En un viaje a Italia me reencontré con un viejo amigo de mis padres y me enamoré perdidamente de él. Yo estoy por cumplir 30 años, él es ligeramente mayor de sesenta y nunca antes había sentido una atracción tan fuerte por alguien. Durante los dos meses siguientes me envió largos mensajes mostrando interés por mí, y hemos pasado varias horas juntos a solas, ya sea yendo a comer, o al cine o por un café, aunque nunca pasó nada físico. Cuando le pregunté qué somos y hacia dónde vamos, me dijo que era demasiado mayor. Siento que me ha engañado completamente al darme entender que podría haber algo entre nosotros, y al saber que yo sentía mucho más por él de lo que él nunca sintió por mí, de repente cambió de actitud hacia mí. Entiendo que no es tan racional luchar tanto para superar a alguien con quien nunca he tenido una relación, pero me siento con el corazón roto y nadie ha estado a la altura desde entonces.

Por Cecilia de Orbegoso

No por nada dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo, sobre todo si hablamos de este galán bastante experimentado en esto de vivir, con más de seis décadas en su espalda. ¡Imagínate todos los trucos de seducción que debe tener bajo la manga!

Pero no eres la primera, ni serás la última en tener el corazón destrozado por ese galán con el casi fueron todo, pero no llegaron a nada. Y es que esos famosos «casi algo» duelen más que una relación de años. Es cierto que esta situación puede parecer un poco irracional desde el exterior, después de todo, uno se pregunta: ¿cómo puedes estar tan afectada por alguien con quien nunca tuviste una relación formal?  Pero el corazón no entiende de razón ni de lógica, y cuando se involucra en un asunto complicado, no siempre sigue las reglas del juego.

Leyendo esto he tenido un déjà vu. Un par de años atrás mi buena amiga Máxima también cayó en los encantos de un hombre (en este caso italiano) que le duplicaba la edad. Él estaba tratando de rehacer su vida, pero su previo divorcio lo había dejado traumado. La atracción fue mutua ya que él quedó embobado con Máxima, quien podría quedarse escuchándolo hablar sobre los mercados financieros y la bolsa por horas. Tuvieron una especie de relación por lo que duró ese verano, pero él, aterrorizado por la diferencia de edad, le dijo que no podían llegar a más. Para mi amiga, este hombre se convirtió en su equivalente emocional a la Gran Crisis Financiera de 1929: un choque repentino que ni el mejor analista pudo pronosticar e inclusive meses después de su último encuentro seguía pensando día y noche en él.

Yo siempre le decía: «¿cómo puedes seguir pensando en ese hombre tan mayor, teniendo a tu alcance tanta dotación de colágeno?». Pero no puedo culparla ya que yo no era para nada ajena a ese sentimiento y a esa voluntaria ceguera a la que una se somete cuando se decide a romantizar una relación que, muy en el fondo, sabe que es completamente malsana. El corazón es un órgano complicado, y a veces el amor nos hace cometer locuras, incluso por personas con las que no tuvimos una relación formal.

Un día con la mirada baja y la voz apagada, sumida nuevamente en la nostalgia y ese sinsabor que acompaña siempre a una pena de amor, me confesó: «No sé si alguna vez lo amé, o simplemente fui adicta a la idea de él”, y no me sorprendería que esa sea la explicación del porqué sigues tan enganchada. Probablemente te estés preguntando si tu galán pudo haber sido un gran amor. Quién sabe. No lo comprobaste, y por ahí leí una vez que no hay peor sabor de boca que lo que nunca probaste.

Pero tal como se desvaneció el italiano de Máxima, también se desvaneció el verano. Después de todo, las estaciones cambian y nosotros también. La gente entra en tu vida y la gente se va. Y déjame decirte que vas aprender a vivir en paz sin esa explicación que sabemos que probablemente no vas a recibir jamásLas relaciones inciertas generan emociones intensas, y es por eso que cuesta más superarlas, pero también que quede claro que muchas veces esos «casi algos» detonan duelos previos no sanados.

Así que en lugar de gastar tiempo y energía pensando: “¿Por qué me pasa esto a mí?” o «¿Que hice mal?», “¿Seré yo el problema?, te recomiendo que te enfoques en analizar por qué te aferras a personas que no te hacen feliz. La clave aquí es cuidarte a ti misma. Permítete sentir todas las emociones, incluso las más dolorosas. No te apresures en buscar otra historia de amor para llenar el vacío. Date tiempo para sanar y para descubrir lo que realmente quieres en una relación.

Personalmente, siempre he sido fiel creyente de que el famoso Mr Right (o Señora Right) no tiene fecha de caducidad, por ende, debemos cuidarnos de no terminar haciendo la vista gorda a la atemporalidad de lo perfecto.  Total, uno nunca va a conocer a las personas adecuadas en el momento equivocado porque, le guste a quien le guste, cuando alguien es adecuado para nosotros, nos tomamos el tiempo para dejar que entren en nuestras vidas. Y para ese tipo de situación no existe un mal momento.

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