A propósito de la visita del papa Francisco a nuestro país, conversamos con el periodista más cercano al Sumo Pontífice, el vaticanista italiano Andrea Tornielli. Además, recogemos los testimonios de Carmela Aspíllaga, corresponsal de prensa durante los históricos viajes de Juan Pablo II al Perú; Luis Gaspar, director ejecutivo de la visita del papa Francisco a Lima, y la supermodelo Valeria Mazza, quien ya ha sido convocada en dos ocasiones como maestra de ceremonias del Vaticano.

Por Mariano Olivera La Rosa

Ayacucho, Perú, 1985. El papa Juan Pablo II se dirige a la multitud desde un estrado cercado por soldados y rejas. Parece un fortín de guerra. El terrorismo amenaza la tranquilidad de los peruanos, pero las ganas de estar frente al Papa pueden más que el miedo. “La violencia no es apta para vencer, ni para convencer de que el mal es camino hacia el bien”, dice el Papa, mientras miles de ayacuchanos lo contemplan con las manos y el rostro crispados sobre las rejas.

“Fue impresionante”, recuerda Carmela Aspíllaga, autora del libro “Juan Pablo amigo. El histórico viaje del Papa al Perú”. Como corresponsal de prensa, Carmela cubrió las dos visitas que nos hizo Juan Pablo II. En la primera –que, además, significó la primera visita de un Papa a nuestro país–, en febrero de 1985, el Sumo Pontífice recorrió Lima, Arequipa, Cusco, Ayacucho, Callao, Piura, Trujillo e Iquitos, en un lapso de cinco días. En la segunda, en mayo de 1988, solo se quedó cuarenta horas, en Lima, para el Congreso Eucarístico Mariano Bolivariano.

Juan Pablo II fue el primer Papa en visitar el Perú. Llegó en febrero de 1985 y visitó ocho ciudades, entre ellas, Cusco. Allí celebró misa en la fortaleza de Sacsayhuamán.

En Ayacucho, Carmela estuvo en el estrado, con el Papa apenas a cuatro metros de distancia. “Le regalaron un retablo ayacuchano bastante grande”, relata. “Él abrió las puertecitas, y dentro estaban representados todos los ayacuchanos, con el corazón descubierto, lleno de espinas. El Papa estaba representado inclinándose y quitando espinas de un corazón. Cuando vio esto, se conmovió hasta las lágrimas”, continúa.

“Lo vimos llorar… El sentir del Papa iba muchísimo más allá de su mensaje; había una compenetración, una empatía con todos. No se ceñía al protocolo ni a los discursos previstos. Muchas veces armaba una especie de tertulia con el público, por eso también resultaban tan gratos los encuentros con él”, explica Carmela. “No hacía nada de cualquier manera, irrumpía con una sintonía enorme… Para mí fue un privilegio acompañarlo”.

El organizador

El bonaerense Jorge Mario Bergoglio asumió como el primer Papa latinoamericano en marzo de 2013, en sustitución del alemán Benedicto XVI, quien renunció al solio. El papa Francisco visitará el Perú del 18 al 21 de enero de 2018.

En aquella histórica misa del papa Juan Pablo II en Ayacucho, entre el público asistente se encontraba Luis Gaspar. Con diez años de edad, no imaginaba que más de tres décadas después concelebraría una misa con el papa Francisco en Bogotá. “Yo soy de Ayacucho”, dice el padre Luis Gaspar. “Ese día marcó un antes y un después en mi vida”. Tampoco imaginaba que hoy sería el director ejecutivo de la visita del papa Francisco a la Arquidiócesis de Lima. “Esperamos que el mensaje del Papa pueda ayudarnos en la unidad y la esperanza; así, marcará un antes y un después en el Perú, en cada peruano, como en su momento lo hizo Juan Pablo II”.

En esta ocasión, el Sumo Pontífice permanecerá tres días entre nosotros –del 18 al 21 de enero, luego de tres días en Chile–, y visitará Lima, donde, entre otras actividades, por primera vez se reunirá con religiosas de vida contemplativa de todo el país, en el Santuario del Señor de los Milagros. “Se ha invitado a los cincuenta y cuatro monasterios que hay a nivel nacional, y ya se ha confirmado la presencia de más de quinientas religiosas”, apunta Gaspar. También estará en Puerto Maldonado –donde sostendrá un encuentro con los líderes de veinticinco comunidades nativas de la Amazonía– y Trujillo –donde tomará contacto con víctimas del fenómeno de El Niño de este verano–.

En setiembre de este año, el papa Francisco visitó Colombia. En la foto, junto con el presidente Juan Manuel Santos.

