Hace ocho años Jesús Dongo sufrió un accidente que cambió su destino. Ahora está dedicado a la creación de una de las obras filantrópicas más ambiciosas que se hayan construido en el país: el hospital de cáncer pediátrico Vidawasi, ubicado entre los distritos de Ollantaytambo y Urubamba.
Este proyecto cuenta con el apoyo de prestigiosas instituciones internacionales y de la Santa Sede.
Sucedió un 26 de junio de 2010. Era un fin de semana tranquilo: rodeada por la colorida belleza del campo, la familia Dongo Cano celebraba una reunión familiar en su casa de Pachacámac. Jesús esperaba ansioso que bajaran de la camioneta la cuatrimoto que acababa de comprarse.
Él cuenta que días antes había tenido una revelación: que con esa máquina sufriría un accidente que le quitaría la vida. Así de inexplicable. “Mucha sugestión, mucha fantasía”, pensó entonces, así que decidió enfrentarlo. “Mi idea era sencilla: triunfaba ante ese mal presagio y la vendía”, recuerda.
“Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”, reza un proverbio popular. Por esos años, el gran proyecto de Jesús era ingresar en el rubro hotelero. “Quería construir en Cusco el hotel más bonito y original del cual mi país se sintiera orgulloso”, narra el abogado y empresario.
El milagro
Sin embargo, esa tarde, mientras paseaba en cuatrimoto por su jardín, su vida cambió para siempre. “Me propuse pasear a 10 km/h para probar la cuatrimoto. Era tan vívido el recuerdo del oscuro sueño que tuve, que yo quería desafiarlo y sentía que a esa velocidad nada me podía pasar”, reflexiona Jesús. Él subió a la máquina acompañado de su hija Abigail, que entonces tenía cinco años.
“Vi la cuatrimoto, y a cualquier niño ver una máquina tan grande le atrae”, dice Abigail, quien es la hija mayor de la familia. “Y si ves sentado ahí a tu papá sientes que es segura”.
El botón rojo de aceleración llamó la atención de Abigail. “Me acuerdo con claridad el momento en el que volteo a mirar a mi papá cuando veo el botón rojo. Es inexplicable lo que pasó porque sientes que algo te mueve, algo que no eres tú. Entonces, presioné el botón hasta el máximo”, explica Abigail, recordando cada detalle.
La cuatrimoto pasó de 0 a 200 km/h en cuestión de segundos. “Los vi volar por los aires”, recuerda Marina, la esposa de Jesús y madre de Abigail, “y se estrellaron contra una pared”. Marina cuenta que vio los cuerpos de su hija y su esposo inertes y manchados de sangre.
“Vidawasi nació en el momento del accidente, ahí entendí que tenía que hacer algo distinto. Cuando agonizaba dejé de orar y de pedir para mí, y le rogué a Dios por mi hija, si había alguien que tenía que partir era yo”, acota Jesús.
Le dije: “Esto, Señor, merece un pacto. ¡Utilízame, te devolveré a miles de vidas de los tuyos, de la gente más pobre que todos los días clama a ti frente a la indolencia del mundo!”, narra con emoción. Como si Dios hubiera atendido a sus súplicas, ambos se recuperaron milagrosamente.
Una semana después del accidente, Abigail, con supuesto edema general cerebral, salía de la clínica como si nada hubiese pasado, y Jesús, días después, con traumatismo total de órganos internos, hacía lo mismo. “Sin una pestaña fuera del lugar, no acepté silla de ruedas y salí caminando de la clínica”, cuenta con mucha alegría.
En ambos casos no hubo operación ni proeza médica, se produjo una regresión de sus diagnósticos clínicos de modo inexplicable y sorprendente a la vez. Entonces, la familia Dongo Cano decidió cumplir con su parte del trato: los terrenos que se iban a convertir en el hotel más impresionante del Valle Sagrado (Cusco) fueron entregados para la construcción de un proyecto de amor sin precedentes en nuestro país.
Es así como Marina y Jesús decidieron fundar la organización civil sin fines de lucro Vidawasi, que significa Casa de Vida. El directorio de Vidawasi está conformado por destacadas personalidades en el campo de la cultura, salud y del empresariado nacional: destacan, entre otras, Sandra Cannock Graña; Luis Zegarra Montes; Antonio Hernández Sánchez; José Javier Pérez Ramírez; Vicario Luis Ayala Falla y Ricardo Vecco Ordoñez.
Objetivo: la excelencia
“Nos hemos propuesto construir el Primer Hospital Oncológico Pediátrico y cirugías de alta complejidad para el Perú. Un centro que permitirá desconcentrar los saturados servicios de la ciudad de Lima para que las familias de escasos recursos de las zonas altoandinas y de todo el Perú puedan acceder a atención médica de sus niños con altos estándares en ciencia, dignidad y amor por los que sufren”, explica Jesús como presidente de la organización Vidawasi.
Actualmente se está ejecutando en el Valle Sagrado el proyecto de Ciudad Vidawasi, con instalaciones que complementarán los servicios del hospital (el corazón del proyecto). Ya se cuenta con una villa para el voluntariado, albergues familiares, el edificio de administración central, su plaza principal y una hermosa capilla, entre otras instalaciones.
Proyección al futuro
Las municipalidades de Urubamba y Ollantaytambo han declarado el proyecto Vidawasi como prioritario, de interés público y de urgencia social. Ya se inició la construcción del hospital, que se proyecta que tenga nueve pabellones. Sin embargo, se encuentran luchando para lograr entregar a fines de 2019 los dos pabellones que servirán para iniciar la atención ambulatoria especializada.
En el Perú, cuentan con el respaldo de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, primer aliado de Vidawasi, el Hospital del Niño de Breña, el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, el Instituto Peruano de Energía Nuclear, entre otros.
Entre sus aliados internacionales destacan el Hospital St. Jude de Estados Unidos (considerado el gigante del mundo en la lucha científica y profesional contra el cáncer pediátrico), los hospitales Sant Joan de Déu y Puigvert de Barcelona (entre los más importantes de Europa); el Hospital Hito de México y el Hospital do Câncer de Barretos de São Paulo, Brasil (entre los más importantes de América Latina), entre otros.
Respaldo de la Santa Sede
Todo se inició gracias al arzobispo de Cusco, monseñor Richard Alarcón, quien abrió a Vidawasi las puertas del Vaticano a través de la Nunciatura Apostólica en el Perú.
“El nuncio apostólico, monseñor Nicola Girasoli, nos ha visitado para conocer Vidawasi ante la concesión realizada por el arzobispo de Cusco –quien promovió un decreto canónico que declara a la Virgen María como custodia y protectora de Vidawasi, otorgándole la advocación de la Virgen de Vidawasi–, lo cual nos honra y nos llena de responsabilidad en la labor de amor y servicio que proyectamos. Así también, hemos merecido la bendición del Santo Padre a través de la Secretaría de Estado del Vaticano”, cuenta Jesús con mucha emoción.