A lo largo de su existencia, la casa hoy conocida como Paz Soldán ha sido mudo testigo de la historia de Lima. Entre sus muros han discurrido vástagos de los conquistadores del Perú y fundadores de la ciudad, catedráticos y rectores de la Universidad de San Marcos, oidores de la real audiencia, alcaldes, consejeros de virreyes, titulados de Castilla, fundadores de la patria, intelectuales y políticos del Perú republicano.
Por Luis Martín Bogdanovich y Eduardo Gutiérrez
Allá por el año 1606 doña Paula Piraldo, rica encomendera del norte peruano, solicitó permiso al cabildo de Lima para trazar y construir, en los confines de la ciudad, una calle que diera acceso a los padres mercedarios a su casa de recolección. La calle partiría del desaparecido hospital de san Juan de Dios, demolido para construir la plaza San Martín y sus portales hacía 1920.
Ya para 1634 la calle era conocida como “de Nuestra Señora de Belén”, por el nombre de la iglesia y convento de mercedarios, donde, tras la supresión decretada en 1826, se fundaría más tarde el colegio de monjas de los Sagrados Corazones. Finalmente, la iglesia y el convento fueron demolidos en la primera mitad del siglo X X .
El retablo mayor y el púlpito de la iglesia se conservan en la capilla del colegio Belén, en San Isidro. En el siglo XVI, el solar de la casa que hoy llamamos Paz Soldán perteneció a don Antonio de Alcalá. Luego, en el siglo XVII, fue propiedad de don Leandro de la Reinaga –o Larrinaga– y Salazar, ilustre personaje de su tiempo. Fue doctor en leyes y cánones, oidor de la real audiencia, siendo el primer criollo en recibirse de abogado, dos veces rector del colegio mayor de San Felipe y San Marcos, y cinco veces rector de la Real y Pontificia Universidad San Marcos (1599-1600, 1603-1604, 1609-1610 y 1619-1621), además de alcalde de Lima (1622).
Asimismo, fue asesor de los virreyes marqués de Montesclaros, príncipe de Esquilache y marqués de Guadalcazar. En el siglo XVIII, su bisnieta, la limeña Mencía de Torres Padilla, Pastrana y Larrinaga, heredaría el marquesado de Casares de su tío bisabuelo paterno, don Pedro Sarmiento y Pastrana, primero en ostentar dicha merced.
Posteriormente, la propiedad fue vendida a Diego Loarte de Ávila, quien edificaría un nuevo inmueble. Tras su muerte, el solar fue heredado a sus hijas, quienes a su vez lo cedieron a Nuño de Espínola y Villavicencio, caballero de la orden de Alcántara y general de la mar del sur.
Casa de los Carrillo de Córdova y sus primos hermanos, los Boza
En 1718, a la muerte de Nuño de Espínola, sus herederos decidieron rematar la casa Paz Soldán para saldar una deuda con el vecino monasterio agustino de la Encarnación. La propiedad fue adquirida por don Agustín Carrillo de Córdova y Agüero, caballero de la orden de Santiago, regente del tribunal mayor de cuentas de Lima. Fue tataranieto del conquistador y cofundador de Lima don Diego de Agüero y Garay.
Agustín Carrillo de Córdova, casado con la acaudalada chilena Rosa Garcés de Marcilla, Lisperguer y Andía Irarrazabal, refaccionó la propiedad y adquirió un inmueble ubicado en la desaparecida calle Faltriquera del diablo, con la finalidad de ampliar la casa de Belén y asegurar el abastecimiento de agua.
Tras la muerte de Agustín, el administrador de los bienes de la familia, su hijo Luis Carrillo de Córdova y Garcés de Marcilla, casado con Leonor Desideria María Josepha Rosa de la Cueva y Urdanegui III marquesa de santa Lucía de Conchán, vendió la propiedad a su primo hermano, don Antonio de Boza y Garcés de Marcilla, quien entre 1749 y 1750 reedificó la casa de la calle de la faltriquera del diablo.
Hacia 1800, Gerónimo de Boza y Boza, heredó la casa de sus padres Antonio de Boza, casado con su prima hermana Catalina de Boza y Guerra de la Daga, hija del I marqués de Casa Boza. Finalmente, entre 1851 y 1853, el hijo de Gerónimo, José Antonio Boza y Montero, y los demás herederos de los Boza y Boza vendieron la propiedad de la calle Belén, así como la finca de la faltriquera del diablo, a doña Jesús Morales viuda de Rivas, quien posteriormente cedería la propiedad al escribano Eduardo de la Huerta.
