En el famoso balneario de Punta Hermosa se erige un edificio diseñado por el líder del estudio Martín Dulanto Arquitecto. Este lleva consigo la esencia de un proyecto nacido de la nostalgia y que encapsula el espíritu de su entorno.

Por Fiorella Iberico Marotta  Fotos Juan Solano

Anteriormente, este edificio fue hogar de la propietaria original del terreno, quien en la actualidad, ocupa uno de sus departamentos. Ella, tras haber vendido su casa a la constructora, hizo una petición especial para la nueva edificación: que fuera el arquitecto Martín Dulanto quien se encargara del diseño del complejo. La calidez y la sencillez de la clienta, así como las memorias que el espacio evocaba para ella, fueron los atributos sobre los que Dulanto trazó el diseño. 

Martín Dulanto

Las paredes blancas del complejo de departamentos desempeñan un papel fundamental al reflejar la luz y la serenidad del entorno costero.

Con la intención de preservar esa conexión emocional, el arquitecto encontró una solución: utilizar varios de los acabados presentes en la casa original. Elementos como la piedra de canto rodado y el mármol se integraron de manera armoniosa en el nuevo proyecto, además del blanco inmaculado de las paredes de la residencia primigenia. Esta decisión no solo permitió mantener viva la esencia del lugar, sino que también añadió un toque distintivo y atemporal al diseño del edificio, capaz de establecer un puente entre el pasado y el presente. Asimismo, otra razón para elegir estos materiales fue la estacionalidad del complejo. Todos ofrecen facilidad de mantenimiento, algo crucial para una construcción ubicada en la playa.

Que los departamentos tuvieran vista al mar fue otra premisa. Para eso, la solución fue diseñar un sistema estructural que se apoya en las columnas y vigas, de manera que se pudiera crear una disposición en forma de retícula que asemeja un panal de abejas. De ahí que Martín se refiera al proyecto como el Edificio Abeja. Entonces, esta especie de urdimbre no solo es un elemento estético; también cumple una función estructural importante que permite una perspectiva de la costa. Esto demuestra la habilidad del diseño arquitectónico para unir forma y función de manera sobresaliente.

La distribución interior de los departamentos, enfocada en la simpleza y versatilidad, crea un ambiente fluido y acogedor que también se conecta con el concepto central del edificio.

Además de los materiales y la estructura, la fachada viva juega un papel crucial. Diseñada con jardineras estratégicamente dispuestas en cada cuadrante, alberga una variedad de plantas que no solo embellecen, sino que transforman constantemente el aspecto del edificio. Con cada temporada y cada ciclo de crecimiento, la fachada evoluciona, siendo capaz de reflejar los cambios naturales del entorno y de ofrecer una experiencia visual dinámica. Este concepto de un frontis que cambia con las estaciones añade una dimensión orgánica y viva a la arquitectura, lo que la convierte en una entidad que interactúa y se adapta al paso del tiempo y las variaciones de la naturaleza.

En cuanto a la distribución interior de los departamentos, esta también se centra en la simpleza y la versatilidad. Con un enfoque claro en la comodidad y el disfrute de la naturaleza circundante, los espacios sociales, como la sala, el comedor y la cocina, están integrados y crean un ambiente fluido y acogedor. La disposición de la zona privada, que incluye dormitorios, refleja la adaptabilidad del diseño para satisfacer las necesidades de diversos tamaños de familia. Este enfoque espacial sencillo y eficiente respalda la idea principal del edificio: proporcionar un refugio lineal y moderno, con matices de la vivienda original, donde los residentes pueden descansar y conectarse con las panorámicas al océano. 

Martín Dulanto

La distribución interior de los departamentos, enfocada en la simpleza y versatilidad, crea un ambiente fluido y acogedor que también se conecta con el concepto central del edificio.

Para Martín Dulanto, cada proyecto es una historia única, y el punto de partida de su trabajo se inicia con la conexión que establece al escuchar a sus clientes. Más allá de los requerimientos arquitectónicos puntuales, busca comprender sus costumbres, sus usos y gustos, un proceso que se traduce en un viaje hacia la historia personal de cada uno. Luego pasa al segundo nivel de investigación: conocer el terreno en su totalidad, desde su orientación hasta la dinámica del entorno y la interacción con los vecinos. Cada detalle, cada decisión de diseño, se convierte en la consecuencia lógica de esta indagación minuciosa. 

Esa estrategia de trabajo ha hecho posible que el edificio sea un testimonio de memorias y conexiones que abrazan la belleza y la esencia de su ubicación costera. A través de su enfoque empático y meticuloso, Dulanto ha traducido estas narrativas en diseños concretos que tienen como resultado un espacio de vida contemporáneo, funcional y lleno de significado.

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