Ver Retablo de carnavalespectáculo del Elenco Nacional de Folclore en el Gran Teatro Nacional, es comprender de repente el deleite de ser peruano. En un país de evidente riqueza, la agrupación ha logrado condensar costa, sierra y selva en un homenaje bailado que resalta por la calidad de cada una de sus partes: escenografía, coreografías, iluminación y la técnica alcanzada por sus bailarines. La fiesta patronal sube al escenario despojada de azar para convertirse en un show coreografiado al detalle. Es el privilegio de ver tradición y disciplina encontrarse con el fin de celebrar un orgullo patrio que ya no se sitúa en la historia, sino en las posibilidades del presente. 

El Elenco Nacional de Folclore existe hace ocho años. En este periodo de trabajo continuo ha estado bajo la dirección de Fabricio Varela, con quien conversamos de danza, trabajo y el sueño de tener el mejor ballet folclórico del mundo. 

 

La creación de un elenco

¿El mejor ballet folclórico del mundo?

Es lo que les dije a los bailarines desde el primer ensayo. Esa es la meta. Se rieron, pero, después de 8 años y de ver el trabajo que ellos mismos han hecho, ya se creyeron la historia. Hemos estado en Colombia, México y Brasil, y cada viaje ha sido una oportunidad para darse cuenta de que es posible. Se debe a la forma en la que trabajamos. Una vez que tienes cierto estándar te das cuenta de que estás mucho más cerca de aquellos que antes te impresionaban.

¿Cómo se llega a ese estándar?

Mi visión es estar al mismo nivel que las grandes compañías del mundo. Piensa en la Compañía de Danza Folklórica Mexicana o en el Ballet Folklórico de Antioquia. Siempre hemos creído que el folclore es como sale, pero si te vas a dedicar a esto debes aprender a verlo como una profesión, y toda profesión necesita una formación acorde. 

¿Cómo se traduce esta idea a los ensayos, por ejemplo?

Desde el día uno llevan una hora de técnica de danza, de ballet y formación de la parte física. Estándares de cualquier compañía. Tenemos que hablar el idioma universal de la danza, saber qué es una primera posición, una segunda posición. La base está en el ballet. Necesitamos personas capaces de interpretar la variedad de bailes que tiene el país, y de hacerlo bien. 

¿Fue difícil conseguir bailarines con este rango de habilidad?

Las audiciones fueron complejas porque la gente no creía que realmente iba a haber un elenco. Empezamos recién en el 2008, cuando básicamente éramos una laptop y yo. Para ese entonces teníamos una sinfónica, un ballet clásico nacional, pero no una compañía de danzas típicas. Empezamos con 12 parejas y no al nivel que yo quería. Por eso han sido 8 años de trabajo, y nos queda por hacer. 

Ha sido formar a los bailarines… 

Muchos venían ya con experiencia, pero a la hora de volcar en ellos lo que quería, no estaban en el nivel óptimo. Con el paso de los años ellos mismos se han dado cuenta. Se ven en videos y se sorprenden. Lo que ves es realmente resultado de mucho trabajo y disciplina. Y no solo en un tema de baile sino en lo que proyectan en escena. La postura del bailarín es otra cuando tienes una técnica, cuando el ensayo es constante, cuando tiene el dominio del escenario.

Los años de Retablo de carnaval

La relación con el público crece cada año. ¿Cómo empezó?

Vinimos al Gran Teatro Nacional en el 2012, pero nos presentamos desde el 2008. Hacíamos un espectáculo que se llamaba Domingos de folclore en el Auditorio Los Incas. Entraban unas 500 personas y estábamos felices porque lo llenábamos. La gente hacía cola, nos pedía más, nos felicitaba. En ese tiempo nosotros mismos colgábamos los telones, la escenografía y el público terminaba aplaudiéndonos en pie.

¿Qué cambió con la mudanza de teatro?

Imagina el reto de crear un espectáculo para uno de los mejores teatros de América, con la mejor tecnología y capaz de recibir a unas 1400 personas. Fue como pasar de la primaria a la universidad. Lo bueno fue que la difusión creció, aunque todavía tiene por expandirse. Lo importante es que cada vez más gente lo vea. Años de escuchar los comentarios del público nos han hecho darnos cuenta de lo importante de que es para el país, para que lo conozcamos y sepamos con qué nos identificamos cuando nos llamamos peruanos. 

¿Es complicado condensar tanto en un show de dos horas?

En realidad no. La ventaja de Perú es que levantas una piedra y encuentras riqueza cultura e insumos suficientes para crear un espectáculo. Tienes tanta información, tanta historia. 

Por lo mismo, si es tanto, ¿cómo seleccionar?

Vamos poco a poco. Al principio tomamos lo más conocido y lo fuimos complementando. Por ejemplo, sabes lo que vas a ver cuando anunciamos un huaylas, pero tal vez no cuando hablamos de una negrería de Yauyos. Sabes cómo es una marinera norteña, pero dices «marinera de Áncash» y la gente no tiene idea. Empezamos por lo básico para tener un repertorio variado pero conocido, y luego fuimos sumando. Ahora tenemos alrededor de 60 cuadros montados. 

¿Cómo realizan la investigación para cada danza?

Tenemos profesores encargados de la preparación básica, pero aparte traemos a los expertos que necesitamos. Si queremos bailar como en el carnaval de Santiago de Pupuja, viene algún maestro de allá, o nos contactamos con alguien que sea un experto reconocido. Vamos a la fuente. 

¿Hay algo en especial que te llene de orgullo?

Nunca antes las entradas volaban con tanta anticipación para un espectáculo de danza folclórica. La gente no sabe qué va a ver, pero escucha que es un Retablo y compra. Vamos en nuestra temporada 16. También que estamos acercando a la gente a sus raíces, y tal vez cambiando su percepción del estado. Había esta idea de que todo lo que hace el gobierno está mal, y nos estamos probando entre peruanos que depende de cada uno, y que lo público puede y debe exigirse el más alto nivel.

Retablo de carnaval estará en el Gran Teatro Nacional hasta el 28 de marzo. 

Por Alejandra Nieto