Un grupo multidisciplinario de ingenieros, arquitectos, restauradores, carpinteros y ebanistas de Prolima está a cargo de evitar el colapso de este tipo de inmuebles en el Centro Histórico de Lima, lo que repercute directamente en la integridad de los vecinos. Es el primer y único equipo de este tipo en el Perú.

Por Jaro Adrianzén

Su origen nos hace volver la mirada a la formulación del Plan Maestro para el Centro Histórico de Lima (CHL), un documento-guía de ejecución al 2029 (con visión al 2035) que traza la ruta para recuperar, poner en valor y devolverle su brillo a esta parte de la capital. Entre las decenas de variables que abarca, como paisaje, vivienda, patrimonio inmaterial y material, se incluyó un punto neurálgico: la prevención y por ende protección de casonas e inmuebles patrimoniales en el CHL. Así nació el equipo de Gestión del Riesgo en Patrimonio Cultural de la Municipalidad de Lima (MML), a cargo de Prolima.

Partamos de una necesaria explicación: en el CHL existen miles de inmuebles clasificados de diversa manera según su valor patrimonial (monumentos como tal, de ‘valor monumental’ y de ‘valor monumental moderno’). A su vez, existen propietarios privados y de carácter público, como la propia comuna limeña o la Beneficencia Pública. Esta última institución, por ejemplo, es propietaria del Hospicio Bartolomé Manrique, recuperado integralmente y cedido en uso a la MML, que se encargó de toda su restauración y puso en funcionamiento su oficina de Trámite Documentario y la Pinacoteca Municipal Ignacio Merino.

Prolima. Inmuebles

Apuntalamiento al interior de un inmueble en el jirón Callao.

En los inmuebles con propietarios privados o posesionarios, sin embargo, la historia es distinta: por ley, no está permitido invertir dinero público para su restauración o puesta en valor, por más deteriorados que se encuentren. Por lo tanto, el rol de la comuna, a través de Prolima, se basa en dos acciones clave: la promoción y asesoramiento para la elaboración de un proyecto de recuperación, que deberá ser elevado por los propietarios al Ministerio de Cultura (Mincul); y las acciones preventivas de urgencia.

Allí entra a tallar el equipo de Gestión de Riesgo en Patrimonio Cultural, cuyos recursos son asignados gracias a la capacidad y expertise de sus especialistas para atender los inmuebles del CHL.

Ingenieros, arquitectos, restauradores, carpinteros, ebanistas y otros integrantes con conocimientos en la restauración de patrimonio cultural conforman un nutrido equipo de 58 personas a cargo de salvaguardar las infraestructuras en peligro y, sobre todo, la integridad de quienes las habitan. Su cronología de acción se resume así: tras una inspección preliminar del inmueble en cuestión, el equipo identifica el nivel de riesgo y vulnerabilidad de la estructura. A continuación, se exploran muros, carpinterías y diversas superficies para asignar un grado de riesgo, lo que facilita el proceso para priorizar las intervenciones (no olvidemos la gran área que abarca el CHL).

Prolima. Inmuebles

2. El equipo está integrado por ingenieros, restauradores, carpinteros y ebanistas

Las acciones del equipo pueden ser de apuntalamiento o reforzamiento de la estructura. En ambos casos, se utilizan puntales de madera [ver fotos] -que pueden ser de tornillo o copaiba, por ejemplo- para darle estabilidad y evitar el derrumbe o colapso. Uno de los casos más comunes de apuntalamiento es en los balcones, que el lector podrá encontrar en varios puntos del CHL. El margen de acción también incluye el desmontaje, reparación y reinstalación de elementos muy deteriorados en la fachada de un inmueble, como las cornisas que, ante un posible desprendimiento, representan un peligro potencial para los transeúntes que utilizan la vía pública.

Cabe aclarar que la ejecución de todos estos trabajos busca, además de salvaguardar la integridad de los vecinos del CHL y de los inmueble patrimoniales, darle más tiempo a los propietarios o posesionarios para que elaboren un proyecto de recuperación integral del inmueble, que, hoy en día, es el camino que permitiría su puesta en valor total. De igual manera, a pesar del monitoreo y trabajo constante del área, hay derrumbes intempestivos en inmuebles -en muchas ocasiones por construcciones no autorizadas- o incendios que dañan gravemente sus estructuras y ponen en riesgo la vida de sus habitantes. Desde su creación en el 2019, el equipo ha ejecutado 39 trabajos de emergencia frente a estas situaciones.

A ello se suman las 96 intervenciones de apuntalamiento preventivo, reforzamiento de estructuras y desmontaje de elementos de riesgo, y las 41 acciones para mitigar el peligro en inmuebles de valor cultural. Entre los trabajos más destacados están las acciones de apuntalamiento y reforzamiento en la Casa Barbieri, un hermoso inmueble situado en el cruce de los jirones Rufino Torrico y Callao; la estabilización y apuntalamiento hechos en el tercer piso de la Casona de Osambela, en el jirón Conde de Superunda; o las acciones que se vienen desarrollando en la Casa de la Columna, un espacio multifamiliar, también situado en Superunda, en el que se están apuntalando galerías completas, haciendo labores de reforzamiento en las columnas y trabajando en la estructura de escaleras y barandas, entre otras acciones.

Prolima

Apuntalamiento de balcones de la Casa Barbieri, en el jirón Callao

En este contexto, hay que destacar que el trabajo del área de Gestión del Riesgo en Patrimonio Cultural de la MML es el primero y, por ahora, el único en su tipo en todo el Perú -que cuenta con centros históricos en los departamentos de Cusco y Arequipa. Y que todo su planeamiento y ejecución se hace bajo las recomendaciones de la Unesco para las ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad.

La naturaleza de su campo de acción implica trabajos inmediatos y de emergencia para evitar la pérdida total de espacios patrimoniales deteriorados por el paso del tiempo y el descuido. Es un paso clave en la conservación del vasto valor de nuestro Centro Histórico, abandonado durante décadas pero envuelto en un ambicioso proceso para renacer y recuperar el brío de sus buenos años.

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