Detrás de cada paraatleta, existe una gran historia de superación y sueños que no conocen límites. Conversamos con Pilar Jáuregui, Carlos Felipa y Carlos Sangama, tres de los seleccionados nacionales con mayores probabilidades de obtener un lugar en el podio de los Juegos Parapanamericanos Lima 2019, que se celebrarán entre el 23 de agosto y el 1 de setiembre. Ellos compartieron con nosotros sus metas y aspiraciones más allá del terreno competitivo.
Por Angie Yoshida Fotos Omar Lucas
“Los cobardes nunca inician, los débiles nunca terminan y los ganadores nunca se rinden”, afirma Carlos Felipa (37), comando del ejército peruano que en 2010 sufrió la pérdida de una de sus piernas durante una operación militar en el Vraem —Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro—, pero que ahora se prepara para encarar otro reto, esta vez representando al país en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019.
Conocido como “el hombre de acero”, Carlos es uno de los paraatletas más destacados del país. Su fortaleza de espíritu y perseverancia hicieron que, tras pasar por el quirófano en más de doce oportunidades, lograra levantarse y hallar un nuevo rumbo en su vida. Uno que, contra todo pronóstico, le ha dado muchas satisfacciones y, en los próximos días, podría materializarse en nuevas victorias para el paradeporte nacional.
“El paraatletismo es mi estilo de vida. Se ha convertido en mi segunda vocación después de ser militar y comando del ejército peruano. Pero también es una manera de ayudar y motivar a muchas personas que, debido a una discapacidad, han perdido el sentido de su existencia”, señala el hombre que redirigió las capacidades físicas adquiridas durante su vida castrense hacia su formación como paraatleta.
“Llegué por primera vez a los Juegos Parapanamericanos Toronto 2015 y luego participé en los Juegos Paralímpicos Río 2016. Pero un atleta alcanza su máximo nivel a los 33 años y, dada mi edad y las condiciones de mi pierna ortopédica –desfasada en comparación con las de otros deportistas–, decidí que era momento de cambiar el atletismo de pista por el de campo”. Por eso, en el torneo continental que se celebrará en la capital a partir del 23 de agosto, lo veremos competir en las pruebas de lanzamiento de bala, disco y jabalina, donde ya ha obtenido importantes reconocimientos a nivel mundial.
“He llegado a ser atleta de alto rendimiento gracias a mi férrea convicción, mi decisión de vencer aquellos límites que alguna vez pensé que no iba a poder doblegar”, agrega el ganador de la presea dorada en lanzamiento de disco de los Juegos Abiertos Nacionales Barranquilla 2018. Para él, cada paso que ha dado ha sido crucial, y no se arrepiente de nada. Ni siquiera de aquella mina que se cruzó en su camino cuando realizaba una riesgosa labor de reconocimiento en la espesura amazónica. Después del accidente, sostiene que lo único que ha cambiado ha sido su aspecto físico. “Sigo siendo el mismo comando Carlos Felipa. El que quiere vencer los imposibles, el que quiere llegar más lejos”.
Desde que era un adolescente, tenía claras sus metas. En 1997, ser testigo de la Operación Chavín de Huántar lo hizo direccionar su vocación hacia el servicio militar. “Siempre he tenido el propósito de servir al país, de defender su bandera y pelear por la patria hasta ofrendar la vida. Ya no lo hago en las zonas de emergencia donde combatí al terrorismo, pero sí en los campos de atletismo. Voy a dar todo de mí para darle al país lo que se merece. Como soldado peruano, me identifico así. Traer una medalla es como ir a la guerra y alcanzar la victoria. Y, para mí, los Juegos Parapanamericanos Lima 2019 se han convertido en mi próxima batalla”.
El paraatleta está convencido de que el legado del evento deportivo no se puede reducir únicamente a la infraestructura deportiva construida en los últimos meses, que con el tiempo se irá deteriorando. Más importante que ello, considera, son los ejemplos de superación e inspiración que proyectarán a todo el país cuando inicien las competencias. “Las medallas, los estadios, las pistas son solo material y con el tiempo desaparecerán. El hecho de que un peruano pise el podio tiene un valor imperecedero”, sentencia.
