Algunos personajes parecen no existir fuera de la televisión. Como si el show, literalmente, les diera vida. Andrés Hurtado —conocido, entre otras cosas, por su sensibilidad social, sus imitaciones de mujeres icónicas y su emblemático personaje Chibolín—, es uno de ellos. Frente a cámaras, destila egolatría y zalamería; es un hombre de copete entrecano, dientes blanquísimos y trajes a medida que combina la sátira y las maneras de un emperador con calle. Estrambótico, fastuoso, casi divino. Pero el personaje que todas las semanas aparece en “Porque hoy es sábado con Andrés” es también Andrés Avelino Hurtado Grados (aunque odie su segundo nombre); un ser humano que vive y respira al margen del show —o que aprende a respirar de nuevo, más bien, luego de padecer el coronavirus y sus secuelas—. Esta entrevista tiene el propósito de descubrir a ese ser humano.

Por Mariano Olivera La Rosa / Fotos Paulo Herrera

Andrés Hurtado vive frente a un parque normal, en un condominio en el que resalta la presencia de tres Cadillacs negros de lunas polarizadas. Podría pensarse que el presidente de los Estados Unidos ha llegado de incógnito al Perú, pero no. Los autos son de Andrés, por supuesto.

Me abre la puerta de su casa y me invita a pasar al lobby, decorado con la misma rimbombancia que el set de su programa. El dorado impone todas sus pompas sobre tres sillones mandados a hacer por el propio Andrés, y sobre una estatua a tamaño natural de él caracterizado como Michael Jackson en “HIStory”; mientras una colección de elefantes de variados tamaños y colores da la espalda a la puerta principal, en busca de protección y bendiciones. La atmósfera es la de un restaurante hindú reconvertido en tienda de extravagancias, si acaso pudiera existir algo parecido. Comenzamos.

Andrés Hurtado Chibolín

Andrés Hurtado se confiesa y, por un momento, deja de lado su característico glamour.

 

¿Estás loco o te haces, Andrés?

Primera vez que me hacen una pregunta así… Depende de a qué te refieres.

Eres estrambótico, hablas de tus experiencias con extraterrestres… ¿Qué pasa por la cabeza de Andrés Hurtado?

Los locos son ustedes, los seres humanos que no entienden, que no creen en los hermanos superiores. Existen, hay pruebas. Van a llegar las naves de mis hermanos y se va a ver quiénes se salvarán, quiénes van a subir a ellas.

¿Tienen fecha probable de arribo o es como con las vacunas?

No sabemos cuándo van a llegar. Ellos nunca te dicen fecha. Pero van a venir.

¿Sientes que estás dentro de la población que se salvaría?

¡Obvio! Yo soy un hermano superior.

Andrés Hurtado

En esta extensa entrevista, Andrés Hurtado habla de su triste infancia y su camino a la fama.

Te consideras un extraterrestre.

No, porque no tengo sus formas. Ellos son muy altos, miden cerca de seis metros… Cuando lleguen, voy a ver a todos los que se han burlado de mí diciendo que estoy loco. Gracias a Dios, hay gente que cree en mi mente; tengo el tercer ojo desarrollado.

¿Cuándo comenzaste a ser consciente de que eres tan especial?

Desde niño. En el colegio era acólito, no sabía si iba a ser cura. Entre los trece y catorce años supe que era un ser muy especial.

Tanto en la niñez como en la adolescencia, ¿lo más difícil que te tocó atravesar fue la carestía, la pobreza?

El hambre es lo que más me ha tocado. Ver a mi papá, que en paz descanse… Era alcohólico. Ver una familia disfuncional, tanta sangre, golpes…

¿Te pegaban?

No, era entre todos mis hermanos (Andrés es el menor de ocho). Siempre había maltrato físico, psicológico. Nunca pude concentrarme en estudiar, por eso tengo quinto de primaria. Me fui a los trece años, cuando empecé a limpiar casas. Pienso que fui un elegido. A los trece también llegué al grupo El Principito, de doña Bertha León; hicieron un casting de payasos y ella fue quien me puso Chibolín. En una mansión de Barranco dormía en la cochera, en un colchoncito. Ahí me refugié y dije: “de aquí no salgo nunca más”.