“Estas tres ciudades son privilegiadas; tienen que acoger al resto del Perú”, precisa el padre Gaspar, antes de pronunciarse sobre dos aspectos de la visita del Papa que cobraron protagonismo a lo largo de estos últimos meses: el cambio de sede de la santa misa –de la Costa Verde a la Base Aérea Las Palmas– y el presupuesto que demanda su visita –el gobierno asignó 37 millones de soles para contribuir a costearla–. “Al tratarse de una base militar, no puedes ingresar a cualquier hora o cualquier día; hay permisos, y todo un tema de seguridad nacional. Ahí están los aviones Mirage, por ejemplo… Todo eso nos preocupaba”, admite Gaspar. “No es lo recomendable. De hecho, creo que es la primera vez que el Papa va a ir a una base militar. Hay que tener cuidado de no militarizar su visita a esta base aérea”.

Sobre el presupuesto que acarrea la llegada del jefe de Estado del Vaticano, el padre Gaspar apunta que “la visita del papa Francisco al Perú no tiene precio. La marca Perú se va a vender a nivel mundial, y los periodistas internacionales van a cubrir la visita. Esos días el Perú va a ser el centro del mundo. Y a nivel espiritual, viene como un padre a ver a sus hijos, nosotros los católicos, y en esta nación la gran mayoría es católica”.

El experto

El Papa llegará con una comitiva de aproximadamente setenta y cinco personas, entre las que se incluyen la guardia suiza, miembros de su seguridad personal, su médico de cabecera, personas responsables de su alimentación y un numeroso grupo de periodistas internacionales. Uno de ellos será el vaticanista italiano Andrea Tornielli, quien no solo ha entrevistado al papa Francisco en su casa de Santa Marta –y ha revelado detalles de la cotidianidad del Pontífice, por ejemplo, que se afeita dos veces al día–, sino que, además, después de que Ratzinger fuera elegido papa en 2005, dio la primicia mundial de que Jorge Mario Bergoglio había quedado en el segundo lugar de las preferencias entre los cardenales. Conversamos con él.  

¿Cómo así nació tu vínculo con el papa Francisco?    

Lo conocí unos diez años antes del cónclave de 2013. Lo encontré en Roma, como cardenal, y estuvimos en contacto en los años siguientes. Una o dos veces al año, siempre tenía el tiempo para hacer una cena con unos amigos en común. Y después de su elección, no cambió su actitud con las personas que ya conocía. Entonces, en 2015, en vista del Jubileo, le propuse escribir un libro-entrevista sobre la misericordia (“El nombre de Dios es Misericordia”), y luego aceptó darme una entrevista, con la que introduzco el libro “Los viajes de Francisco”.

El periodista italiano Andrea Tornielli es autor de varios libros vinculados al Vaticano. En “Los viajes de Francisco” y “El nombre de Dios es Misericordia” entrevista personalmente al papa Francisco.

Siendo cercano a él, ¿cómo lo describirías, tanto a nivel personal como en su rol de Papa?

No hay diferencia entre el hombre privado y el Papa público. Lo que me llama muchísimo la atención en él es su capacidad de cultivar las relaciones, de estar siempre disponible, y, sobre todo, su ternura y cercanía. En ese sentido, regresa a la actitud de Juan Pablo II. Es un Papa que no tiene nada que ver con el protocolo de la Corte Pontificia, un hombre muy sencillo.

 ¿Realmente está llevando a cabo cambios profundos al interior de la Iglesia? Algunos sectores lo acusan de tribunero, de ser un Papa de eslóganes…

Mira, él intentó una reforma de las oficinas administrativas que manejan el dinero del Vaticano, de toda la estructura de la curia. Pero lo más importante es lo que él llama una reforma de los corazones, esa actitud misionera, esa conversión pastoral de la que habla constantemente. La Iglesia siempre pide ser reformada, pero el sentido verdadero de esta reforma es más profundo, pasa por la capacidad de descubrir el origen evangélico. Otra cosa muy importante, en mi opinión, es que la Iglesia no es el Papa, somos nosotros; no debemos tener todo la atención centrada en él o en su capacidad de reformador. La Iglesia no necesita de grandes reformadores, necesita más de una santidad cotidiana, de gente que vive el Evangelio… No creo que reformarse signifique acercarse a las agendas que unos grupos le piden. Creo que el Papa está siendo capaz de acercar un poquito a gente que estaba más lejana, pero hay cosas del Evangelio que no se pueden cambiar porque el mundo lo pide ahora. El Papa explicó varias veces que él es fiel a la enseñanza de la Iglesia.

¿Hay resistencia al Papa dentro del Vaticano?

Claro que hay resistencia, pero he aprendido a ver estos problemas desde la perspectiva histórica. Todos los últimos Papas han experimentado una resistencia muy fuerte, tal vez al interior más que en el exterior. Pero la novedad que observo en estos tiempos es el papel de las redes sociales. Los social media han dado un poder fortísimo a grupos que, en realidad, no representan a muchísima gente, pero tienen una gran voz, un púlpito, una ocasión increíble de ser conocidos, escuchados, y de poner en la red estos juicios que, casi siempre, son más bien prejuicios.

