Doutzen Kroes es rostro de Victoria’s Secret, activista y filántropa, madre de dos niños, y una de las mujeres más lindas y famosas de Holanda. Esta espectacular modelo tiene cualidades que van mucho más allá de lucir bien en lencería.
Por Manuel Santelices
La modelo holandesa Doutzen Kroes acaba de regresar de sus vacaciones en Ibiza. “Vogue” Estados Unidos, que cubrió fotográficamente la semana, pudo retratar lo bien que la pasó. Las fotos lo dicen todo: un bikini o traje de baño distinto cada día, uno más pequeño que el otro, y la modelo en distintas poses frente al mar con el pelo rubio perfectamente filtrado por el sol y la sal, como el sueño ardiente de un surfista.
Criada y educada en un sector rural de Holanda, Doutzen tiene, a pesar de todas las apariencias, los pies bien puestos en la tierra. No importa que esté en la alfombra roja de Cannes, en la entrega de los Golden Globes o en la pasarela de Victoria’s Secret apenas cubierta en lencería, su personalidad permanece amable y poco pretenciosa.
Según ha dicho, cuando le ofrecieron ser uno de los rostros de la famosa línea de ropa interior hace más de una década, no tenía idea de qué le estaban hablando. Nunca había escuchado hablar de la marca. Hasta entonces, su único roce con la moda internacional eran los polerones y jeans que usaba en la granja familiar o los shorts color caqui y polos que lucía durante sus viajes de mochilera por Tailandia o Turquía.
Todo cambió, como cambian a menudo estas cosas, cuando envió sus fotos de adolescente a varias agencias. Según dice, las pasarelas le interesaron más que nada porque le abrían la oportunidad de conocer el mundo. “Lo que quería era viajar, conocer otros sitios, y pensé que esa era una buena manera de cumplir mis sueños. No sabía en qué me estaba metiendo. Nunca me interesó realmente la moda ni las revistas. Cuando envié mis fotos no se lo conté a nadie. Solo cuando una agencia me llamó para una entrevista, les dije a mis padres lo que había hecho. Quedaron en shock. En un principio tenían desconfianza, porque hay tantas historias sobre el mundo del modelaje, pero al final me apoyaron”.
En poco tiempo ya había aparecido en las portadas de Elle, Marie Claire, Time, W, Glamour y Numéro; modelado para Tommy Hilfiger, Versace, Valentino y Blumarine; y posó desnuda para el calendario Pirelli. En Holanda es tan famosa como la reina Máxima y, el mayor honor que puede obtener una celebridad en su país, tiene su propia estatua en el museo de cera de Madame Tussauds.
El vuelco que ha tenido su vida en los últimos quince años, como el vivir montada en un avión, las constantes sesiones de fotos o apariciones personales, le provoca a veces nostalgia por su niñez.
“Crecí en un pequeño pueblo de mil quinientos habitantes. No había ni siquiera un bus, así que iba en bicicleta a todas partes. Cuando era niña no me gustaba, pero ahora, cuando regreso, lo aprecio. Me encanta su paz, su calma”, explica. “Ya sabes lo que dicen, que la juventud se desperdicia en la juventud. Y es cierto. Cuando eres joven, crees que todo lo que tienes es normal, lo das por descontado, pero pasa el tiempo y te das cuenta de que eres muy afortunada. Yo estoy muy consciente de mi propia suerte”.