Algunas empresas inmobiliarias se unen en el distrito de San Miguel para contribuir con la construcción de más áreas verdes para el proyecto Costa Verde.

Por Luis Felipe Gamarra

San Miguel

En 2003, según la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco), el precio del metro cuadrado en la zona de los acantilados de San Miguel valía 70 dólares. Para 2015, el mismo metro cuadrado, según la misma institución, valía 1598 dólares. ¿Cómo es posible que en poco más de una década el precio del metro cuadrado se multiplique por más de veinte? Para el alcalde de la municipalidad, Eduardo Bless, existen un conjunto de factores, pero principalmente uno: el cierre del Colector Costanero, que durante más de sesenta años vertió en esa zona el desagüe de 24 distritos de la capital. “A partir de ese momento, sin malos olores ni amenaza de contaminación de cara al mar, adquirir una propiedad en el malecón superior se convirtió en una inversión con potencial de ser tan lucrativa como en Miraflores o Barranco”, reflexiona Bless. Precisamente, en 2009, al año siguiente de la clausura del colector, Paz Centenario compró un terreno de ocho mil metros cuadrados, en el que operaba un antiguo frigorífico de pescados, para construir Panoramic, el primer megacondominio del distrito, un coloso de seis torres, con quinientos departamentos. Pronto, el resto de inmobiliarias le siguieron la pista. Se estima que las propiedades del distrito se han revalorizado en 130% desde 2009.

Con el fin de hacer sostenible la oferta inmobiliaria, sobre todo en la zona del acantilado, las constructoras que lideran el desarrollo del sector en San Miguel –Paz Centenario, Besco, Imagina, AyG, Urbana y Actual–, firmaron un convenio con la comuna para donar catorce mil metros cuadrados de áreas verdes –equivalentes a quince canchas de fútbol–, con áreas de juegos para niños y zonas para actividades deportivas y culturales. Marcel Cerdán, gerente comercial de la constructora Paz Centenario (Grupo Romero), señala que en la primera etapa de este proyecto se intervendrán las áreas abandonadas desde Maranguita hasta el límite con La Perla. Las obras, con una inversión de 250 mil soles, concluirán en diciembre. La segunda etapa, con participación del municipio, incorporará la construcción de un malecón, una ciclovía e iluminación ornamental, así como el relleno adicional a la zona del acantilado para ganar cien metros más de altura para el malecón. Finalmente, en el primer trimestre, se espera que concluyan las obras de la Costa Verde a la altura de San Miguel, para conectar la costanera con las obras del Callao, integrando por fin el litoral limeño desde el Morro Solar hasta La Punta.

El malecón superior de San Miguel intenta replicar los buenos ejemplos de espacios públicos de sus pares en Miraflores, San Isidro y Barranco, pero enfrenta la misma encrucijada de esos distritos: su falta de integración con el mar. Los accesos a la zona inferior aún dependen de una visión conjunta que todavía no ha sido definida por las autoridades, empezando por la Municipalidad Metropolitana de Lima, cuyo proyecto costero todavía es un enigma.

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