Es en esos años, entre 1718 y 1853, que se conforma la casa que conocemos. De ese tiempo data su estructura y su distribución, incluido el amplio zaguán, el chiflón, el hermoso oratorio con su retablo barroco dorado, los techos de cuartones y cuartoncillos, las teatinas y las puertas.
La casa de Los Paz Soldán y Unanue
En 1854, Eduardo de la Huerta vendió el inmueble de la calle Belén a Pedro Paz Soldán y Ureta, ilustre abogado arequipeño, diputado, presidente del Consejo de Ministros, ministro de Hacienda y Justicia durante el gobierno del general Mariano Ignacio Prado y miembro del congreso constituyente de 1866, casado con la rica heredera Francisca Unanue y de la Cuba, hija del prócer Hipólito Unanue, y desde entonces hasta la actualidad se le conoce a la propiedad como casa Paz Soldán.
Luis Alayza y Paz Soldán, notable intelectual del siglo XX, relata en sus memorias los recuerdos infantiles de su abuela Francisca Unanue, a quien todos llamaban “Mamá Panchita”, y que era madre de Pedro Paz Soldán y Unanue, lexicógrafo y escritor conocido con el seudónimo de Juan de Arona; Francisca, casada con Toribio Sanz; Juana, unida en matrimonio con Domingo Rada; Elena, quien desposaría con Narciso Alayza; y Francisco Paz Soldán.
Según las memorias de Luis Alayza y Paz Soldán, “la casa grande con la casa chica y la cochera” fueron íntegramente restauradas. También señala que hacia 1860 se instaló una portada de piedra, perteneciente a una vieja iglesia en ruinas de Panamá, que su abuelo Pedro Paz Soldán y Ureta adquirió y mandó instalar. En ella reza la inscripción “Alabado sea el Santísimo Sacramento”. Hoy cubierta de estuco, espera el momento de recuperar la belleza de tiempos mejores. De esos años data también la galería porticada con grandes columnas dóricas.
Hacia 1876, se remodeló toda la fachada de la casa, diseñada por el arquitecto suizo Miguel Trefogli, llegado a Lima en 1860 y nombrado dos años después arquitecto de Estado por Mariano Felipe Paz Soldán y Ureta, por entonces Director General de obras Públicas, quien elaboró junto a Trefogli el primer mapa del Perú y sus departamentos.
En dicha remodelación, se dotó a la fachada de rejas de hierro colado compradas en Europa y se recubrió toda la superficie con cuarzo, dándole la apariencia que hoy tiene, quedando pendiente la construcción de una segunda planta de estilo ecléctico que nunca llegó a concretarse. A inicios del siglo XX, la casa fue alquilada por el Instituto Nacional de Primera Enseñanza, institución educativa de primaria que impartió una nueva metodología de instrucción a menores.
La sociedad Entre Nous
La sociedad femenina Entre Nous fue inaugurada el 2 de diciembre de 1911, en una ceremonia celebrada en el casino de Chorrillos. Su fundadora fue la señora Francisca Benavides de Benavides, con la cooperación de un grupo de distinguidas damas de la sociedad limeña. Tuvo como presidenta a la señora Rosalía García y Delgado de Lavalle. Su esposo, José Antonio de Lavalle y Pardo, dio el discurso inaugural.
La biblioteca de Entre Nous nació rompiendo esquemas de arcaicos pensamientos que consideraban un atrevimiento que una mujer pudiera querer y tener una biblioteca para su propio uso. El primer local de esta sociedad funcionó en una modesta habitación de la calle de Divorciadas (cuadra 6 de jirón Carabaya), que contaba con una modesta “ventana de reja”, anaqueles de pino y un número reducido de libros, en su mayor parte donados por la familia de Francisca Benavides Diez Canseco.
La segunda sede fue en la calle Mogollón, cuadra 2 de jirón Moquegua; luego los altos de la antigua casa de los Lavalle, en la calle de Minería, hoy avenida Emancipación. La señora Enriqueta Canaval de ÁlvarezCalderón fue la segunda presidenta de la sociedad, y en su gestión se iniciaron actividades culturales; entre ellas, conferencias sobre diversos temas culturales.
