Lo que empezó como la remodelación de una casa se convirtió en un proyecto integral, en el que Karím Chaman llenó los interiores de luz y de dorado, para darles una nueva vida.
Por Rebeca Vaisman / Fotos de Elsa A. Ramírez
Una familia se mudaba a una casa en un condominio de Monterrico. Para hacerla suya, decidieron hacer ciertos cambios en los espacios. Recurrieron a la arquitecta Karím Chaman, quien se hizo cargo de la remodelación. La casa ya había sido intervenida antes y había ciertos elementos estructurales que no podían tocarse. Por otro lado, Chaman se encontró con que debía trabajar alrededor de los lineamientos del condominio, que imponían una arquitectura rústica de los años noventa, como ella la describe, con techo a dos aguas, balcones y retiros determinados, entre otras cosas. “Para mí fue un reto, porque definitivamente no es mi estilo, mi onda es más actual, me encanta lo que está pasando ahorita, y soy un poco más aventada en arquitectura”, cuenta Chaman.
“En este caso yo no podía trabajar lo que yo quería, y el hecho de ser una casa previamente remodelada ya te marca ciertos límites”. La casa, tal como estaba, simplemente no correspondía con la personalidad de sus nuevos habitantes, una familia compuesta por una pareja joven y sus hijos pequeños. Ellos querían más luz dentro de casa, más vida. Debían aumentar una tercera planta también, crecer los dormitorios. Una vez concluida la remodelación, decidieron confiar en Chaman el resto de la transformación. Y si en la intervención arquitectónica hubo de limitarse, con la decoración se propuso darle una nueva vida a cada espacio de la casa.
Sofisticación ante todo
El dorado predomina desde el ingreso, donde una consola espejada de Jaime Hayón y una escultura en pan de oro de Aldo Chaparro componen una potente escena. Chaman entiende que muchos pueden tener ciertos prejuicios frente al tono, pero para ella el dorado es símbolo de sofisticación y nunca va a pasar de moda. En el área social decidió combinarlo con colores claros. En la gran pared de la sala ubicó un espejo de cuatro cuerpos, en cuyos extremos hizo un par de instalaciones: se trata de cortinas que esconden iluminación artificial, para generar la ilusión de luz natural que ingresa al espacio. “Es bien teatral”, concede la diseñadora. La sala se extiende hasta el jardín, donde Chaman ubicó un comedor poco usual para una terraza, que no es informal, que apuesta por la elegancia. A un lado, el comedor con butacas que son una reproducción de un diseño de Cavalli, una consola diseñada por la propia Chaman, y como centro de mesa tres hojas: en dorado, plata y cobre, para demostrar que todo se puede mezclar.
Desde el jardín puede verse la fachada posterior de la casa, que sí pudo ser completamente intervenida por la arquitecta. La forró completamente en madera, y eligió una carpintería metálica de ventanas y mamparas en color negro: “Quise darle carácter a la casa, que no tenga las típicas mamparas corredizas. Quería algo diferente”, señala Chaman.
Señas de identidad
Se permitió explorar mucho con los acabados. Los pisos de mármol que avanzan por toda el área social, zócalos altos y paredes recubiertas con un papel con textura en color arena. Los baños tienen combinaciones de cuarzo y distintos tipos de mármol. En la cocina, para los muebles, se usó cuarzo italiano con incrustaciones de madreperla, y en la cajonería un MDF de alto brillo llamado Cusco oro, en un tono bronce que le sigue el juego a los brillos del resto de la casa.
Arriba, en el segundo nivel, transcurren los dormitorios que se conectan a través de una sala de estar. Además de la decoración, Karím diseñó las alfombras y cubrecamas de cada habitación. El dormitorio principal es uno de sus favoritos. Sus grandes dimensiones le permitieron pensar en varias zonas: un sofá donde se puede escuchar música, la cama sobre una alfombra redonda, como cerrando el círculo alrededor de la génesis de la familia; el desayunador con vista al jardín. Anticipando la vista, justamente, es que Chaman recomendó levantar un jardín vertical. “Nosotros pensamos hasta en el último detalle”, precisa. Es la única manera de completar la transformación.
Artículo publicado en la revista CASAS #248