1. «Hasta el fin”, un generoso tributo a los imprescindibles Voz Propia

El 2016 fue un año tremendo para la mítica banda local Voz Propia, la piedra fundacional del pospunk peruano. Por un lado, perdió a uno de sus integrantes históricos, el carismático Carlos ‘Boui’ Magán, quien murió en enero; por otro, la banda liderada por Miguel Ángel Vidal no solo lanzó un excelente álbum nuevo (“Una vida feliz”), sino que fue objeto de este masivo tributo discográfico (nada menos que treinta canciones en dos discos) a cargo de una heterogénea selección de bandas locales de diferentes estilos y generaciones.

Vale la pena celebrar un lanzamiento tan ambicioso como este, que de hecho ha involucrado el esfuerzo conjunto de dos sellos independientes (Muki Records y Trilce Discos) y que no tiene parangones en la escena local (se han hecho “discos de tributo” antes, claro que sí, pero ninguno con la coherencia y la calidad de este “Hasta el fin. Tributo a Voz Propia”).

El problema con proyectos de naturaleza colectiva como este es la imposibilidad de mantener un mismo nivel de excelencia entre todos sus cortes. Estas tres decenas de versiones de los clásicos de Voz Propia podrían ser clasificadas entre las brillantes y reveladoras (“Paz o indiferencia”, de Cocaína; “Fiesta negra”, de Demencia; “Lentes amarillos”, de Inyectores; “El momento”, de El Aire; “Espejo quebrado”, de Varsovia; “Ya no existes”, de Reino Ermitaño; “En mi mente”, de Verde Luna; “Espíritu”, de Irinum; “Nocivo el aire”, de Moldes, etcétera); las que son, simplemente, cumplidoras (“Mil muertes”, de Bajo Sospecha; “El sueño”, de Cementerio Club; “Flor de un día”, de Los Mortero; “Los días y las sombras”, de Mar de Copas; “No ir”, de Dolores Delirio…) y las que planean entre el desconcierto y la irrelevancia.

El balance, al final, es mucho más que positivo: Voz Propia es una de las pocas sobrevivientes de la escena subte local de los 80 que sigue nutriendo su obra y su leyenda con canciones sencillamente memorables. Por eso, este tributo no solo es merecido, sino sumamente oportuno. Consíganlo ya.

2. Adiós, verano

Viene siendo una temporada muy calurosa y conviene despedirla con baile y transpiración: este 23 de marzo, en el Parque de la Exposición, el festival Happy Ending, organizado por Veltrac, presentará un atractivo cartel que incluye el pop festivo y tropical de los colombianos Bomba Estéreo, la nostalgia californiana de Sublime with Rome y la electrónica emotiva y trascendental de Caribou, el estupendo acto fundado por el canadiense Dan Snaith, que ofrecerá en Lima un recital con banda completa. Todo está servido para que sea una noche memorable. Entradas en Teleticket.

3. Elefantes del desierto

El colectivo tuareg Tinariwen tuvo que exiliarse en desiertos distintos a su Sahara natal para grabar “Elwan” (“Elefantes”), su más reciente producción discográfica, pero los cambios en el entorno no han afectado la absoluta magnificencia de su performance: este álbum, grabado entre Joshua Tree, en California; y un oasis al sur de Marruecos, cuenta con invitados occidentales excepcionales (Kurt Vile, Matt Sweeney y Mark Lanegan) y es, probablemente, el trabajo más accesible e inmediato de toda su ya extensa trayectoria. Esencial.

4. Corazón partido

Uno de los cantautores más talentosos e idiosincrásicos de nuestro tiempo vuelve a sumergirse en las ciénagas de la decepción amorosa para refrendar un disco que, si bien está marcado por el desencanto ocasionado por un divorcio muy complicado, no podría ser calificado como un álbum pesimista. De hecho, “Prisoner”, la más reciente producción de Ryan Adams (por favor, no perpetrar el gazapo de confundirlo con el casi homónimo canadiense que se presentará en Lima el 19 de abril), tiene momentos muy luminosos, casi siempre arraigados en la nostalgia ochentera y el infalible instinto del artista para confeccionar melodías urgentes y memorables. Este será su segundo disco centrado en los estragos emocionales que deja una separación tras el clásico “Heartbreaker”, su debut del año 2000, pero las diferencias entre ambos trabajos son notorias. El Adams pos-Mandy Moore (estuvo casado durante seis años con la actriz y cantante) de “Prisoner” es un creador en plena madurez, que no precisa seguir ninguna corriente o moda transitoria para seguir siendo relevante y atemporal. Este es uno de esos discos que acompañan y consuelan. Como los de antes.

Por Raúl Cachay