Hace unos meses, una de mis mejores amigas me llamó para contarme que estaba embarazada, convirtiéndome en la primera persona en saberlo. Ella había estado intentando concebir durante más de un año, pero desafortunadamente perdió al bebé a los pocos días de contarme la noticia y a vísperas de su cumpleaños número 38. Esta pérdida desencadenó una serie de situaciones delicadas y estresantes durante las siguientes dos semanas, que finalmente condujeron al fin de su relación. Recientemente descubrí que estoy embarazada (tan solo un mes después de haber empezado a intentarlo) y me siento culpable por no haber compartido la noticia con ella ni haber compartido la emoción que siento por esta nueva etapa en mi vida sin hacerla sentir mal. ¿Cómo puedo estar ahí para ella y, además involucrarla en esta nueva etapa de mi vida?
Justamente hace unos días, conversando con una de mis comadres, no pude evitar notar como las conversaciones con mis amigas estaban migrando, rápidamente, de nuestros clásicos dilemas del corazón para pasar a enfocarse en dilemas de la razón. No sé si es una cuestión de edad, expectativas o simplemente evolución personal, pero estas giran cada vez menos en torno a un vendaval de relaciones fallidas, desventuras del corazón y egos magullados, mientras que ahora, el verdadero torbellino, se ha convertido en dilemas profesionales, causales de divorcio y problemas de fertilidad.
Y es que tampoco voy a negar, que conforme vamos abriendo la puerta de una nueva década, no solo damos pie a que entre con ella también a la ansiedad en una nueva faceta, sino que es inevitable que las bases fundamentales de nuestros #BFF (Best Friends For Ever) se pongan a prueba. Y se pone peor, son las #besties (en femenino) las que se enfrentan a una de las partes más frustrantes: la carrera de la fertilidad y los altibajos que estos implican. Están las amigas que empiezan a tener bebés, mientras que otras deciden que no, luego las que creen que llegó el momento pero no tienen los medios suficientes para tenerlos, o aquellas que económicamente son más solventes, pero no pueden concebir así intenten por todos los medios.
Primero y ante todo: ¡Felicitaciones! Aún es muy pronto, pero ¡qué linda noticia! Ahora, la alegría por tu embarazo y la culpa por no haber compartido la noticia con tu amiga son sentimientos legítimos y válidos, no los reprimas ni los ignores, por el contrario, date permiso para sentir todas las emociones que surgen en tu interior. No eres ni serás la única mujer en una posición como la tuya, llena de culpa, confusión y además con un ligero resentimiento al pensar: “¿por qué tengo que pedir perdón por tener un hijo?”. Así que no te juzgues por sentirte de esta manera.
Pero, así como tu puedes estar teniendo sentimientos encontrados, es muy probable que tu amiga los vaya a tener también cuando le cuentes tu noticia. A fin de cuentas, la vida está llena de contrastes y es de lo más natural que coexistan la felicidad y el pesar. Cualquier sentimiento de envidia, ira, tristeza, frustración o tal vez sentido de injusticia que pueda sentir hacia todas las mujeres que conozca que estén embarazadas es completamente comprensible. Probablemente tú sentirías lo mismo si estuvieses luchando por concebir y te enteras que tu mejor amiga queda embarazada sin mucho esfuerzo – creo que todos lo haríamos-. Así que normaliza las emociones de tu amiga.
Poniéndome en su zapatos, ella está pasando por un momento muy duro, es correcto, pero déjame decirte que tengo mis dudas de que quiera ser tratada con condescendencia. Por el contrario, ocultarle la noticia solo la hará sentir como una persona irracional que no puede controlar sus emociones o que es una especie de bomba de tiempo que tiene que ser maniobrada con cautela. Estoy más que segura que ella querrá saber sobre tu vida y sobre tu futuro bebé, incluso si es doloroso para ella, y excluirla de esta noticia tan bonita en tu vida, no solo la va a hacer sentir aún peor y dejada de lado, sino que pondrá en evidencia como sus amigos cercanos son conscientes de su vulnerabilidad, dándole una magnitud desproporcionada a sus problemas de fertilidad: estos ni la definen, ni hacen que inmediatamente ella se convierta en una mala persona y amiga. ¡No te guíes por los supuestos!
Empieza contándole la noticia, y mantenla al tanto de las novedades de tu embarazo. Si se da el caso, invítale a participar en actividades relacionadas, probablemente no citas médicas, pero si acompañarte a hacer compras para el bebé, si ella lo desea. Sin embargo, sé sensible a sus emociones y respeta sus límites. No la presiones para que participe si no se siente preparada o cómoda. Y si no quiere ser incluida, también respeta su decisión, eso no quiere decir que ella no te desee lo mejor y sienta hacia ti muchísimo amor. Recuerda, para superar esta prueba ambas van a necesitar mucha honestidad, paciencia, compromiso y empatía, pero estoy segura que no solo la pasarán con éxito, sino que afianzarán aún más su amistad. Tú que sabes en unos años, ambas, recogiendo a sus hijos del nido, miren atrás y vean este episodio como un simple recuerdo banal.
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