En una de las escenas culminantes de La Dolce Vita, la película de Federico Fellini de 1960, el personaje de Marcello Mastroianni se arrastra completamente desmoralizado (y borracho) por la orilla de una playa al amanecer, hasta que se encuentra con un grupo de pescadores amontonados. Al acercarse, comprueba que eso que todos contemplan es un monstruo varado y muerto; una criatura de forma desconocida, con un ojo abierto. Un ojo enorme. Marcello le dedica unos instantes al monstruo y luego dice unas palabras, en su estilo tristón pero cachaciento: “Y todavía insiste en mirarnos”. La pieza que creó David Zink Yi en 2011 y que lleva por título “Architheuthis” es la representación de algo parecido, algo que de alguna manera insiste en mirarnos: un calamar gigante hecho de cerámica en un estilo minuciosamente realista y arrojado al piso de la galería como si de una orilla salvaje se tratara. ¿Qué es un architheuthis, después de todo? Pues una criatura real pero también mítica; una criatura imaginada y estudiada pero apenas registrada en vida y movimiento.

Architheuthis es, también, una de las más de doscientas piezas que integran la muestra Próxima parada. Artistas peruanos de la colección Hochschild, que se exhibirá desde febrero de 2017 en el amplio espacio de Alcalá 31, en Madrid. “Próxima parada…” aspira a ser un hito del futuro cercano porque se trata, en palabras del crítico de arte y curador Jorge Villacorta, “de la más grande exposición de arte contemporáneo peruano que se ha hecho fuera del país”. Nada menos. Villacorta fue convocado por el español (radicado en Nueva York desde fines de los setenta) Octavio Zaya, curador del proyecto y destacado especialista (vinculado a la prestigiosa revista “Atlántica”, por ejemplo), para que escriba un texto que ayude a poner los múltiples caminos del arte peruano de hoy en el contexto del coleccionismo y tras una imagen de perspectiva. Ese texto acompañará a la muestra. Pero la mirada, la selección de las piezas, el enfoque, es de Zaya. Y se trata de un enfoque singular: no hay un acento en lo local como demarcación geopolítica ni como dispositivo crítico. Si alguien va a “Próxima parada…” en busca de la Marca Perú, encontrará solo preguntas.

La muestra está sostenida en dos puntos de inflexión históricos: por un lado, el espectro de la modernidad en las piezas de José Sabogal, Fernando de Szyszlo y Martín Chambi; y por otro el conjunto de propuestas de Jorge Eielson, Regina Aprijaskis y Teresa Burga como estandartes de la fascinante vanguardia tardía del Perú. En el entremedio está una de las joyas del proyecto: los tres cuadros de Tilsa Tsuchiya que viajarán a Madrid y que, como dice Villacorta, “constituyen una buena oportunidad para exhibir en el mundo las virtudes de la obra de Tilsa, que además es la figura peruana que mejor cotiza en los mercados del arte en la actualidad”. Después viene lo nuevo, que es el verdadero portento de la colección Hochschild y de la muestra. Primero, un importante y generoso conjunto de instalaciones que incluye hitos como “El segundo cuarto del rescate”, de Sandra Gamarra; “El mundo en llamas”, de Fernando Bryce; o “Ambiente de Estéreo Realidad #12”, de José Carlos Martinat. Y otro importante conjunto de fotografías y series fotográficas, con trabajos notables –verdaderos clásicos contemporáneos– como “Bajo el sol negro”, el políptico que Milagros de la Torre trabajó con procedimientos rudimentarios para incidir en otras precariedades de orden social y cultural; o “Punto ciego”, la magnífica y sencilla serie de Luz María Bedoya sobre el desierto y los trayectos.

Octavio Zaya”, explica Jorge Villacorta, “es muy celebrado por los múltiples retos que implican sus montajes. Por su acento de avanzada. En este caso se trata de afiatar una selección tan amplia de material, con esa doble apuesta por dar a conocer en el mundo tanto la instalación como la fotografía peruana contemporánea”. Pero la cosa no termina ahí: en “Próxima parada…” habrá también video, de la mano de nombres como Gabriel Acevedo, Maya Watanabe o Antonio Paucar; y propuestas excéntricas o sumamente singulares, como la serie de afiches de la reforma agraria peruana que desarrolló Jesús Ruiz Durand en la década de los setenta, y que representa un insólito y feliz encuentro entre el espíritu pop y la divulgación de políticas de Estado. “La exposición será más que probablemente un éxito”, afirma Villacorta, “pues la cantera de la que salen las piezas, la colección de Eduardo y Mariana Hochschild, es un ejemplo de adquisición desprejuiciada y apasionada, que arriesga incluso por formatos no convencionales, como la pieza ‘No hay futuro por delante, solo hay tiempo’, de Gilda Mantilla y Raimond Chaves”.

Como el “Architheuthis” de David Zink Yi, el arte peruano contemporáneo es todavía para el mundo un conjunto de piezas o proyectos reales pero envueltos en un océano mítico, imaginados o entrevistos más que visibilizados. Una muestra como Próxima parada. Artistas peruanos en la colección Hochschild es una espléndida forma de apostar para que las cosas cambien.

Texto:  Diego Otero
Fotos: cortesía de la Fundación Hochschild 

Publicado originalmente en Cosas Lujo n° 8