En 1974, después del golpe de Estado chileno, Francisco Sagasti viajó de Lima a Santiago para sacar del país a las cuatro hijas de su novia chilena, Leonor Giusti, a quienes adoptó como propias. Una de ellas contó a al diario chileno Emol la historia, que evidencia el carácter del nuevo líder nacional desde su juventud.
Por Felipe Vargas Morales, sindicado por Emol
El golpe de Estado que puso fin al gobierno de Salvador Allende encontró a la chilena Leonor Giusti de vacaciones en Perú. Poco antes, se había separado de su esposo, el entonces Director General de Política Comercial de la cancillería, Guillermo Pavez, con quien tuvo cuatro hijas que quedaron bajo el cuidado de su ex suegra en Santiago. El 12 de septiembre de 1973, luego de constatar que era uno de los funcionarios de la Unidad Popular más buscados por el régimen y de ver que su casa fue incendiada por sus vecinos, Pavez buscó refugio en la embajada de Finlandia, siendo uno de los siete primeros chilenos que lograron ser exiliados, con destino a Costa Rica.
En ese contexto, Giusti intentó regresar a Santiago para reunirse con sus pequeñas, sin embargo, debido al complejo estado político y social del país, no tuvo éxito. Por esos días había conocido a un joven peruano de 29 años llamado Francisco Sagasti Hochhausler, con quien había comenzado un incipiente noviazgo. En conocimiento de la preocupante situación de sus hijas, Sagasti, ingeniero industrial que en esa época ya trabajaba asesorando al Gobierno local, decidió iniciar un viaje a Chile sin previo aviso, con el objetivo de conocer a las hijas de su pareja e intentar sacarlas de la compleja situación que estaban viviendo en el inicio de la dictadura.
Al rescate de las niñas
«Él nos rescató en 1974. Mi papá salió exiliado y se desentendió de nosotros y mi madre estaba de vacaciones en Perú cuando conoció a mi padre, Francisco. Sin decirle nada, se apareció en Chile, yo tenía cinco o seis años, y no sé cómo logró sacarnos», recuerda Pamela Pavez, hijastra del ahora Presidente de Perú.
En conversación con Emol, recordó que «en ese momento había mucha confusión por el Golpe, mi mamá no podía regresar porque todavía figuraba como casada con este señor, Guillermo, ya que en esa época no existía el divorcio en Chile. Francisco nos saca a las cuatro, nos trajo a vivir a Perú y se hizo cargo de nosotras en todo sentido».
«Antes del Golpe de Estado, mi mamá estaba de vacaciones en Perú con unos amigos bolivianos que le presentaron a Francisco. Ahí empezó la relación y en ese intertanto pasó el Golpe y ella no podía regresar. Guillermo se fue y nosotros quedamos a la deriva y Francisco fue sin avisarle a mi mamá a conocernos», relató. Pamela Pavez asegura que cuando Leonor supo del viaje de Sagasti, «pensó que él se había asustado, ya que tenía 29 años y hacerse cargo de cuatro niñas era bastante difícil. Pero no había desaparecido, sino que había ido a Chile a conocernos y cuando llegó nos dijo que nos íbamos de vacaciones a ver a mi mamá».
«Después vimos que nos quedábamos en Perú. Estuvimos un tiempo acá en Lima, después en Colombia y en Costa Rica por motivos de su trabajo», aseguró, junto con destacar que Francisco y Leonor luego se casaron y tuvieron 17 años de matrimonio. Hoy día, las cuatro hermanas viven en distintos puntos del mundo.
«Mi mamá vive hace 33 años en Kentucky con mi hermana mayor. La segunda estuvo en Chile hasta hace poco, porque su marido es diplomático peruano, fue cónsul allá y ahora será cónsul en Holanda, la tercera vive en Argentina y yo soy la única que está en Perú», dijo, junto con mencionar a los otros tres hijos de Sagasti de relaciones posteriores.
Relación previa de los Sagasti con Chile
Sin embargo, la historia del nuevo jefe de Estado peruano ya se había cruzado antes Chile, ya que su madre, Elsa Hochhausler, vivió por varios años en Chile tras casarse con Francisco Sagasti Miller, hijo del héroe nacional peruano del mismo nombre, quien fue vencedor en la Batalla de Tarapacá, durante la Guerra del Pacífico.