¿En tu casa no te reclamaron?

No, porque desde niño ya dirigía a mi mamá. A los trece años le dije: “yo no vuelvo más a casa, voy a dedicarme a trabajar”. En todas las casas que limpiaba hacía de payaso en cada fiesta infantil que celebraban. Bertha León me dijo que era un buen payaso, y ese payaso se llamó Chibolín.

¿De dónde sacabas el ánimo, la risa?

Tenía que fingir. Es muy triste la historia del payaso. Tienes que fingir sonreír, mientras tu corazón sangra de tristeza. Tienes que ocultar.

¿Mantuviste el vínculo con tus siete hermanos?

No los veo desde hace veintipico años.

¿Es un pendiente, algo que quieres sanar?

No, porque cuando yo tenía 28 años y ya había crecido, después de ahorrar un poco de dinero, a cada uno le di un pequeño negocio, un pescado para que creciera. Cómo pensaban, pues, “mi hermano es artista, don huevón”… Los siete perdieron el negocio. Y no les hablé nunca más. No quiero saber nada de ellos, me es indiferente, me fallaron, debieron crecer con ese pescado que les di, siendo yo el menor… A partir de entonces, me dediqué solamente a mi papá y a mi mamá, hasta su muerte, y los tengo en mi casa.

¿Los lloraste mucho o llevaste el dolor por dentro?

Fue una historia muy triste porque, como me encargaba de ambos, solo yo, me llevé a mi mamá a pasear todo un día mientras velaban a mi papá, sin que ella lo supiera; la fui preparando… Nunca he sido feliz. Nunca he tenido una niñez. Me hubiera encantado tener una niñez linda. Cuando pasaba por la playa, veía que todos los niños se bañaban y pensaba: “¿por qué se bañan?; ¿por qué no se van a trabajar?”. Por eso siempre he detestado la playa. De niño tenía un solo sueño: dormir solo en una cama. Dormía con tres hermanos en un colchón de plaza y media, con vista a los gatos, porque no había techo. Ya de viejo me compré mi hombre araña, mis juguetes que me hubiera gustado tener de chico.

Andres Hurtado

“Me divorcié hace siete años; nunca tuve suerte para el amor… Nunca he sido feliz, ¿puedes creérmelo?”, confiesa Andrés.

¿Identificas pasajes felices en tu vida?

No. Tuve una familia disfuncional; no tengo un solo amigo… Aunque hoy creo que tengo tres… creo. Me divorcié hace siete años; nunca tuve suerte para el amor… Nunca he sido feliz, ¿puedes creérmelo? Soy sincero en decirlo.

Te noto resignado.

Ahora lo único que busco es vivir. Quiero respirar, he pasado por dos Covid y he quedado con las secuelas. No duermo bien hace casi un año. Todos los días tomo dos pastillas para dormir y solo duermo dos horas, ¡imagínate! Algo no funciona en mi cuerpo. El Covid me destruyó la vida.

¿Vas a terapia? ¿Al psiquiatra, al psicólogo?

No, ni iría nunca. El psiquiatra te vuelve loco y te saca dinero, con el respeto de los psiquiatras. Y a los psicólogos los respeto, pero pienso que huevean.

Lo digo porque se te ve deprimido. ¿Podría ser que lo estés?

No sé… Creo que sí. Puede ser que tenga una depresión. Y está mezclada con un fuerte estrés. Sufro mucho por no respirar normalmente.

¿En algún punto pensaste en acabar con tu vida?

Quise acabar con mi vida hace veinte años, más o menos, en la época de Vladimiro Montesinos. Me dolía mucho que me atacara a través de los titulares, sin conocerlo. Esas cosas te asustan… Pero pienso que me voy a recuperar y lucho todos los días por hacerlo. Tengo médicos que me están enseñando a respirar de nuevo… Siento que estoy pasando todas estas pruebas por algo.

