Juan Correa nunca había sido un maniático de la gastronomía. Era, sí, un cocinero aficionado bastante entusiasta y, sobre todo, un hombre asombrado por la cantidad de experiencias que podía encerrar un restaurante en la vida de las personas. Sin embargo, cuando llegó a Nueva York comenzó a tener una sensación recurrente. Creía que allí la cocina peruana contemporánea no estaba siendo representada de una manera adecuada, y algo, en aquel vínculo primario, cambió.
Fue entonces cuando tomó una de esas decisiones intuitivas que, sin pensarlo, alcanzan un punto trascendente: quería crear un ambiente gastronómico que sirviera como puente entre Brooklyn y Lima, un lugar donde las influencias se fusionaran para crear algo nuevo. Así –con esa determinación– surgió Llama Inn, el restaurante peruano que ha enamorado a los neoyorquinos.
“Creemos que Brooklyn tiene mucho en común con Lima. Es un espacio donde están sucediendo las cosas más emocionantes de Nueva York”, explica el empresario gastronómico que hace tres años empezó a idear el concepto de este restaurante junto a Erik Ramírez, un chef que estuvo a cargo de Raymi y Eleven Madison Park, y que luego hizo prácticas de especialización en los restaurantes Central y Astrid & Gastón.
Así, en 2013 comenzaron a trabajar en una propuesta gastronómica que buscaba unir el estilo de la ciudad de Nueva York con los sabores peruanos. “La idea era lograr una cocina con la actitud neoyorquina y el corazón peruano”, dice Ramírez a cuatro meses de la inauguración.
La conceptualización empezó con aquella intuición, pero también con la certeza de que no podrían dejar de lado el paladar del público local. Necesitaban encontrar un equilibrio. Y, por eso, a la hora de idear la carta trabajaron con un proceso interactivo. Esa mirada es la que ha logrado dar con platos como el beef tenderloin stir fry (un lomo saltado con estilo propio), el whole roasted chicken (su reinterpretación del pollo a la brasa), el goat neck on a seco (seco de cuello de cabra), y una versión de quinua, que hoy integran –entre otros– la carta. “Creo que hemos logrado dar en el clavo”, dice Correa.
Su entusiasmo ya ha conseguido el respaldo de la crítica más especializada de la ciudad. Hace solo unas semanas, Chris Crowley –uno de los especialistas de “The New York Times”– le dedicó un artículo en el que describió al restaurante como un espacio capaz de interpretar la comida peruana de manera cuidadosa. “La peruana es una cocina cuidada, con un vasto catálogo de ingredientes y yuxtaposiciones salvajes que no han sido correctamente plasmadas en Nueva York, más allá de unos pocos cebiches y muchos pollos a la brasa. Llama Inn prepara ambos platos con excelentes materias primas, libertad creativa y la convicción de que todo debe ser divertido”, escribió el crítico.
Otro aspecto que también han trabajado al milímetro es la mixología. Hoy la carta –ideada por Lynnette Marrero y Jessica González– incluye cocteles a base de licores latinoamericanos con una propuesta divertida, que logra esquivar los clichés, y una selección de vinos hispanoamericanos que dialogan con la propuesta culinaria.
“Sabemos que todavía hay mucho por delante, pero nuestro compromiso es trabajar duro todos los días para hacernos mejores”, dice Juan Correa con la entrega que solo tienen aquellos que saben seguir una corazonada.
Texto: Gloria Ziegler