«Su mamá, de origen austriaco, se crió en Chile. Los Hochhausler se quedaron allá y él tomaba muchas vacaciones en Chile, porque siempre iba a visitar a la abuela en la casa de La Reina. Su madre practicaba natación y ahí conoció en un viaje a mi abuelo Paco, que es su papá, entonces no solo con nosotros tenía algo con Chile», destacó.
En ese contexto, Pamela subraya que Sagasti «siempre ha admirado a Chile y ha visto con mucha atención los movimientos sociales que hubo el año pasado. Él piensa que hay que hacer grandes cambios, que hay que escuchar a los jóvenes, como dijo ayer en su discurso, hay que escucharlos para un nuevo cambio a nivel latinoamericano».
Un carácter conciliador
Asimismo, recalcó que el gobernante siempre ha jugado un rol conciliador entre ambas familias, dada la histórica rivalidad entre chilenos y peruanos: «Teniendo una mamá y una familia chilena y un papá muy peruano, incluso su abuelo es héroe de la Guerra, siempre ha sido muy abierto a rescatar cosas buenas de los dos países».
«No es conflictivo, al contrario, es una persona con criterio bastante amplio», aseguró, junto con destacar que siempre está al tanto de lo que está ocurriendo en nuestro país. «Lee mucho, está muy informado y como tiene hijas en todas partes, entonces obviamente le preocupa la situación», detalló.
Cómo Sagasti está viviendo su ascenso político
Pamela recalca además la exitosa y amplia trayectoria internacional de su padre, gracias a la cual, a su juicio, no tuvo problemas para poder llevar un hogar con varios hijos. «Justamente él me decía que tomaba este tipo de trabajos porque te dan facilidades con los colegios y la educación, porque éramos muchos», rememora.
En ese contexto, en relación al meteórico ascenso de Sagasti en política, a la cual ingresó hace no más de tres años tras la creación del Partido Morado, Pavez contó que «él recién se metió a la política cuando dijo que había cumplido como padre y ese ha sido su sueño de toda la vida». Ahí dijo ‘ahora ya puedo dedicarme a lo que me gusta’, así que su llegada al Gobierno está bien merecida, bien ganada», expresó, aunque reconoce el impacto que tendrá en su vida. «Él me decía ayer que si sus días antes eran de 36 horas, ahora cree que van a ser de 42, porque no le alcanzará el tiempo», reveló.
Según su hija, luego de la extensa carrera que Sagasti cumplió en distintos países como asesor, «él siempre quiso regresar a trabajar por su país, porque él es muy peruano. Tenía grandes oportunidades, incluso en el Banco Mundial iban a hacerle un puesto especial, pero siempre quiso trabajar por Perú y mira en qué terminó todo».
En cuanto a las expectativas que tiene de su administración, respondió que «ojalá que lo dejen gobernar, tiene mucha esperanza en lograr todo lo que se propuso. A él le gusta trabajar y escuchar a todo el mundo y eso es muy importante. Recién comenzó ayer y vamos a ver cómo le va». Asimismo, destaca que mantiene un estrecho contacto con el líder peruano. «Vivimos muy cerca y me ha contado que tiene muchas ideas. Recién está organizando el gabinete, así que está con un montón de trabajo, con varias llamadas, pero siempre se da un tiempo para la familia».
«Él siempre nos lleva a un viaje de vacaciones con todas las hijas, aunque creo que con todo esto ahora eso se va a interrumpir», dice entre risas. Recalca que como familia no tendrán un rol presente durante la labor de su padre y descarta con ello que ella o alguna de sus hermanas asuma como Primera Dama de la Nación.
«Ya le dije ayer que la verdad no estoy interesada en eso por varias razones: por seguridad, por mis hijos. Prefiero mantenerme como siempre, tranquila. Como familia somos de perfil bajo, así fue con Allende y ahora con mi papá», asegura, recordando que también conoció de niña al ex Presidente chileno por el trabajo de su padre biológico.
«En Chile, le pedíamos al auto del Gobierno que nos dejara a un par de cuadras del colegio para caminar y seguimos siendo iguales. Además, yo soy la menos política, porque me trae malos recuerdos. Toda mi familia terminó dispersada por la política, así que no me gusta mucho ese tema», concluyó.