Juan Carlos Verme, presidente del Patronato del Museo de Arte de Lima (MALI) y coleccionista privado, nos cuenta sobre los próximos proyectos que potenciarán el arte en nuestro país.
Por Isabel Miró Quesada
“Tendremos que hacer esto rápido, porque tengo mucho que contar”, me advierte Juan Carlos. La entrevista duró casi dos horas. Tanto por hacer, tanto por hacer… Empecemos por aquí.
El parque de la exposición
Son varios proyectos. Uno es el World Monuments Fund. Queremos impulsar la idea de renovación del Parque de la Exposición. Este se creó con la primera ampliación de Lima, en 1870. En 1871 fue el primer cincuentario de la Independencia, y el edificio que hoy es el MALI y el Parque de la Exposición se hicieron para conmemorar esos cincuenta años. Para la ocasión, varios países hicieron donaciones.
Por ejemplo, el edificio que hoy alberga el MALI fue en parte un regalo de Francia al Perú. A lo largo de los siglos, ha habido distintos proyectos de conmemoración de fechas de independencia. Por ejemplo, los chinos en 1921 donaron la fuente que hasta hoy subsiste. La idea del World Monuments Fund es integrar este proyecto de alto impacto como parte de la conmemoración del Bicentenario.
¿Está involucrada Diana Álvarez Calderón, asignada por el alcalde Jorge Muñoz para liderar los preparativos para el Bicentenario?
Yo le he pedido a la Municipalidad que nos dé una mano en esto. La idea es que este parque siga recibiendo conmemoraciones, pero lo que he visto durante los últimos veinte años es que le han puesto más y más cemento. Lo que queremos es un proyecto rápido y de alto impacto, porque está en el Centro de Lima y porque por ahí se cruzarán líneas del metro y de transporte. Quisiéramos, tal vez con gobiernos amigos, restaurar el parque, ponerlo realmente bonito y que sea un centro de regeneración urbana.
¿El parque estuvo divido por una avenida o siempre tuvo la misma área?
Siempre transcurrió por ahí el Paseo Colón… No estaba partido. Era un paseo con parques a los lados. La Municipalidad está pensando poner una pinacoteca en el edificio del ex Ministerio de Transportes. Existe la posibilidad de hacer un eje museístico. Se pueden hacer cosas lindas, aparte de ponerlo verde, llenarlo de árboles y flores, de nuevos espacios de interacción.
¿Eso de quién depende?
Depende del alcalde, porque el parque es de Serpar.
Ese tipo de obras se financian con…
Se financian con nada. En este caso, podemos lograr el financiamiento de la Comunidad Europea, de los chinos, de los japoneses. He estado hablando con embajadores. El de Francia estaba interesado en apoyar… Esto se hace con nada. Estoy hablando básicamente de plantar árboles y flores… y de quitar cemento.
Áreas públicas
“Centenario, nuestra compañía de bienes raíces, está promoviendo, por costo propio pero en beneficio de la ciudad, distintos proyectos urbanísticos o paisajísticos. Vamos a hacer concursos públicos internacionales para lugares de alto impacto en Lima y en provincia. Estamos pensando en un proyecto para Moquegua, que tiene dinero del canon. En Lima, tenemos dos proyectos: uno para el que ya se lanzó la convocatoria internacional, y el jurado ha venido la primera semana de abril. Los estamos comunicando a través de Gary Leggett. La convocatoria ya está hecha y ya hay cientos de proyectos de varios de países. La primera obra será un parque desértico alrededor del nuevo Museo Nacional del Perú (MUNA). ¿Por qué? Porque mi visión es que los costeños, y los peruanos en general, tendemos a ver el desierto como un espacio sin valor, como un posible basurero, cuando el desierto tiene una gran belleza.
Tenemos que aprender a convivir con él, no a darle la espalda. Chile está sacando un provecho turístico del desierto. Nosotros tenemos más y mejores desiertos, y todavía no tenemos un solo hotel allí. Chile tiene varios; muchos turistas cruzan el mundo para ir a Atacama, y aquí todavía no nos hemos dado cuenta de que el desierto es una maravilla. Pero no solo eso: Lima es la segunda ciudad en el mundo rodeada por un desierto. No podemos pretender que todos nuestros parques sean de pastito, a la inglesa… Utilicemos el desierto como área recreativa. La idea es: comencemos a descubrirlo, usémoslo y amémoslo”.
