Clase intacta: conversamos con Tim Butler, uno de los fundadores de The Psychedelic Furs, antes de su esperado concierto del 7 de agosto
Fundada en 1977 por los hermanos Richard y Tim Butler, The Psychedelic Furs es una de las bandas capitales de esa suerte de nueva “invasión británica” que se diseminó por el mundo a través de la frecuencia modulada y la señal de MTV tras la eclosión de la primera generación de actos punks en la bisagra de los setenta y ochenta. No vale la pena mencionar aquí sus canciones más conocidas porque son demasiadas: hubo un tiempo en que la agrupación londinense parecía ser sencillamente infalible en su instinto para confeccionar hits capaces de seducir a esnobs y a habitantes del mainstream por igual. Y el irresistible barítono del vocalista Richard Butler sigue siendo una de las tantas razones que han hecho que muchos melómanos se resistan a abandonar mentalmente la década de los ochenta.
“En esta gira vamos a tocar todas las canciones que la gente está esperando escuchar, pero también algunos cortes menos conocidos de nuestros discos clásicos”, asegura Tim Butler, bajista y fundador de los Furs, a través de la línea telefónica. “Cuando fundas una banda y eres optimista, crees que esta durará unos dos años a lo mucho. Jamás imaginamos que los Furs seguirían vigentes casi cuarenta años después. Hemos tenido discusiones y peleas, pero felizmente entre Richard y yo nunca existieron problemas como entre los Gallagher o los Davies”.
No cometamos el error de asumir que el concierto que se realizará en Barranco Arena (las entradas están a la venta en Teleticket) será dirigido únicamente a los nostálgicos ansiosos por repasar el extenso catálogo de clásicos de The Psychedelic Furs (o de Love Spit Love, grupo formado por los hermanos Butler en los noventa): la banda ha anunciado que lanzará un nuevo disco con canciones originales el próximo año.
“El nuevo disco tendrá un elemento clásico de los Furs, que es la voz de Richard, una de las más especiales y reconocibles de los últimos treinta años en el rock, pero también estamos explorando nuevos sonidos e ideas”, sentencia Butler.
La del 7 de agosto será una noche memorable. No lo duden.
Bosque encantado
Puede ser la voz cálida y etérea de Giuliana Origgi, o la electrónica orgánica, casi pastoral de la productora Maribel Tafur, o la combinación de todo eso con los acordes fraguados por el multiinstrumentalista Neto Ankalli; pero las canciones de Conífera (Plastilina Records), el maravilloso primer EP de la agrupación local Budapest, son tan evocativas como engañosas: algo inquietante y sombrío se agazapa detrás de tanta belleza y misterio. Pese a su brevedad (son apenas cinco temas), se trata de uno de los lanzamientos locales más gratificantes de los últimos tiempos. Corran a buscarlo.
Doble función
Headsouth y el MATE de Barranco han unido fuerzas para traer al país dos actos contemporáneos absolutamente imprescindibles para celebrar un nuevo aniversario de la productora local. El 7 y el 8 de setiembre, en el inmejorable espacio que ofrece la sede del museo para recitales íntimos como estos, la argentina Juana Molina y Helado Negro, el proyecto del estadounidense (de raíces ecuatorianas) Roberto Carlos Lange, ofrecerán dos de los conciertos más interesantes de la temporada en Lima.
En la primera fecha, I Am Genko calentará los motores para la presentación de Helado Negro; mientras que un día después, el viernes 8, Molina presentará el flamante Halo (uno de los mejores lanzamientos del año para este servidor) acompañada del notable trío Menores. Las entradas ya están disponibles en Joinnus.
Nace una estrella
Los prejuicios y los estereotipos a menudo hacen que menospreciemos los proyectos artísticos que no se avergüenzan de sus pretensiones comerciales, pero la verdad es que pocas cosas son tan difíciles en el negocio musical como construir una propuesta pop convincente y cautivadora que no caiga en los abismos del estribillo fácil o la imitación descarada.
Pues bien, todo indica que la cantante peruana ANIA está siguiendo el camino correcto para alcanzarlo: su primer disco, Danza animal, la presenta como una diva del pop en ciernes que, si bien por momentos recuerda a referentes casi inevitables, como Ariana Grande, Rihanna o Selena Gómez, transmite en todo momento la electrizante personalidad de una artista que sabe perfectamente qué es lo que quiere alcanzar con su música. Es un disco, además, que suena realmente bien, un mérito que no es tan habitual como debería en el medio local.
Por Raúl Cachay