Además de pensar en el vestido, los invitados y la ceremonia para su boda con el príncipe Harry en mayo, la actriz Meghan Markle tiene una recargada agenda de compromisos. Sus últimas dos semanas han sido particularmente intensas.
En las últimas dos semanas, Meghan Markle ha hecho de todo: su despedida de soltera, su primer acto oficial junto a la reina Elizabeth II, un entrenamiento militar intensivo, y su bautizo y confirmación como anglicana. Y todo lo ha realizado con éxito.
La futura duquesa inició el mes relajándose con algunas amigas en el hotel campestre de lujo Soho Farmhouse, a las afueras de Londres, el cual cuenta con spas, cine, canchas de tenis y establos. Ella y su prometido ya habían tenido citas ahí antes de anunciar su compromiso, pero esta vez Markle eligió ese lugar para celebrar su despedida de soltera. La actriz, junto a su compañera de la universidad, Lindsay Jill Roth, la propietaria del centro de pilates Platinum, Heather Dorak, y la diseñadora Misha Nonoo, disfrutaron de un día de tratamientos de belleza, masajes y buena comida. Se cree que esta fue apenas la primera despedida de soltera de Markle, pues no estuvieron presentes ni su madre, Doria Radlan, ni su futura cuñada, Kate Middleton, por estar en el último mes de embarazo de su tercer hijo con el príncipe William.
Tras ese día de calma, llegó el trabajo duro para Markle. El más importante, y el que marcó su debut junto a la reina Elizabeth II, fue el servicio por el Commonwealth Day, que se celebra cada segundo lunes de marzo en la Abadía de Westminster, en Londres, para conmemorar la mancomunidad que se compone de las 53 naciones que en el pasado formaron parte del Reino Unido. Aunque Markle ya había coincidido con la abuela de su prometido en la misa de Navidad de Sandringham, el Commonwealth Day reúne a casi todos los miembros de la familia real británica y a importantes figuras políticas, como la primera ministra Theresa May.
Durante la ceremonia, la novia se sentó al lado de su futuro esposo, pero lo que más llamó la atención –y se volvió viral– fueron las miradas que intercambió la pareja durante la actuación del ex miembro de One Direction, Liam Payne, quien interpretó “Waiting on the World to Change” de John Mayer. El príncipe miró a Markle y levantó las cejas. Ella le sonrió, se rio y escondió su rostro detrás de su pelo. Se especuló si la interpretación musical no había convencido a la pareja o si habían compartido un momento íntimo.
La novia también acaba de pasar dos días en un entrenamiento militar en la sede que el Servicio Aéreo Especial del Ejército Británico tiene en el condado de Hereford. Entre explosiones de granadas y balas de metralletas, la ex actriz de “Suits” hizo las veces de rehén para experimentar una verdadera situación de peligro y aprender a tratar con secuestradores.
Markle, además, fue bautizada y confirmada por la iglesia anglicana. La ceremonia privada de 45 minutos –que se realizó con agua del río Jordán de la fuente privada de la familia real– fue oficiada por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en la Capilla Real del Palacio de St. James de Londres.
Así, ya estaría lista para casarse con Harry. Incluso, tiene el consentimiento oficial de la reina. “Declaro mi consentimiento a un contrato de matrimonio entre mi muy amado nieto, el príncipe Henry Charles Albert David de Gales, y Rachel Meghan Markle”, decía la carta de Elizabeth II, emitida a mediados de este mes. Esta formalidad era necesaria para que Harry, próximo a convertirse en el sexto en el orden de sucesión, no tenga que renunciar al trono por amor.