De más chica, formó parte de las selecciones peruanas de gimnasia y atletismo, pero hace un año y medio una lesión la alejó del deporte. Sin embargo, Michella no se desanima y tiene otros objetivos en mente. El primero, encontrar su lugar en el mundo laboral.
Fotos de Daniela Profeta
Su apellido podría calzar perfectamente en el nombre artístico de una estrella de cine. Eso sí, los Profeta no predicen el futuro; en cambio, vienen de un pasado bastante lejano: en Sicilia, en el pueblo de San Michele di Ganzaria, hay registros del apellido que se remontan al siglo XVII.
Si Michella tuviera que remontarse al principio de su historia, recordaría que de niña practicaba gimnasia y que, incluso, llegó a formar parte de la selección peruana, pero no llegó a participar en ninguna competencia oficial porque, pasados los diez años, cambió la gimnasia por el atletismo.
Como atleta también llegó a ser convocada por la selección nacional. Compitió en un Sudamericano en la especialidad de salto alto, y en algunos otros torneos internacionales. Practicó atletismo por varios años, pero al final también lo dejó y cambió de deporte. Quiso probar algo nuevo y se decantó por el tenis, hasta que sus clases en la pre de la Universidad de Lima comenzaron a consumir todo su tiempo.
Hace año y medio, además, sufrió un accidente y se rompió el tendón de Aquiles en un centro comercial repleto de gente. Luego se recuperó y se volvió a desgarrar, por lo cual hasta ahora no puede hacer deporte. “Me encanta, pero no puedo”, dice Michella, y añade que le han diagnosticado seis meses de rehabilitación.
En sus estudios, sin embargo, todo marcha de la mejor manera. Le llama la atención el marketing y la comunicación corporativa, pero “todavía estoy indecisa”. De momento, estudia Comunicaciones en la Universidad de Lima, está por pasar a sétimo ciclo y saca muy buenas notas. “Estoy en décimo superior; soy medio chancona”, confiesa. A corto plazo, su objetivo es comenzar sus prácticas preprofesionales. “Voy a mandar mi currículum en febrero. Me gustaría trabajar en una empresa de marketing digital y publicidad”.
Antes quería estudiar Veterinaria y enfocarse en la fauna silvestre. “Era mi carrera soñada. Me encantan los animales”, dice. “Me desanimaron porque soy muy sentimental. Mis papás me dijeron que era una carrera en la que, quizá, sufriría. Pero mi sueño es ayudar a los animales. Algún día me gustaría poner una ONG y hacer algo por ellos”. En casa, Michella tiene un perro y un gato adoptados: Bru y Carlo Mario. “Aparte, salvamos como a seis gatitos y los dimos en adopción”, agrega.
Su hermana Daniela le hizo las fotos que ilustran esta nota. “Mi hermana es fotógrafa desde hace un montón de tiempo, y mi otra hermana –Luciana– estudió Diseño de Modas. Siempre me ha gustado toda esta onda, pero no he modelado profesionalmente”, cuenta Michella. “Luciana me decía: ‘Tengo que hacer esta colección’; yo era la modelo, y Daniela tomaba las fotos. Éramos las tres”. Quién sabe si esta sesión de fotos sea la primera de muchas.