Color mediterráneo
El lugar, su historia y su estética invitaban al uso del blanco. Ese fue el motivo de la elección de los materiales, que tienen en común el color, el cual responde principalmente a dos criterios. El primero tiene que ver con la arquitectura tradicional mediterránea: “Es un placer contemplar la arquitectura blanca con sus fachadas de cal contra el fondo azul de mar Mediterráneo en Altea”, afirma al respecto Silvestre. “Por otro lado, esto permite hacer más visibles los cambios de luz que se producen a lo largo del día. La luz diurna es muy clara, casi azul, mientras que la luz artificial de la vivienda es muy cálida, casi dorada”, explica.
Sin embargo, para este joven profesional, la arquitectura no es simplemente un acto de creación estética muy integrado al entorno pero desligado del elemento humano. “Es a través del diálogo que la casa es un fiel reflejo de los que viven allí, una inequívoca expresión de su personalidad”, comenta el arquitecto. “Este diálogo busca el confort y la utilidad, examinando las alegrías y los conflictos de los actos cotidianos. La respuesta dada a todos estos conceptos, a través de parámetros íntimamente subjetivos, caracteriza cada uno de los proyectos haciéndolos diferentes a los demás”.
Con sus volúmenes amplios, sus grandes ventanas de cristal que fusionan el interior y el exterior, y sus líneas rectas, la Casa del Acantilado se yergue majestuosa en el horizonte de la costa mediterránea. En esta obra, Fran Silvestre ha logrado diseñar un acogedor espacio habitable entre el cielo y el mar.
Texto: César Céspedes Castro
Fotos: Diego Opazo y cortesía de Fran Silvestre Arquitectos