Este museo (el MUNA) ha sido bien controvertido. ¿Cuál es tu posición al respecto?
Estaba a favor de que se hiciera un museo, pero no en ese lugar. Un sitio adecuado me hubiera parecido algo similar al Lawn Tennis de la Exposición, que no es idea mía, pero me hubiese parecido un buen lugar, donde están varios museos de la ciudad, en ese cruce de ejes viales y de transporte. Una vez que se optó por este proyecto, no quedó más que apoyarlo. Por otro lado –y esto me parece muy peligroso–, pienso que es un proyecto, como construcción, sobredimensionado, y entiendo que la elección de Ulla Holmquist al frente del Ministerio de Cultura responde a poner a alguien que tenga la visión de echar a andar un equipo de gestores de museos. Lo más fácil de un museo es construir el edificio, lo difícil es tener un programa museístico y llevar público. Ese es el norte que no hay que perder de vista: un museo vacío no sirve de nada.
La gran expansión que el MALI necesita
“Queremos relanzar los trabajos en pos de lograr la ampliación subterránea del MALI; han sido puestos en la nevera por el ministro de Economía. Espero que ahora, con el premier Salvador del Solar, la nueva ministra de Cultura y el nuevo alcalde de Lima, podamos convencer al gobierno. Después del éxito de ARCOmadrid, tenemos argumentos ante el gobierno que demuestran que en verdad es una buena inversión, y que para el gobierno no es un gasto desmesurado. La inversión va entre 14 y 20 millones de dólares. Depende de qué tan bien lo quieras dejar (y depende de si se aprueban las leyes del mecenazgo y de inversión público-privada). La inversión la haces en tres o cuatro años, no es que tienes que poner toda la plata en un día. Vamos a generar valor”.
Entrevisté a Rogers Valencia justo antes de que dejara el Ministerio de Cultura, y la primera pregunta que le hice fue sobre el tema del MALI, y me dijo que el Ministerio de Cultura no tenía plata para encargarse de eso. Por eso, en otros países existe la ley del mecenazgo.
La clave de la ley de mecenazgo la tiene el Ministerio de Economía y Finanzas, pero, si la pasa Finanzas, temen que vaya a dejar de recaudar impuestos, en lo cual están completamente equivocados, porque ahora no recaudan nada. Temen que se les vaya a abrir un hueco. Lo que yo les digo es que antes hagan una prueba con diez instituciones. Dicen que no pueden hacer una ley solo para diez. OK. A PPK le dije: “Los impuestos para comerciar con arte en el Perú son altísimos, tanto así que lo que el Estado cobra es cero”. ¡No hay comercio de arte, y el poco que hay es todo bajo la mesa! Los mayores mercados de arte del mundo hacen lo siguiente: Estados Unidos cobra cero, Suiza el 4%, y aquí estamos en cincuenta y pico por ciento. Tenemos una gran oportunidad, porque en el resto de Latinoamérica son tan estúpidos como nosotros… Si nosotros bajáramos a algo razonable, nos haríamos de un mercado continental. ¡Este podría ser un gran mercado del arte!
La siguiente feria
“Otro tema que pongo sobre la mesa: tenemos que comenzar a pensar cuál será nuestro próximo ARCO, cómo organizamos la próxima gran feria en otras capitales iberoamericanas. Hemos estado pensando en Buenos Aires y México. México ha mostrado interés en exhibir ‘Amauta’ y ‘Nazca’. Nos han pedido las muestras para dos momentos distintos. Lo que decíamos en el MALI es que las dos coincidan con la feria de arte MACO, y hacemos las tres otra vez, como lo hicimos en Madrid. En Buenos Aires, tenemos un eco enorme con arteBA y los museos».
¿En qué momento crees que están los museos del Perú en cuanto a visitas?
