El azul de sus aguas, la claridad de su cielo y la geografía que lo enmarca han hecho del mar Mediterráneo uno de los rincones más hermosos del planeta desde que el hombre tiene memoria. En este contexto –concretamente en Altea (Alicante, España)–, una casa de líneas geométricas y luminosa blancura mira al horizonte desde una especie de balcón que se funde con el acantilado que la acoge de manera majestuosa. De ahí el nombre con el que es reconocida y apreciada en todo el mundo: la Casa del Acantilado.
El proyecto fue desarrollado por el estudio valenciano Fran Silvestre, fundado por el arquitecto del mismo nombre. A sus 39 años, Silvestre es considerado como uno de los arquitectos jóvenes más importantes de España. Se graduó en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valencia y, posteriormente, realizó un posgrado en Urbanismo en la Universidad Técnica de Eindhoven. Al concluir sus estudios, obtuvo una beca para trabajar en el estudio de Álvaro Siza, en Oporto. En 2005, se independizó y abrió su propio estudio.
Desde entonces, Fran Silvestre ha realizado varios proyectos, gracias a los cuales ha recibido algunos reconocimientos. Entre ellos, destacan el Primer Premio en el Concurso MHK Group –por el diseño de la cocina de la Casa Atrio–, el Red Dot Award: Product Design 2013 y el Archdaily Building of the Year 2012 –ambos por la Casa del Acantilado–, así como el premio de la revista “Tendencias” al arquitecto del año 2013.
“Un elemento que define nuestra arquitectura es la actitud frente a un proyecto”, explica durante la entrevista. “Es decir, la capacidad de estudiar el programa y analizarlo con el fin de ser capaces de generar una continuidad con un entorno que debemos respetar: continuidad espacial, el uso de pocos materiales, la integración de las instalaciones, de la iluminación, y también la búsqueda de la continuidad en el tiempo, valorando la arquitectura que es capaz de atravesarlo sin quedar obsoleta”.