A inicios de 1927, y gracias a las gestiones de la directiva encabezada por la señorita Belén de Osma y Pardo, Entre Nous alquiló la casa Paz Soldán para realizar actividades culturales y fiestas infantiles organizadas por las señoritas Teresa Aramburú y Enriqueta Graña. Las actuaciones literarias eran recurrentes en la casa Paz Soldán, así como las conferencias de Guillermo Luna Cartland, la escritora Mercedes Gallagher de Parks, Rafael Larco Herrera y la poeta Rosalina Coello de Miller.
Angélica Palma disertó sobre las mujeres del Perú. También fueron asiduos conferencistas Víctor Andrés Belaunde y José Gálvez Barrenechea. En sus salones se realizaron ceremonias como la recepción al escritor Luis Fernán Cisneros, la conmemoración de las bodas de plata de monseñor Pedro Pablo Drinot y el homenaje al ilustre filántropo don Augusto Pérez Araníbar. La sociedad Entre Nous realizó varias y notables exposiciones artísticas. Entre ellas destacaron la de Francisco González Gamarra, en 1928, a la que asistió como invitado de honor el presidente Augusto B. Leguía. En 1929, se realizó una exposición de abanicos, que exhibió el obsequiado por la duquesa de Medinaceli a doña Juana Rosa Moreyra de Freyre, y el que la emperatriz Eugenia de los franceses le regalara a la V marquesa de Torre Tagle cuando su esposo fue embajador del Perú ante la corte imperial, entonces propiedad de la señora Margarita Paz Soldán de Ortiz de Zevallos.
En 1937, al cumplirse las bodas de plata de la sociedad Entre Nous, se inauguró la exposición de pintura de Francisco Lazo, curada por José Flores Aráoz. Luis Alayza indica que se pintaron retratos de Pedro y de “Mamá Panchita”. Tristemente, este último se destruyó en un lamentable incendio en el interior de la Casa Grande.
Celebraciones históricas y homenajes patrios
En febrero de 1942, se conmemoraba el IV centenario de la muerte de Pizarro y el descubrimiento del Amazonas, motivo por el cual se realizaron importantes eventos sociales, académicos y culturales. Uno de ellos fue la exposición de cuadros y objetos de arte virreinal, realizada por el consejo nacional de conservación y restauración de monumentos históricos, el comité central del IV centenario del descubrimiento del río Amazonas y la sociedad Entre Nous.
El evento se realizó en los ambientes de la casa Paz Soldán, y a la inauguración asistió el presidente de la República, Manuel Prado. La exposición mostró una cuidada selección de arte virreinal peruano, conformada por las colecciones de José de Riva Agüero y Osma, Anita Fernandini de Álvarez Calderón, José de la Puente Olavegoya, Pedro y Juan de Osma, la familia Prado Ugarteche, el arzobispado de Lima, el monasterio de Nuestra Señora del Prado y el convento de Nuestra Señora de Copacabana, entre otras. Fue la exposición más grande realizada en la casa.
Un nuevo comienzo
Hacia 1944, Entre Nous dejó las instalaciones de la mansión y pasó un tiempo en los bajos de la casa de Belén de Osma, en la calle Padre Jerónimo, actual cuadra 4 del jirón Puno, para trasladarse definitivamente a la señorial casa de La Riva, adquirida para ese fin, donde reiniciaron sus actividades culturales en 1952.
La Inmobiliaria Belén, actual propietaria de la casa Paz Soldán, alquilaría luego el inmueble al club de empleados de la Cerro de Pasco Corporation de Lima, hasta mediados de los años ochenta. La casa se mantuvo cerrada al público por largo tiempo hasta que en 2016, por iniciativa de los propietarios y de Casa Cor, fue puesta en valor conjuntamente con la vecina casa Mujica.
En la actualidad, la casa Paz Soldán viene recuperándose bajo la dirección y atenta mirada de uno de sus propietarios, Ernesto Gastañeta Alayza, quien está dedicado a la noble empresa de rescatar del olvido esta antigua casa, testigo de nuestra historia. Le auguramos lo mejor en beneficio de Lima. La vieja Lima, sus misterios y sus recovecos no dejan de sorprendernos.