Los anhelos
Con la misma convicción y disciplina, Pilar Jáuregui (30) mantiene una extenuante jornada de entrenamientos que, a partir de este año, ocupa hasta un tercio de su día. A fines de 2015, y tras tentar con éxito disciplinas como el tenis de campo y el baloncesto de silla, descubrió el parabádminton gracias a la invitación de otro destacado paradeportista, Pedro Pablo de Vinatea. Desde entonces, ha explotado al máximo sus habilidades físicas, y ha conseguido notables marcas internacionales.
“No me costó mucho ingresar a este paradeporte: ya tenía dominio de la silla y uso de la raqueta”, confiesa con admirable humildad Jáuregui, quien en menos de un año consiguió su primera medalla. “En mayo de 2016 me metí de lleno. Se venía el Campeonato Parapanamericano de Bádminton en Colombia. Con el apoyo del entrenador Isaac Núñez, el equipo peruano logró una buena participación y me llevé el oro en singles damas”.
A diferencia de Carlos, Pilar nació con una luxación de cadera congénita bilateral, enfermedad que, si bien no le afectó cuando era pequeña, tuvo repercusión en su adolescencia. Durante su niñez, “practicaba básquet y vóley. Era incansable”, dice. Su vida cambió rotundamente un día, luego de dar un salto. Al caer, sintió un fuerte dolor en la cadera y, en adelante, comenzó a experimentar una leve cojera que se iría acentuando y, más tarde, la obligaría a desplazarse en silla de ruedas.
A pesar de que en su momento significó un duro golpe, con el apoyo de su familia logró volver al deporte y se convirtió en una de las mejores representantes nacionales. El año pasado, fue premiada por el Comité Paralímpico de las Américas como la Mejor Paradeportista de 2018. “El parabádminton me ha demostrado que no existen los límites, que todo se puede y, por más que haya días malos, o que alguna lesión te detenga, siempre hay un mañana, y puede ser mejor. A veces no nos damos cuenta, pero depende de uno mismo; es cuestión de voluntad, de querer hacer”.
Para alcanzar nuevamente la gloria, entrena en tres turnos diarios. La preparación física, nos cuenta, se ha tornado más específica en las últimas semanas, cuando ha cambiado la silla de ruedas por los ejercicios en el suelo. El objetivo es desarrollar la musculatura abdominal y otras áreas que el parabádminton normalmente no suele movilizar. A esto se suman el trabajo de psicología, meditación y recuperación muscular, que ha sido clave este 2019, ya que en lo que va del año Jáuregui ha participado en cinco torneos internacionales de esta disciplina. “Estuve en Turquía, Dubái, Uganda, Canadá e Irlanda. Me llevé dos medallas de oro en Uganda y una de bronce en Canadá. En las demás, pasé primera de grupo y sumé puntos para los Juegos Paralímpicos Tokio 2020”.
Antes de disputar el oro en Lima 2019, tendrá que viajar a Suiza para competir en el Mundial de Parabádminton. “Del 15 al 25 de agosto estaré por allá. Me perderé la ceremonia de inauguración de los Juegos Parapanamericanos, pero es por una razón importante. En Suiza hay puntos que defender en mi camino a Tokio y, lamentablemente, los puntos de Lima no se tomarán en cuenta para los Juegos Paralímpicos”, explica. Concluida su participación en el Mundial de Parabádminton, Pilar competirá del 29 de agosto al 1 de setiembre en la capital. “Ambos compromisos son muy importantes, y espero dosificar bien la energía y no descuidar ninguno”, agrega.
Sobre la trascendencia de esta cita deportiva, Pilar considera que se trata de un momento muy especial no solo para los paradeportistas, sino también para toda persona con alguna discapacidad. “Con motivo de los Juegos Parapanamericanos, tenemos mucha más visibilidad; me alegra poder demostrar a los jóvenes como yo que, a través del deporte, cuentan con otra opción de salir adelante. De chicos, muchos de nosotros no conocimos esta opción”, afirma.
“Tengo algunos años ya en el paradeporte; cuando empecé, no veía a tantos jóvenes. Ahora hay niños desde los 4 años que quieren jugar, y eso está muy bien. Ya no ven sus limitaciones, sino que son conscientes de todo lo que pueden hacer. A ellos siempre les digo que nunca se rindan, que el tener una discapacidad no significa nada y que lo importante es perseguir los sueños”. Más allá de los reconocimientos a su destreza en el parabádminton, Pilar tiene un anhelo personal, y no descansará hasta verlo cumplido.
