Sin casualidades. Un 3 de octubre, fecha en la que se conmemoró el 53 aniversario del golpe de Estado perpetrado por el dictador Juan Velasco Alvarado, el Presidente Pedro Castillo y su Jefe de Gabinete, Guido Bellido, anunciaron la Segunda Reforma Agraria. Desde el santuario Sacsayhuaman, en el Cusco, las máximas autoridades del ejecutivo lanzaron el programa gubernamental cuyo propósito es impulsar medidas en favor del agro en el país. 

Por Salvador Sampén 

Sin dudas ni murmuraciones, el Presidente del Consejo de Ministros fue bastante claro respecto a su posición sobre impulsar un nuevo cambio en el manejo del agro en el país. “Quieran o no, para que haya una segunda reforma agraria nuestro presidente pedirá una ley al Congreso con presupuesto. Si no hay reforma agraria, si el Congreso no la aprueba, devolveremos a cada uno de los congresistas a sus pueblos”. 

Guido Bellido, Presidente del Consejo de Ministros en Cusco. Foto: El Comercio.

Para poder entender estas palabras en su real dimensión, es necesario recordar en primer lugar qué es una reforma agraria, cuáles fueron los resultados de la primera – aplicada por Juan Velasco Alvarado – y qué parámetros tendrá esta segunda versión. 

En palabras simples, una reforma agraria es un proceso político en el que se dan medidas económicas y sociales que buscan redistribuir la propiedad para aliviar la desigualdad, junto con la mejora de la productividad agrícola. Para lograr este objetivo se utiliza la intervención gubernamental y la coerción del Estado.
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Esta medida se impulsa bajo dos premisas: la primera es que la distribución más equitativa de la tierra generará los efectos deseados; como mayor igualdad en la repartición de ganancias, por ejemplo. La segunda premisa propone que los beneficios de la redistribución serán mayores que los costos para lograrlo. ¿Esto realmente sucedió con la Primera Reforma Agraria? 

Primera Reforma Agraria 

Juan Velasco Alvarado. Foto: El Comercio.

En 1968 Juan Velasco Alvarado sacó por la fuerza a Fernando Belaúnde Terry de la Casa de Pizarro y se instaló en ella. Un año después llevó a cabo la Primera Reforma Agraria. Con esa medida se expropiaron alrededor de nueve millones de hectáreas para redistribuirlas a aproximadamente 370 mil familias, lo que equivale a una cuarta parte de la población rural total. 

Velasco logró implantar esta reforma con la compra  forzada de grandes latifundios y propiedades medianas y pequeñas. Estas tierras fueron “pagadas” a sus dueños en bonos, que en algunos casos, no se han pagado hasta el día de hoy. Las tierras fueron entregadas a los adjudicatarios quienes se comprometían a pagar en un plazo de 20 años. Estos adjudicatarios eran cooperativas formadas por los antiguos trabajadores.
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La característica colectiva de la nueva propiedad privada fue una de las principales razones por las que no se cumplieron las expectativas de producción; ya que, al ser tantos dueños se dificultó la toma de decisiones y se distorsionó la entrega de tierras. 

Primera Reforma Agraria. Foto: El Peruano.

Además, se infló la deuda agropecuaria porque se incluyó dentro de tierra agrícola a la tierra fértil pero también las improductivas como sobreexplotadas y los pastos naturales. Con estas características de distribución se habría agregado un 38% más de las tierras realmente productivas. Por ende, la contabilidad del trabajo se realizó mal. 

Uno de los objetivos de la Reforma Agraria era mejorar el nivel de vida del campesino, pero esto empeoró al final de la reforma. Por ejemplo, la misma canasta alimenticia que equivalía a 27 horas de trabajo en 1971, para 1985 equivalía a 89 horas de trabajo. Asimismo, a partir de 1971, la producción de los 13 principales cultivos del país bajó en 18%. Resultados negativos. 

La Segunda Reforma

Presidente Pedro Castillo. Foto: El Comercio.

El Presidente de la República, Pedro Castillo, considera positivos los resultados de la Primera Reforma Agraria. Por ello, destacó las políticas agrarias durante el gobierno de  Velasco y anunció los lineamientos que se seguirán en el presente mandato. 

La Segunda Reforma Agraria está proyectada como una política de gobierno sin expropiaciones ni confiscaciones, según lo expresado por el Ejecutivo. Mediante esta medida se buscará orientar las políticas públicas en beneficio de las familias y cooperativas agrarias, un discurso que se viene formulando con fuerza desde el mandato del Expresidente Francisco Sagasti. 

El Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI) ha planteado nueve ejes que guiarán esta segunda reforma. Entre los más resultantes figuran seguridad alimentaria, asociatividad y cooperativismo, infraestructura hidráulica y servicio civil agrario.
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Asimismo, se buscará la industrialización rural de los mercados de productores y de compras estatales. Para ello, el Jefe de Estado ya anunció la creación del Gabinete de Desarrollo Agrario y Rural. “Este gabinete estará conformado por los ministerios productivos, de infraestructura y desarrollo social, y contará con participación de representantes de gobiernos regionales y locales”, detalló. 

En más especificaciones, señaló que él personalmente presidirá el nuevo gabinete cuya principal motivación será gobernar en servicio de la agricultura familiar. 

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