Estamos en pañales. Todo el sistema cultural está en pañales. Pero ese es el lindo reto, por eso me entusiasma. Voy a partir de un ejemplo que nace de una vivencia reciente. El MALI ha llevado tres muestras a Madrid y las tres están siendo supervisitadas. El Museo Reina Sofía nos dice que, después de tres semanas de exposición de “Amauta”, noventa mil personas visitaron el museo. Estaba repleta todo el tiempo. Yo voy aquí a cualquier sala de exhibición y me da pena que no haya la cantidad de público que hay en Madrid o en Buenos Aires. En el Perú, no tenemos la costumbre y la urgencia de visitar museos. En parte es un error de los museos y de las salas, que no hemos sabido enganchar con el público. Esto es una autocrítica, pero además es mi reto, es lo que me mueve.
¿Cómo puede hacer un museo para enganchar más sin perder la calidad de lo que está mostrando?
En esas estamos. No tengo una respuesta definitiva. Hay que ponerse a pensar si el costo de entrada, por más bajo que sea, es o no una barrera. En el caso del MALI, me pregunto si este edificio imponente no es acaso un poco un freno y, a lo mejor también, en el caso del MALI, no hemos hecho el esfuerzo de usar la fachada como pizarra de advertencia de decir lo que somos y lo que hay dentro del museo. No terminamos de enganchar con el gran público. El grueso del público del MALI es reflejo de lo que es la sociedad limeña. Quiero decir, es un público múltiple. No hay un público tipo. Al MALI acude una sección transversal de la sociedad de Lima. No es un público elitista.
¿Nos puedes contar alguna novedad de lo que se viene?
Estamos hablando con el Museo Rietberg, en Zúrich, para hacer una muestra itinerante por el mundo de los incas. Estamos hablando con el Museo Británico para hacer una muestra sobre textiles peruanos de todos los tiempos. Habrá una muestra fabulosa sobre quipus y tecnología. Eso será de aquí a dos años y también itinerante. La muestra de “Nazca” va a regresar al Perú, pero queremos hacer una “Nazca 2” para que viaje. México nos la ha pedido. A mí me gustaría que fuera a otros países… Japón o China, algún país en el Golfo… Francia también ha demostrado interés en la muestra de contenido peruano. “Amauta”, luego de Madrid, viene a Lima; después pasa a México, y luego al Museo Blanton, en Austin, Texas.
¿Cuándo llega “Amauta” a Lima?
En junio… Pero te quería contar mi experiencia en Madrid…
Por favor…
Fue sumamente intensa. Estuve quince días y nunca pensé que no iba a parar de trabajar en esos días, por el MALI y el arte peruano, de distintas formas y en distintos aspectos. La presencia del MALI y del Perú superó mis expectativas. Me sorprendió muchísimo la cantidad de público y el interés por el contenido peruano. Fue insospechada la efervescencia de este grupo madrileño. En general, del grupo de personas del MALI en particular, me emocionó la cohesión, la empatía y la simpatía con que todos hemos trabajado hombro a hombro. Sin rencillas, sin resquemores. A nivel humano, ha sido una experiencia que nunca vamos a olvidar.
Quería preguntarte por tu relación con el arte a nivel personal. Tienes una de las colecciones más ricas. ¿Por qué el arte contemporáneo?, ¿cómo lo sientes?, ¿cómo lo vives?
El tema de mi colección y de mi actividad como coleccionista es algo sobre lo que no me gusta hablar. Estoy bien desligado y bien ajeno a mi rol como coleccionista, porque creo que he pasado a otra etapa en mi forma de interactuar con el arte. Coleccionar ya no me interesa. Lo que me interesa es hacer proyectos con artistas, me gusta trabajar con los artistas o en proyectos personales con amigos artistas. Me interesa ver formas de relacionar el arte con el público. Me gusta hacer muestras y conversar con el artista desde el comienzo sobre cómo abordamos el tema, qué urgencia hay de crear algo, por qué y cómo, y luego mostrar ese trabajo. Pero el coleccionismo, ir de feria en feria, de galería en galería comprando objetos fetiches, es algo que me aburre enormemente.