“Quisiera desarrollar una academia exclusiva para el paradeporte. Hay muchos atletas que pasan por necesidades. Los ves entrenar, pero no ves sus carencias. Nosotros que convivimos y nos conocemos mucho sabemos por las cosas que cada uno ha tenido que pasar. Tratamos de darnos la mano, pero no es suficiente. Necesitamos más apoyo del Estado e iniciativas privadas”, enfatiza.
La constancia
La historia de Carlos Sangama (28), paraatleta fondista natural del centro poblado Nueva Florida, distrito y provincia de Bellavista en la región San Martín, es el perfecto ejemplo de superación y lucha por alcanzar las metas personales. A los 11 años, sufrió un accidente mientras maniobraba una máquina y, a los 14, tuvo que mudarse a Lima junto a su madre.
En la capital concluyó sus estudios y se formó como administrador. Su vida transcurría con normalidad, tenía un empleo estable en una entidad bancaria, y practicar un deporte ni siquiera rondaba su mente. Su perspectiva cambió radicalmente una mañana, al ver en televisión a nuestro compatriota Raúl Pacheco compitiendo en la prueba de maratón de los Juegos Panamericanos Toronto 2015. “Pacheco se llevó la medalla de plata y yo quedé muy impresionado. Ahí nació mi afición por el atletismo. Ese mismo día cogí mis zapatillas y salí a correr a una canchita cercana a mi casa”.
Su primera meta fue bajar de peso. “Pesaba 70 kilos: era demasiado”, comenta entre risas. Rápidamente entabló amistad con un grupo de runners amateurs y, poco después, se animó a correr sus primeros 6K. “Participé en Lima Corre, una carrera organizada por la Municipalidad de Lima en San Juan de Miraflores. Ahí me vio la entrenadora paralímpica Sandra Muentes, y me contó que podía dedicarme de manera profesional al paratletismo, que haste ese momento no estaba entre mis planes”.
Su curiosidad lo llevó hasta la Escuela Militar de Chorrillos, donde el profesor Miguel Calmet entrenaba a paraatletas destacados, como Carlos Felipa. Inició su preparación física como velocista, y solo siete meses más tarde compitió en el Open de Brasil Caixa 2016, donde ganó la medalla de oro en los 1500 metros y la medalla de bronce en los 5000 metros. “No me conformé con eso. Soy una persona muy terca; no paro hasta conseguir lo que me propongo. Por eso viajé a Huancayo, al Centro de Alto Rendimiento, donde entrenan los mejores paraatletas”, expresa, orgulloso.
Sangama llegó a la Ciudad Incontrastable con solo treinta soles en el bolsillo, luego de decirle a su madre que todo estaría bien, que allá no le faltaría nada. “Tuve que mentirle: dejé mi trabajo y todo en Lima para convertirme en lo que soy ahora”. Con el apoyo de Efraín Sotacuro –atleta paralímpico– y el resto de compañeros del programa, Carlos entrenó durante un año hasta demostrar su talento: se coronó campeón nacional de paraatletismo. Ahora se alista para cosechar nuevas victorias en Lima 2019. “La resistencia ya está garantizada, lo que estamos trabajando en estas últimas semanas es la velocidad”, señala.
De cara a los Juegos Parapanamericanos, el seleccionado nacional revela que, como peruano y anfitrión en esta contienda deportiva, carga con una gran responsabilidad y que, frente a ello, lo más importante es recibir el aliento del público. “El apoyo de nuestra gente, de nuestra familia, es clave para todo atleta. No todo pasa por el tema físico; también está el factor anímico”.
Además del calor de las tribunas, Carlos recalca que es necesario que el Estado y la empresa privada se comprometan en una labor conjunta para apoyar el paradeporte y que ningún otro paraatleta repita su historia en la conquista de su sueño. “En el Perú hay mucho potencial paradeportivo, pero nos falta captarlo. Mucha gente no conoce bien este tema. Yo creo que con la transmisión de Lima 2019 más personas verán que sí se puede y se debe apostar por el talento nacional”.