El Alpamayo fue uno de los primeros colegios peruanos que logró adaptarse con éxito a los desafíos de la virtualidad y la pandemia. Hoy, ya preparados para el retorno progresivo a las aulas, el colegio reafirma su propuesta de valor basada en la internacionalidad, y la enriquece con los aprendizajes generados durante el último año y medio.

El director de Alpamayo Renzo Forlin.

Pocos colegios en el Perú pueden sentirse orgullosos de que un 25% de sus alumnos, al terminar sus estudios escolares, viajen al extranjero para continuar su formación académica. Es el caso del Colegio Alpamayo que, tras un periodo pandémico marcado por los desafíos, cambios y constante adaptación, ha continuado reforzando una propuesta educativa que se sostiene en la formación integral, la internacionalidad, un gran estándar académico y una educación centrada en la persona, tanto con los estudiantes como con los padres de familia. En momentos de incertidumbre, y cuando el sistema educativo en su conjunto pareció sufrir una pausa, en el Alpamayo la consigna fue fortalecer sus valores y consolidar su digitalización.
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Renzo Forlin, director del Alpamayo, explica que, gracias a la cultura de flexibilidad impulsada por colegio, hoy el colegio está totalmente preparado para el inicio de una semipresencialidad, en la línea de la nueva educación contemporánea. “Hemos diseñado un sistema que fusiona el uso de la tecnología con la innovación y que, al mismo tiempo, toma en cuenta esta situación de tránsito, en el que los colegios estarán todavía sujetos a cierres temporales y demás restricciones, lo que exige que el colegio tenga una gran flexibilidad”, explica Forlin, quien asegura que durante este periodo de cambios la propuesta de valor del Alpamayo se ha enriquecido y enfocado en sus valores.

Innovación y deporte

Para Forlin, uno de los pilares de la educación contemporánea es la innovación y la capacidad de las instituciones de promover la generación de nuevas ideas y herramientas de aprendizaje. En esta línea, el Alpamayo ha formado un conjunto de profesores que tienen como cualidad la investigación, y que plantean proyectos que son testeados y escalados. “Creo que esta dinámica nos ha dado una gran ventaja competitiva.
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Y aquí tiene mucho que ver nuestro estudio del modelo finlandés educativo, que propone un sistema en el que cada aula se convierte en una especie de colegio autónomo, donde el tutor puede crear cosas, ponerlas en práctica y luego transferirlas a la comunidad”.
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Por otro lado, Forlin también destaca el espíritu deportivo con el que el Alpamayo prepara el regreso a la presencialidad. “Somos un colegio muy competitivo en la parte deportiva, y contamos con una gran infraestructura para ello: tenemos dos canchas de fútbol, un gran polideportivo de básquet, piscina y mucho más”, refiere Forlin, quien también destaca la importancia que el colegio le da al desarrollo artístico de sus estudiantes, una dimensión con enorme potencial formativo y pedagógico y que, al mismo tiempo, promueve nuevas formas de expresión.

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