Tienes 55 años y es como si, de pronto, hubieras envejecido dos o tres décadas. La idea es que ahora, como Benjamín Button, vayas rejuveneciendo, ¿no? Y revalorando las cosas.

Valoro muchísimo todo. No tienes idea de cuánto. A diario no tengo fuerzas para seguir ayudando. Me fui de viaje con Hernando de Soto, con (Rafael López) Aliaga, y estaba muerto, con oxígeno. Me di cuenta de que no doy pa’ ni mierda.

Dices que no tienes amigos, pero durante esta campaña presidencial, cuando entrevistas a cada candidato, da la impresión de que todos son tus amigos entrañables.

Si me muero mañana, o en cualquier momento, podría decir que conocí a Rafael López Aliaga en el programa, tomé dos cafés en la gira con él, en la selva, y conocí su corazón. Pero diría que Hernando de Soto es el papá que podría tener. Rafael es una bella persona… Lo que pasa es que yo soy cucufato.

¿Al extremo de Rafael?

Casi a ese extremo.

Sin autoflagelarte, digamos.

Sin. Pero vivo las 24 horas del día con Dios. Mucha gente me preguntaba: “¿cuál es tu éxito?”. Soy el ungido de Dios. Hace treinta años Milagros Leiva me hizo la primera entrevista de su vida y me destruyó. Y luego de haberme preguntado lo más horrendo del planeta como periodista, me preguntó: “¿cómo te consideras?”. Le dije que era un enviado de Dios y se fue sin despedirse. Pensó que le había tomado el pelo. Treinta años después, me pidió perdón en mi programa, porque le di una lección de vida. Hoy está segura de quién soy. Y lo vuelvo a repetir: soy el enviado de Dios para salvar a este país. Y si no soy candidato a la presidencia es por el Covid, porque ya no tengo fuerzas ni para caminar. Hubiera ganado en primera vuelta.

¿Por cuál partido te hubiera interesado candidatear?

Por el que fuera. La gente no desea votar por políticos. El chiste más grande del Perú es que (George) Forsyth tenga el porcentaje que tiene en las encuestas; no tengo el gusto de conocerlo, y todos tienen derecho (a postular), pero dime si no sería una falta de respeto una segunda vuelta entre Forsyth y Hernando de Soto.

¿Invitarías a Forsyth a tu programa?

Los que me llaman, van. Pero tengo mi preferido: Hernando… Me gusta Acuña; lo quiero. No estoy de acuerdo con el bullying hacia él; no es justo.

Andrés Hurtado

“Me fui de viaje con Hernando de Soto, con (Rafael López) Aliaga, y estaba muerto, con oxígeno”, habla sobre las secuelas que le dejó el Covid-19.

¿Tú te has sentido discriminado en algún momento?

Toda mi vida. En “Risas y salsa” las cincuenta estrellas no querían que yo entrara al canal. Durante mucho tiempo no supe por qué. Hasta que me lo contó Tulio Loza. “Te voy a decir algo, maricón”, me dijo, con una sonrisa. “Tienes demasiado ángel. Entras y nos cagas a todos”. Un piropo lindo. Y (Miguel) Barraza me dijo: “tú tienes algo que nadie puede comprar: carisma”. Claro, en esa época no entiendes ni mierda qué es carisma o ángel, ¿no? Pero eso era. Hasta que Dios me puso donde tenía que estar.

Has mencionado la palabra “maricón”. Es algo con lo que te han cargado mucho tiempo; a ti te jodía mucho. ¿Te sigue molestando?

Ya no. No te olvides que siempre interpretaba personajes femeninos: Luz Clarita, Thalía, Liza Minnelli, Madonna… Era mi arte. “¿Este es o no es?”, se preguntaban. Nunca dije si yo era gay o no, hasta el día de hoy; que piensen siempre lo que quieran, hasta que me muera. “¿Era o no era?”… Hay que jugar un poquito.

