La revolución no fue televisada: La música que acompañó las luchas de la comunidad negra en los 60 y 70 en una antología imprescindible

La muestra artística Soul of a Nation: Art in the Age of Black Power, que por estos días puede visitarse en el museo Tate Modern de Londres y de la que dimos cuenta en nuestra edición anterior (COSAS 624), ha permitido que muchos descubran a un importante contingente de artistas plásticos afroamericanos (Barkley L. Hendricks, Romare Bearden, Sam Gilliam, Noah Purifoy, etc.) que supieron interpretar y procesar a través de sus obras la lucha a favor de los derechos civiles y la visibilización de la comunidad negra en Estados Unidos, que simbolizaron los Black Panthers y mártires como Malcolm X y Martin Luther King.

La tapa del disco es una pintura de Barkley L. Hendricks.

Buena parte de la banda sonora que acompañó aquellas gestas está reunida en la antología Soul of a Nation: Afro-Centric Visions in the Age of Black Power – Underground Jazz, Street Funk & the Roots of Rap 1968-79, un disco que no solo funciona como un complemento casi inmejorable para la exhibición londinense, sino que ofrece un panorama realmente revelador de la diversidad y, especialmente, la complejidad rítmica y conceptual de la música afroestadounidense de aquel tiempo.

Desde nombres conocidos, como los de Gil Scott-Heron y Don Cherry, hasta actos muy influyentes pero escasamente divulgados, como Oneness of Juju u Horace Tapscott, los artistas que aparecen en esta recopilación nos permiten atisbar lo que fue el germen de muchos de los sonidos, las estéticas y los talentos que hoy dominan el mainstream internacional. Sin ir muy lejos, aquí está el origen del hip hop. Sin la riqueza combativa de este legado, hoy no tendríamos a un Kendrick Lamar, un “Black Messiah”, de D’Angelo, o un “Lemonade”, de Beyoncé. Son tan solo trece cortes, pero la mesa está servida para futuras exploraciones: hay todavía mucho por descubrir.

Retorno esperado

Puede parecer una perogrullada, pero una cosa es tocar en vivo como telonero de otra agrupación, y otra muy distinta es hacerlo como acto estelar. Hace un par de años, la banda neoyorquina DIIV llegó al país para abrir el espectáculo de Empire of the Sun y, a juzgar por los comentarios de muchos de los asistentes a esa velada, su presentación fue lo mejor de la noche.

Afortunadamente, los que no pudimos estar en aquel concierto tendremos la oportunidad de corroborar esos comentarios positivos este 17 de octubre, cuando DIIV vuelva a presentar en Lima ese indie pop diáfano e impregnado de vapores del subgénero conocido como dream pop que tan bien suena en los estupendos “Oshin” (2012) e “Is the Is Are” (2016), sus dos únicos discos. Esta vez, la banda local Eva & John será la encargada de inaugurar la jornada musical, que se realizará en el Centro de Convenciones Barranco. Entradas a la venta en Joinnus.

También vienen

Ha venido antes a desplegar su virtuosismo frente a las teclas y a ofrecer ‘clínicas’ artísticas, pero cada nueva visita del enorme Chick Corea al país será siempre una noticia grata. Esta vez, el pianista estadounidense ofrecerá un concierto acompañado de otro músico notable, el baterista Steve Gadd, quien ha prestado sus servicios con las baquetas para actos tan diversos –y legendarios–, como Steely Dan, Paul Simon y Eric Clapton, entre muchos más. El recital de Corea y Gadd se llevará a cabo el 27 de octubre, en el auditorio del Pentagonito, en San Borja. Las entradas se encuentran disponibles en Teleticket.

Arcoíris de libertad

La parábola de redención que ha experimentado la cantante Kesha desde su aparición con la (admitámoslo) insufrible canción Tik Tok hasta este formidable Rainbow es, para citar a uno de sus padrinos artísticos (Prince), un genuino signo de nuestro tiempo. Como todos recordarán, los últimos años de la artista estuvieron marcados por su batalla legal contra el productor Dr. Luke, a quien denunció por maltrato físico y psicológico, lo que por un largo tiempo le impidió editar música nueva.

Por eso, este flamante álbum, en el que se sirve de colaboradores casi antagónicos, como Dolly Parton y la banda Eagles of Death Metal, suena como un alarido triunfal de liberación. A caballo entre Nashville (su madre es la reconocida compositora country Pebe Sebert, quien figura como coautora de varias canciones) y el pop bombástico que le dio fama originalmente, este es un disco que contagia su energía emancipadora. Contra todo pronóstico, Rainbow es la producción que ha convertido a Kesha en una auténtica estrella.

Por Raúl Cachay