pisconte propuso está inspirado en los años sesenta, ese tiempo en el que las casas se asemejaban a naves o platillos voladores.

En suma, tras un proceso lúdico y de mucho diálogo, se consiguió un espacio limpio, con composiciones estrictamente diseñadas y muy pulidas. Sobre esa base y una distribución ad hoc para el entorno, los deseos que encerraba la mudanza de la joven pareja encontraron materialidad. La creatividad y la inspiración, la naturaleza y la gran ciudad, el minimalismo para adultos y los juegos de niños, cada uno de ellos tiene hoy su lugar. Habitar estos conceptos, transformarse a partir de ellos, es el premio a esa complicidad jovial en la que todos supieron involucrarse. A veces, como dice Pisconte, el espacio es capaz de resolver por sí solo asuntos propios del diseño, al mismo tiempo que ordena nuestro interior.

A partir de cierto punto, el cielo se convirtió en uno de los ejes del proyecto, tanto por los colores que engloba su concepto como por su naturaleza transitoria, efímera y cambiante. En la foto, Pisconte y Cuadros, amigos y creadores, comparten una travesura artística.

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