Vestigios de los periodos prehispánico, virreinal y republicano hallados bajo tierra son investigados y organizados en un ambiente del Antiguo Hospital de San Andrés, a cargo del Equipo de Arqueología de Lima. A la fecha hay más de 80 mil objetos analizados, inventariados y digitalizados.

Por Jaro Adrianzén

 

Caminar por el Gabinete de Arqueología es como colarse entre los pliegues de nuestra historia. Allí donde abundan los detalles de la evolución de la ciudad, ocultos durante décadas bajo el suelo de sus calles. Cerámicas prehispánicas, azulejos de los años fundacionales, porcelana china que llegó en el siglo XVI, monedas provisionales utilizadas en 1879 o botellas de vidrio de finales de los siglos XIX: más de 80 mil objetos que llevan grabada la evolución de las costumbres y la arquitectura de la Ciudad de los Reyes -y de los extensos valles donde se erigió-, organizados y custodiados por el Equipo de Arqueología de Lima en un ambiente del Antiguo Hospital de San Andrés, en Barrios Altos.

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Una antigua enfermería del Hospital acoge el Gabinete.

Al Gabinete llegan todas las piezas recuperadas de las excavaciones en el Centro Histórico de Lima (CHL), que no son pocas. El rosario de investigaciones del Equipo de Arqueología de Lima, a cargo de Prolima, se distribuye en cinco grandes proyectos: i) Murallas, Baluartes, Tajamares y Portadas de la Muralla de Lima -donde destacó el hallazgo del Molino de Aliaga, el vestigio arquitectónico más antiguo que existe de la ciudad fundacional; ii) Canales de Lima, iii) Antigua Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad -cuyos hallazgos serán integrados a la plazuela de San Francisco, próxima a ser recuperada; iv) Antigua Capilla de la Portería de la Recoleta, en la plaza Francia, y v) Antiguo Hospital Real de San Andrés, donde se ha encontrado el cementerio más antiguo de la ciudad.

Todos los hallazgos llegan al Gabinete con una ficha de campo elaborada por el equipo a cargo de la excavación. Allí se registra la información clave para interpretar los datos arqueológicos: el área y orden en que fueron hallados, así como su nivel de profundidad en la tierra. Luego toca la limpieza: por ejemplo, el material cerámico se lava con agua tratada para quitar las sales que pudiesen perjudicar su conservación, mientras que los metales se limpian en seco, debido a su nivel de oxidación. Previo al análisis arqueológico, los materiales se seleccionan, contabilizan y separan según su función, determinando si formaron parte de un plato de loza, una taza de cerámica vidriada, un azulejo o los huesos de un animal, por dar un par de ejemplos.

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Análisis antropológico de un infante de entre 3 y 5 años, enterrado en el siglo XVII.

El análisis arqueológico va más allá: identifica las características particulares de cada pieza. Con este proceso se pudo determinar que la loza inglesa llegó a Lima a mediados del siglo XIX, gracias a la revisión de los sellos de fabricantes; que la mayoría de fragmentos de cerámica vidriada hallados en el CHL son del periodo entre los años 1600 y 1700, o que la cerámica es el material arqueológico predominante en esta parte de la ciudad. Los estudios también han permitido esbozar una teoría sobre la fabricación de la cerámica vidriada: en base al hallazgo de contenedores para elaborar estas piezas -durante las excavaciones en la alameda Chabuca Granda y en la plaza de Monserrate-, se puede inferir que la cerámica también se hacía en Lima, y que no provenía únicamente de España, México o Panamá, como se ha referenciado históricamente.

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Fragmento de cerámica del rostro de una menina (siglo XVII), hallada durante excavación en la plaza Francia.

Después del análisis correspondiente, se fotografían las piezas más atractivas y toda la información es digitalizada en un inventario e informe de cada excavación, lo que permite el cruce y contraste de toda la información recopilada. Luego, los materiales se almacenan en cajas de cartón plast con formatos de ubicación que requiere el Ministerio de Cultura. El objetivo, por supuesto, es que los hallazgos alimenten tanto investigaciones como exposiciones en museos, en aras de difundir su valor cultural e histórico al público en general.

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Medallas y crucifijos de metal de los siglos XIX y XX.

La génesis de todo este trabajo se remonta a la formulación misma del Plan Maestro para el CHL, que incorporó el componente arqueológico frente a la necesidad de investigar la evolución y secuencia de los espacios públicos antes de su recuperación y puesta en valor. El Gabinete, ergo, nació como consecuencia natural del Equipo de Arqueología de Lima. El paso del tiempo nos ha dado una prueba irrefutable de que fue una decisión acertada: a la fecha, los especialistas de Prolima han analizado, inventariado y digitalizado 80 mil 172 elementos arqueológicos, entre fragmentos y piezas completas de material cultural recuperado. Y va por mucho más: mientras usted lee estas líneas, otras 50 mil piezas provenientes de excavaciones activas en el CHL vienen siendo analizadas.

 

*Este artículo fue elaborado con información proveída por Héctor Walde y Diego Santamaría, jefe del Equipo de Arqueología de Lima y arqueólogo responsable del Gabinete, respectivamente.

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