Conversamos con el actor inglés Jude Law en una isla paradisíaca cerca de Venecia, donde nos citó para hablar acerca de The Young Pope, la serie original de la cadena HBO que pronto empezará a transmitirse en América Latina, en la que interpreta a un atípico Papa de origen estadounidense: es huérfano, abandonado por sus padres hippies, criado por monjas en un orfanato y adicto a los cigarrillos y la Coca Cola Zero.
Siendo británico, ¿cómo enfocaste un personaje como el Papa?
Siempre trato de llegar a mis personajes desde un punto de vista neutro, por lo que, a pesar de ser inglés, tener 44 años, además de mis otras características personales, intento que ellas no influyan en mi caracterización. En este caso, supe que necesitaba leer e investigar para comprender mejor la fe católica, lo que significa ser un Papa, y cómo es vivir y operar en un lugar como el Vaticano. Comencé leyendo la Biblia y luego leí la historia papal en el Vaticano. Me impresionó que en ese lugar sagrado hubiera un banco, una tintorería, una farmacia donde se vende crema para hemorroides… (explica, entre risas). Pero, para ser honesto, en mis lecturas no encontré respuestas ni sentí que me acercaba al personaje. Aprendí mucho, pero no me sentía preparado para meterme en los zapatos de este Papa. Paolo Sorrentino (el director), muy sabiamente, sugirió que me concentrara en el hombre, y entre ambos repasamos el guion para entender la historia de Lenny Belardo, entender cuál es la motivación que lo llevó a tener tanto poder en la Iglesia a tan temprana edad. Hicimos una lista con las reglas por las cuales Lenny se conduce, lo que me permitió entender cómo se maneja con la gente. Es un hombre misterioso y a la vez poderoso. Creamos un hombre real. Para mí, el que fuera el Papa pasó a ser algo secundario.
¿Crees que el Vaticano es un sitio político?
Por supuesto, y así lo interpretamos en esta serie. El Papa es como un presidente relacionándose con el Senado, manteniendo una imagen internacional y dirigiendo a millones de fieles. Diariamente, además, debe preguntarse en qué consiste tener fe. Nuestra serie se enfoca específicamente en la política y las maquinaciones que se dan tras los muros del Vaticano. Pero, más que eso, mostramos la relación de Lenny con la fe y consigo mismo, ya que pasa por una crisis personal. La clave de este hombre es que es un huérfano que busca las razones de su abandono a través de la fe.
¿Cuál es tu relación con la fe?
Buena pregunta. La fe para mí es algo diario, de hora a hora, que evoluciona constantemente. No sigo ni me adhiero a una religión en particular, aunque estoy más cerca del budismo. En este momento siento más curiosidad por el orden natural de las cosas que por el orden imaginado. Es algo que veo reflejado en las relaciones con mi familia y en mi comprensión de lo que significa ser padre.
¿Temes a las críticas o comentarios por tu trabajo en esta serie?
No me sorprende que se produzcan reacciones variadas. Es un tema muy fértil, que genera sensaciones encontradas en muchas personas. Desde el comienzo, nuestra intención fue ser curiosos, respetuosos, no juzgar, no ser malos o escandalosos. Pero a raíz del título –“El joven Papa”–, muchos pensaron que se trataría de un Papa muy liberal, que cambiaría las cosas. Pero la sorpresa que se llevaron es que se trata de un Papa dogmático, más bien conservador, que le teme a Dios. En lugar de juzgarla, como me lo comentó el propio Paolo (Sorrentino), estamos mostrando un espejo de la fe y de la institución de la Iglesia.
Sorrentino dijo que una de las razones por las que te ofreció el papel fue porque eres guapo… ¿Qué piensas de eso?
Me he dado cuenta de que para mí es más sano no considerar la percepción que los demás puedan tener de mi persona, porque reduce mi capacidad de flexibilidad en mis interpretaciones. Me puedes acusar de ser ciego o indiferente, pero me siento mejor comportándome la mayor parte del tiempo como si esa característica mía no existiera. En mi casa soy Jude. Todos tenemos una relación con nosotros mismos, y trato de no pensar demasiado en el Jude público, salvo cuando estoy en festivales de cine o en la alfombra roja saludando a los fans. Es la prerrogativa del director contratarme y espero que sea por mi trabajo más que por otra cosa. Al respecto, Paolo explicó: “Aunque un Papa sea guapo, necesita olvidarse de ello o al menos no tomarlo en cuenta. Jude puede hacer eso. Hay que recordarle que es hermoso, porque parece que no lo sabe y además es tímido. Tiene una curiosidad infantil acerca del mundo, pero, al mismo tiempo, posee la inteligencia de un adulto. Además, es bondadoso”.
Por Yenny Nun
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