¿Cómo encara el papa Francisco asuntos como la corrupción financiera o la pedofilia?

Sigue la línea de Benedicto XVI, de tolerancia cero frente a estos abusos y de atención a las víctimas, si hablamos de pedofilia: de no encubrir y afrontar las situaciones de una manera arrepentida. Y sobre los temas financieros, busca producir verdadera transparencia y conformidad frente a las leyes internacionales contra el lavado de dinero.

Para Tornielli, cada viaje del Papa no solamente genera un encuentro, sino un probable elemento de pacificación, de ayuda. Por ejemplo, cuando viajó a la República Centroafricana, a finales de 2015, Francisco visitó el único hospital pediátrico del país, que, en ese momento, ni siquiera contaba con oxígeno. “Después de su visita, fue capaz de provocar donaciones, y ahora el hospital es otra cosa”, concluye. ¿Sigue siendo un Papa que no gusta de los viajes, como Benedicto XVI? “No le gustan como idea, pero los considera necesarios”, afirma el vaticanista. “Luego de Juan Pablo II, el Papa no puede evitar viajar”.

 Valeria Mazza y el papa

La top model y su esposo Alejandro Gravier se acercaron a saludar al papa Francisco meses después de su elección.

Desde Buenos Aires, la supermodelo argentina nos habla de su vínculo con el papa Francisco.

A mediados de 2015, Valeria Mazza recibió una llamada de parte del papa Francisco. Le ofrecieron ser la maestra de ceremonias de la cumbre Modern Slavery & Climate Change, the Commitment of the Cities, en el Vaticano, donde se congregarían alcaldes de distintas ciudades del mundo para hablar del cambio climático, el tráfico de órganos y el trabajo esclavo. “Imagínate mi sorpresa y alegría… Obviamente dije que sí”, recuerda Valeria, quien conoció a Jorge Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires, allá por 2003. “Lo conocimos –ella y su esposo, el empresario Alejandro Gravier– en un encuentro muy especial, vinculado con los veinticinco años de pontificado de Juan Pablo II. Luego hemos visto a Jorge Bergoglio en diferentes oportunidades, en Buenos Aires. Y, después de que lo nombraron Papa, fuimos a una audiencia a saludarlo y felicitarlo. Como argentinos, estábamos muy orgullosos de que el mundo tuviera un Papa tan cercano a nosotros”.

En aquella ocasión, Francisco les dijo que volvieran a visitarlo junto con sus cuatro hijos –Balthazar, Tiziano, Benicio y Taína–, y así lo hicieron unos meses más adelante. “Fue muy lindo, los niños tenían mucha expectativa, y justo el tercero estaba por hacer la primera comunión; entonces, fuimos con una carga espiritual importante. Y todos habían preparado algo para decirle”. Valeria describe al Papa como una persona muy cariñosa. “Irradia carisma y una paz especial”, cuenta. “Él piensa que es importante trabajar desde lo que llama ‘la periferia’, desde la gente, por eso en esa cumbre había convocado a representantes de las ciudades”.

En 1998 Valeria se convirtió en la primera modelo en ser recibida oficialmente por el papa Juan Pablo II en el Vaticano.

 

Ya en 2016, Valeria volvió a ser convocada como maestra de ceremonias de otro encuentro papal; esta vez con jueces y fiscales de todo el mundo. “Fueron dos días. Yo venía trabajando con una fundación, sobre el trabajo infantil en zonas rurales de Argentina. Fue un encuentro emotivo, interesante… Al final del segundo día habló el papa Francisco”, precisa.

“En realidad, mi verdadera vocación es ayudar al otro”, revela la ex supermodelo que, durante la década de los noventa, alternaba pasarelas, campañas publicitarias y portadas de revistas con colegas como Claudia Schiffer, Naomi Campbell o Cindy Crawford. “Desde pequeña tuve una inquietud muy grande por colaborar y ayudar. Siempre tuve mucha conciencia del otro, y a los trece años fue la primera vez que participé como voluntaria de unas olimpiadas especiales. Después, aproveché la popularidad que me dio el trabajo como modelo para poder dar visibilidad a diferentes causas relacionadas con la educación, la salud y la discapacidad”, explica. “Creo en poder dar visibilidad a los que más lo necesitan, porque quiero un mundo más equitativo”.

¿Qué opina de la próxima visita del papa Francisco al Perú? “Siento mucha envidia de todos los peruanos, que lo van a tener ahí con ustedes”, dice, entre risas. “Creo que deben esperar la llegada del Papa con el corazón abierto, porque estoy segura de que los va a llenar de luz, paz, amor, fraternidad… Cada una de sus palabras tiene tanto contenido que, realmente, los envidio un poco porque él no viene a Argentina, pero estoy feliz de que venga a Latinoamérica, y que vaya al Perú, que es un país al que yo quiero mucho. Siempre estoy por allí un par de veces al año. Les mando un beso y felicidades, porque ya falta poco para las fiestas”.