¿Es cierto que actualmente estás casado con La India?

No, no puedo mentirte. A todo el país le digo que sí. No es justo que te cojudee; es un tema serio. Sin embargo, en Wikipedia sale que estoy casado con ella y, cuando quiero tener una relación, me lo dicen y me enseñan Wikipedia, que es lo más serio del mundo. Y a ella también le sale lo mismo. Le digo que estamos cagados.

En lugar de casados, están cagados.

Estamos cagados, nadie nos entiende. Hay que decir que nos amamos y seguimos casados. Eva Ayllón no me permite ser su novio porque estoy casado con La India.

Has dicho que por tus hijas te vas a quedar eternamente solo, que no quieres rehacer tu vida en el sentido romántico.

Sí, no me voy a casar nunca más, ni me voy a volver a enamorar.

Yendo a temas más superficiales, ¿cómo es el proceso de convertirte en el conductor de “Porque hoy es sábado…”?

Llegan a las seis de la mañana. Me hacen las manos, los pies, el culo, las cejas…

¿El culo para qué, si nadie lo va a ver?

Me gusta estar encerado para cualquier acto (risas). Dos amigos muy famosos me decían: “¿por qué te haces la cera en el poto?”. “No saben de lo que se pierden”, contestaba. Ahora llaman a mis amigas que me hacen la cera y ellos ya se hacen. “Tenías razón”, me dicen.

¿Y tus dientes… no te parecen excesivamente blancos?

Me encantan.

¿Son tuyos?

Son implantes. Me los puse hace nueve años y desde entonces fueron todas las estrellas del canal a ponerse los dientes blancos, igual que yo. Ahora cualquier persona va y dice: “quiero los dientes de Andrés”.

Andrés Hurtado Chibolín

“Creo que ya hice lo que quise: ya soy Andrés Hurtado”, refiere Hurtado.

¿Se puede revelar el nombre de tu sastre?

¿Por qué no me dices que son trajes de Gianni Versace?

Porque están hechos a medida, ¿no?

Es verdad. Tengo como cuatro sastres; algunos ni terminan, otros me pelean… Los formé, porque el diseñador de mi ropa soy yo. Ya los accesorios los compro afuera, que es más barato.

A futuro, ¿qué objetivo tienes por cumplir? Además de vivir y respirar.

No tengo ningún objetivo más en la vida. Solo quiero respirar; ser normal. Creo que ya hice lo que quise: ya soy Andrés Hurtado. Ya logré entrevistar a los más grandes del planeta… Siento que ya culminó mi carrera. Quiero ir donde mis hijas; a vivir afuera con ellas.

¿Eres una persona millonaria, Andrés?

No soy borracho, ni drogadicto, ni putañero. Creo que uno ahorra, ¿no? Vivo cómodo nomás.

¿Por qué te rodeas de tanto lujo y rimbombancia, si eres una persona con tanta sensibilidad social, tan consciente de la pobreza, de la ayuda que hay que dar? ¿Cómo equiparas ambos mundos?

A Dios no le gusta que sus hijos sean pobres; le gusta que se vean bien, que estén bien… Solamente es un gusto; mi interior no es rimbombante.

Se rumoreó que el sillón que usó López Aliaga en su reunión con integrantes del Frente Patriótico lo habías llevado tú.

Nooo, esa era una cholada, los míos son nice. No se me hubiera ocurrido; hubiera puesto una silla normal. Esto de pintarlos de dorado lo hago en mi programa porque la gente dice “wooow”.

Eso sí es show.

Todo es show. Mi vida es un show. Nada es real… Real es quien conociste hoy en persona.

Andrés Avelino.

¡Qué antipático! ¿Quién mierda te dijo…?

Wikipedia.

Cómo puedo detestar ese nombre. Es lo único que le reclamaría a mi mamá.

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