Un equipo de especialistas egresados de la Escuela Nacional de Bellas Artes recupera con sus manos -literalmente- el valor histórico, cultural y estético de las esculturas en el corazón de la ciudad. El monumento al Combate del Dos de Mayo fue su bautismo de fuego.

Por Jaro Adrianzén  Fotos Lucía Silva

El diagnóstico resultó estimulante: al monumento a la Victoria del Dos de Mayo, inaugurado en 1874 para conmemorar el fin del yugo español en América, le faltaba una serie de piezas de relevante valor histórico: la espada de la escultura de José Gálvez, el asta de la bandera que sostiene la alegoría del Perú, la corona de puntas, los aretes de perla y la cola de caimán de la alegoría de Ecuador, la garra del cóndor de la alegoría de Chile y las palmas y laureles de su escudo, entre otras. Frente a este escenario, allá por el 2020, el flamante Equipo de Escultores de Prolima iniciaba su labor con un desafío de grandes proporciones: contribuir a que uno de los monumentos más importantes del Centro Histórico de Lima (CHL) recuperara el brío de sus buenos años.

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Reintegración de la cola del caimán de la alegoría de Ecuador, en el monumento al Dos de Mayo.

El estado del Dos de Mayo se replicaba en casi todas las esculturas públicas de esta parte de la ciudad, con elementos de bronce o hierro sustraídos y piezas de mármol vandalizadas. Fue tras ese análisis que Prolima, bajo la premisa de recuperar íntegra y fielmente los monumentos, sumó a las filas de su Equipo de Conservación y Restauración a un grupo de profesionales en escultura egresados de la Escuela Nacional de Bellas Artes que, allá por el 2010, había trabajado en la restauración del Teatro Municipal de Lima. Con el paso del tiempo y la ejecución permanente del Plan Maestro, su labor se consolidó como uno de los pilares para la recuperación rigurosa y de alta calidad del CHL.

La historia en sus manos

La puesta en valor de una escultura pública requiere de un estudio histórico del bien cultural, alimentado por evidencia fotográfica, grabados, escritos y el conocimiento de profesionales en historia del arte. A eso se le suma un diagnóstico del estado de deterioro del bien cultural y una propuesta de intervención elaborada por especialistas en la materia. En paralelo al trabajo de conservación que hace Prolima de los monumentos -retiro de capas de pintura moderna, limpieza química, inhibición del proceso de corrosión, etc.-, los escultores trabajan en el taller para restituir piezas faltantes o elaborar réplicas completas de esculturas, según sea el caso.

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Acabados en réplica de la escultura de la Fe, hoy en el frontis del Hospicio Manrique

A la fecha, se han elaborado y reintegrado piezas -como dedos de la mano, accesorios, partes del rostro, etc.- de las esculturas de mármol de la plazuela del Cercado, el Paseo Colón y la portada e interior de la Alameda de los Descalzos, entre muchas otras. En cuanto a la elaboración de réplicas, por mencionar algunas de las más relevantes, se trabajó en las farolas de la plaza Dos de Mayo, la escultura de El Niño y el Pez de la pileta de la plaza Buenos Aires, la escultura de la Fama en la pileta de la plaza Mayor de Lima, las esculturas de la Fe, la Esperanza y la Caridad, que están en el frontis e interior del renovado Hospicio Bartolomé Manrique; y una serie de piezas de la pileta de bronce de la plaza Italia.

Entre las más importantes destaca la réplica que se hizo de la escultura de la Fama, cuyo diseño buscó acercarse lo más posible a la pieza original de 1650, perdida hacia 1900. El proceso dicta que, una vez aprobado el bosquejo o maqueta, se elabore una estructura de metal que sirva de soporte para la pieza, a manera de esqueleto. Luego se le agrega arcilla para ejecutar un modelado de acuerdo con los patrones de movimiento, vestimenta y accesorios requeridos. Lo siguiente es elaborar un molde de yeso cerámico, que funciona como un “negativo” de la escultura.

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Elaboración de molde en pileta de Concepción, Junín.

La preparación de un molde es el primer paso cuando se quiere replicar una pieza que todavía existe. Por ejemplo, durante la investigación histórica previa a la restauración de la fuente de la plaza Italia, de Barrios Altos, se determinó que esta tenía una ‘pileta gemela’ ubicada en la plaza de Concepción, Junín. Por lo tanto, el Equipo de Conservación y Restauración de Prolima se trasladó hasta la localidad para sacar moldes de una serie de piezas -escultura de la ninfa, fuste del plato superior, relieves de cabeza de león- gracias a los cuales se pudo recuperar integral y fielmente la pileta ubicada en el corazón de Lima, que había sufrido cambios y deterioro con el paso del tiempo.

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El modelado se hace siguiendo patrones de movimiento y detalles de la pieza.

Una vez que se tiene el molde listo, se procede con el vaciado. Según el caso, se utiliza resina y fibra de vidrio, cemento, yeso o bronce, entre otros. Las réplicas que hoy se ubican en el frontis y al interior del Hospicio Manrique, por ejemplo, están elaboradas en fibra de vidrio. Tras el desmoldeo se obtiene el “positivo” de la escultura, con lo cual se da paso a los acabados finales de unión, pulido y pintado especializado, en caso la escultura lo requiera. De más está decir que todos los trabajos respetan la concepción original del monumento, una premisa que se viene aplicando hoy por hoy para la elaboración de réplicas de las esculturas de Cristóbal Colón y el dios Neptuno, que se ubicarán en el mismo lugar que los originales de antaño: en el jirón Chiclayo, frente a la portada de la Alameda de los Descalzos, junto a lo que fuera la casa de la Perricholi.

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Profesionales en el Taller de Escultores de Prolima.

El taller de escultores de Prolima funciona en un ambiente acondicionado del Antiguo Hospital Real de San Andrés, una agradable coincidencia si entendemos su trabajo como una función indispensable para recuperar a un centro histórico que permaneció durante décadas en estado convaleciente. Sus decenas de monumentos y esculturas públicas, descuidadas durante años, hoy están en buenas manos: hay un comprometido grupo de profesionales dedicados a recuperar su valor histórico, cultural y estético.

*Este artículo se redactó con la colaboración de Carlos Saldarriaga, coordinador del Equipo de Conservación y Restauración de Prolima; y Deyvi Wong, encargado del Equipo de Escultores.

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