El alcalde de San Isidro busca redefinir los parámetros urbanos del distrito. Su objetivo: liberar a los vecinos del exceso de vehículos para devolverles la calidad de vida y los espacios públicos que otras gestiones les arrebataron. Sin embargo, pesar de lo sensato que parece, no todos están felices.
Por Luis Felipe Gamarra / Fotos de Josip Curich
La calle Los Libertadores, que se inaugurará el próximo mes, resume el concepto que posee el alcalde Manuel Velarde respecto de lo que debería ser San Isidro: un distrito con veredas peatonales más anchas para caminar, con más áreas verdes y jardines, ciclovías de dos carriles para reducir el uso del transporte motorizado y reducción de parqueos para que no se utilice la calle como cochera pública. No obstante, existen vecinos que se oponen a este enfoque porque sus vehículos, que se estacionaban al frente de sus casas, perderán lo que llegaron a considerar su como su garaje particular. “La calle no es cochera”, les respondió Velarde al inicio de su mandato con una campaña, lo cual despertó enemigos en una comuna que se administró, por lo menos en las últimas décadas, en piloto automático. Después de veinte meses de gestión, tras haber hecho intervenciones focalizadas de mejoramiento de calles, parques y veredas, y definir proyectos más integrales –como Los Libertadores, Paseo Parodi, Rivera Navarrete, Plaza 31–, Velarde anuncia que este año emprenderá obras más ambiciosas, como el estadio de San Isidro, que será remodelado con motivo de los Juegos Panamericanos, que implica la recuperación de más de 85 mil metros de áreas verdes, así como la creación, por primera vez en la historia de la Costa Verde, de una zona de playa en San Isidro para los vecinos del distrito.
–¿Por qué muchos vecinos no comparten su visión?
–La ciudad, por muchos años, se diseñó pensando exclusivamente en el uso del automóvil. A pesar de que de cien personas solo quince utilizan un automóvil privado, nuestras autoridades diseñaron su visión de ciudad en función del carro. Romper con esa tradición no es fácil: se ha convertido, para muchos, en la forma de entender la ciudad.
–¿Quién es el cliente de esa visión: el vecino de San Isidro o el limeño en general?
–El cliente es el vecino de San Isidro. Lo que buscamos, a través de políticas municipales, es devolverle calidad de vida al vecino, que ha sido vulnerada justamente por este diseño equivocado de la ciudad. Pero también somos conscientes de que todos los días llegan al distrito alrededor de un millón de personas para trabajar, hacer trámites o hacer compras. A ellos también les queremos ofrecer un entorno sostenible y amigable.
–¿Y por qué existen vecinos que no “compran” su visión?
–Esta visión nació en el plan de gobierno, elaborado durante la campaña, que se fue afinando con las opiniones de los propios vecinos. Los Libertadores se concibió con la visión de los vecinos que quieren un distrito más viable para ellos y sus familias. Por supuesto, hay legítimas críticas a esta visión, sobre todo en el tema de los estacionamientos. Pero lo que debe quedar claro es que el objetivo final es elevar la calidad de vida, el bienestar, pensando en todas las generaciones.
–Hay familias cuyos carros no entran en sus cocheras y utilizan la vía pública para estacionarse que se sienten fuera de esa visión. ¿Qué les diría?
–San Isidro, como la mayoría de distritos, vivió durante muchos años en la “no visión”. Eso ha hecho que la gente tenga ciertas costumbres, hábitos, que no generan un beneficio ni mejoran la calidad de vida de todos. Este es un proceso que no es de un día para otro. Probablemente, a través de las redes sociales, parece que son muchas las críticas. Pero, la verdad, son la minoría.
–Se le critica la falta de estacionamientos.
–Todo lo contrario: el problema es el exceso de automóviles. Y, para combatirlo, la fórmula no pasa por construir más estacionamientos. A más espacio para el automóvil, se genera más demanda de este, y se crea un círculo vicioso. Para eso tenemos medidas de corto, mediano y largo plazo, que pasan por el diseño de estacionamientos subterráneos, más ciclovías, transporte público de calidad, entre otros. Pero, al mismo tiempo, debe quedar claro que el estacionamiento público no es la cochera del vecino, es de uso de la ciudad.
–¿Quizá falta más difusión de esta visión entre los vecinos?
–Lanzamos la campaña “La calle no es cochera” en la primera etapa de gestión. Hay resistencia, sobre todo entre los que quieren que se mantenga el statu quo. El problema no es la falta de comunicación sino las ganas de querer que esa “no visión” se mantenga. Porque cualquier visión contraria a una visión de una ciudad sostenible es una “no visión”.
–¿Qué otros espacios se podrían reinventar en San Isidro a partir de esa premisa?
–La calle Miguel Dasso, a partir de la construcción de un estacionamiento subterráneo, podría prescindir de los estacionamientos superficiales para ganar espacio para áreas verdes y zonas de esparcimiento. La calle Las Begonias, por ejemplo, gracias a los 800 estacionamientos subterráneos de Rivera Navarrete, podrá prescindir en breve de los parqueos superficiales, que serán reemplazados por áreas de esparcimiento, con bancas y jardines y una ciclovía.
–Lamentablemente, como esa visión no es compartida por el resto de gestiones ediles, se trata de una visión fracturada, que acaba en los límites de San Isidro.
–Hay una coordinación con Miraflores y San Borja. Pero lo que debería suceder es que Lima Metropolitana, con el alcalde al frente, lidere una visión que aglomere a todos los municipios y los lleve a un objetivo, que es trabajar por el ciudadano y la familia limeña. Seguir trabajando para que la ciudad funcione para el automóvil, con el uso de pasos a desnivel, por ejemplo, es una “no visión”.
–¿Existe un megaproyecto en cartera aparte de las inversiones en ejecución?
–En la zona del estadio de San Isidro, con motivo de los Juegos Panamericanos, se recuperarán 85 mil metros para un parque ecológico en los alrededores. Respecto del estadio, será una infraestructura de alto rendimiento con capacidad para practicar hasta diecisiete disciplinas deportivas. En la zona de playa, se recuperarán 56 mil metros, por lo que San Isidro podrá tener playa por primera vez. De acuerdo con el cronograma, las obras se iniciarían en enero de 2017 y culminarán en julio de 2018.
Imágenes: cortesía de la Municipalidad de San Isidro