Imagina que eres un cineasta en ciernes en busca de la historia que hará despegar tu carrera. De pronto, se pone en contacto contigo una joven que dice ser una espía que ha descubierto documentos confidenciales que revelan el plan de asesinar a un líder político árabe. ¿Acaso no irías tras la primicia hasta el pueblo remoto sudamericano donde ella se esconde? Esa es la descabellada premisa de Jaqueline (Argentine), un falso documental que le sigue los pasos tanto a la espía encubierta, como al equipo de producción principiante encargado de documentarla.
Conversamos con el debutante director Bernardo Britto sobre esta peculiar película que se estrenará este 2 de julio a las 8 p.m. a través de la señal de Sundance Channel.
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Jaqueline (Argentine) es una película de espías bañada en el humor más disparatado y absurdo, lo cual la hace magnífica. ¿Cuáles fueron tus principales referentes a la hora de crear la historia?
Creo que me inspiré en algunas películas de Brian De Palma sobre grandes conspiraciones del gobierno, como Blow Out o Snake Eyes, las cuales pueden tomarse tan en serio como verse bastante ridículas. Eso es lo que me encanta de ellas.
¿Por qué elegiste La Falda (Argentina) como la ciudad remota a la cual se escapa tu protagonista?
Mientras escribía el guion, pensé que podía escaparse a Noruega, a las Filipinas o a Brasil. Pero luego me di cuenta que Argentina era el país ideal porque muchos nazis escaparon hacia allá después de la Segunda Guerra Mundial, lo cual le añade misterio al lugar. A través de un amigo, conocí a La Falda, un lugar de avistamientos de duendes, OVNIs y seres alienígenas. Todo esto le añadía una rareza cinematográfica adicional a la película.
Pero la película trata también sobre un hombre que está haciendo su primera película.
Al comienzo la película era solamente sobre Jaqueline, la supuesta espía. Pero en un momento me di cuenta que todo sonaba poco sincero, poco auténtico: era un poco raro tratar de hablar de mí mismo a través de una mujer. Ahí fue donde me di cuenta que dentro de la ficción de mi película se estaba haciendo otra película documental, detrás de la cual había un hombre al cual no le importaba tanto la conspiración: sólo le interesaba terminar su propia película. Lo que motiva a Jaqueline y al personaje del director es el mismo deseo de hacer algo para cambiar el mundo; pero, por encima de todo, ser reconocidos por ello. Quieren hacer algo que trascienda en el tiempo.
Hay un personaje que me parece fascinante: Marco, el hombre que colecciona miles de DVDs pirata en su casa.
Marco es una persona real que vive en La Falda: es el encargado de los ciclos de cine. Nosotros éramos dos estudiantes norteamericanos que querían grabar una película y Marco se emocionó mucho con nuestra llegada, porque él sabe muchísimo de cine. Inmediatamente supe que tenía que estar en mi película. Todas sus escenas las improvisamos, porque no es un actor entrenado. Solo le pedía que me contara sobre las películas que le gusta ver. En la mayoría de sus tomas, él me hablaba de cine arte, de Bela Tarr y Krzysztof Kieślowski. Pero cuando estaba editando la película, eliminé todo eso y me quedé con lo que decía sobre las películas más tontas y comerciales que tenía. Me pareció divertido y no quería que sonara pretencioso al hablar de cine. Creo que su personaje es el perfecto contrapeso al del director, quien está empecinado con hacer una película importante. El personaje de Marco más bien se pregunta «¿acaso no todas las películas son geniales?»
Eres brasilero de nacimiento. ¿Qué tanto conoces del cine latinoamericano?
Me gustan las películas de la argentina Lucrecia Martel y me encantó Relatos salvajes. La guatemalca Ixcanul me pareció fantástica también. Y la última brasilera que me ha gustado mucho se llama El sonido alrededor de Kleber Mendonça Filho. Es raro haber hecho una película en los Estados Unidos, porque terminó no siendo ni brasilera ni norteamericana. Es una película muy internacional: soy un director brasilero haciendo una película en inglés, en Argentina y con una actriz francesa. Me gusta hacer este tipo de cine más global.
¿Qué fue lo más difícil del proceso de realizar tu primera película?
Primero, que todos mis trabajos anteriores habían sido animados y seguían un proceso muy diferente: se me ocurría una idea y podía dibujar de frente y terminarlo pronto. Aquí me tomó dos años terminar el guion, para luego mostrárselo a los actores y pasearlo para conseguir dinero. Pero la parte más difícil creo que está en el largo tiempo que te toma terminar una película. Es difícil sostener el mismo entusiasmo y pasión desde que se te ocurre la idea en el 2013, hasta que la terminas y estrenas en el 2016.
El mundo del cine ha cambiado: mientras las superproducciones siguen proyectándose en pantalla gigante, parece que los proyectos más pequeños deben abrirse espacio en nuevas ventanas. ¿Qué opinas de la situación actual del cine?
Es difícil. Por un lado, es injusto que las películas grandes de Hollywood ocupen todo el espacio y no puedan darle lugar a películas medianas y pequeñas. Pero, al mismo tiempo, me encanta ir a ver Capitán América o Star Wars. A a mí personalmente me encantaría poder ir al cine a ver películas de todo tipo. Pero cuando hacíamos Jaqueline (Argentine) teníamos muy claro que no era una película para los cines y que lo más probable es que el público interesado la vería en televisores o en sus computadoras. Se trata de una realidad triste. En un mundo ideal podríamos ver películas grandes y pequeñas en los cines. Una película como Ixcanul podría pasarse en cines grandes también. Pero esa no es la realidad. Y el problema es que el internet está devaluando los contenidos en general.
Por Alberto Castro Antezana. (Twitter:@mczorro)