Cuenta Verónica Ferrero que la idea de crear un espacio dedicado exclusivamente al arte femenino nació de la preocupación de Wilhelmina Holladay, una coleccionista de arte que, al ver que los grandes museos del mundo no exhibían una cantidad considerable de obras de mujeres, decide crear uno que les dé la exposición que merecen. “Ella me contó personalmente que, cuando era joven e iba a los museos, se preguntaba dónde estaban las obras de las mujeres. Poco a poco, fue comprando y coleccionando pinturas y esculturas de artistas mujeres, ¡hasta que en un momento tuvo más de quinientas piezas! Y es con ellas que decide fundar el museo”, explica Verónica. Este 21 de abril se celebraron treinta años desde que la inquietud de Wilhelmina se convirtió en museo gracias a la existencia del National Museum of Women in theArts (cuya sede principal está en Washington) con un gran homenaje a ella –que hoy tiene noventa y cuatro años– y a las historias de las protagonistas de este espacio.
Debido a la excelente relación que Verónica construyó con la fundadora del museo durante el tiempo en que su esposo, Eduardo Ferrero Costa, se desempeñó como embajador de nuestro país en Estados Unidos, no tardó en llegar una especial petición de Billie (como la llaman de cariño): la coleccionista le encomendó que formara un comité dedicado a la creación de un capítulo peruano del museo. Así, después de mucho tiempo y esfuerzo realizando las coordinaciones pertinentes, Verónica se asoció con un grupo de ocho mujeres, provenientes de diferentes áreas de las ciencias sociales y las humanidades, para dar forma a este nuevo proyecto.
Por las artistas peruanas
Teresa Gruenberg, Ana María Basadre, Consuelo Salinas de Pareja, Teresa Pinilla, Kitty Isola, Patricia Llosa, María Jesús San Sebastián y Clemencia Ferreyros son las integrantes del comité que, con Verónica a la cabeza, ha hecho posible la instauración de una iniciativa de tremenda envergadura en nuestro país. “Somos un equipo muy integrado, que mira en la misma dirección, con un gran deseo de contribuir con nuestro país a través del reconocimiento de nuestras mujeres artistas”, explica la presidenta.
Por supuesto, la filial peruana del museo, lejos de tener una mirada occidental y de dar cabida solamente a las “artes mayores”, va a centrarse en seleccionar y rescatar las obras de artistas mujeres que mejor representen la riqueza cultural de nuestro país. Así lo explica Verónica: “Al ser una filial del museo, también tenemos requisitos y exigencias específicas, porque la sede de Washington trabaja con arte de gran calidad; pero, al mismo tiempo, nos han dado un margen de libertad, porque el Perú, por ejemplo, es un país en vías de desarrollo, con una serie de manifestaciones artísticas diferentes de las de otros países. Nosotros no solamente queremos promover la pintura, la escultura, la música y la literatura, sino todo un área del arte ancestral, de trabajos en cerámica y tejidos, etcétera. Queremos rescatar lo que han hecho nuestras mujeres desde épocas inmemoriales”, dice. “Somos una asociación afiliada al National Museum of Women in the Arts de Washington, y, como tal, tenemos el propósito de fortalecer la misión del museo, centrada en la promoción y el reconocimiento de las artistas mujeres; pero, además, nuestra filial tiene el objetivo de apoyar a las artistas peruanas de todos los tiempos y en todo el país”, enfatiza.
Sueño aterrizado
Las metas a corto plazo del museo van desde crear un centro de documentación sobre el arte de las mujeres peruanas, y formar un comité curatorial consultivo, hasta participar el próximo año en “Women to Watch”, una exposición en la sede central de Washington que congrega a artistas de los países en los que el museo tiene presencia. “Para participar en este evento, contamos con la curadora Sharon Lerner para seleccionar a las mujeres que mejor trabajan en metal. La idea es poder enviar a una artista peruana a este evento internacional”, cuenta Verónica con ilusión.
Por Vania Dale Alvarado
Publicado originalmente en COSAS 616