El célebre fotógrafo inglés, Terry O’Neil, murió el último fin de semana a los 81 años, en el Reino Unido.
Terry O’Neil fue una de los retratistas más destacados de las celebridades mundiales en la década de 1960.
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El último fin de semana, la escena fotográfica del mundo, perdió a uno de sus fotógrafos más importantes de la segunda mitad del siglo XX: el retratista inglés Terry O’Neil, de 81 años, recordado por retratar a los jóvenes y a las celebridades de los swinging sixties británicos.
Durante años O’Neil batalló contra el cáncer de próstata, lo que lo mantuvo de la escena pública. «Cualquiera que haya tenido suficiente suerte para conocerlo o trabajar con él puede dar fe de su generosidad y modestia», dijo este domingo un portavoz de Iconic Images, firma que lo representa.
Asimismo, Iconic Images destacó la influencia del trabajo de O’Neill a lo largo del tiempo y valoró, sobre todo, los retratos fotográficos que realizo durante la década de 1960. «O’Neil será recordado como uno de los fotógrafos más icónicos de los últimos sesenta años; sus instantáneas legendarias quedarán para siempre en nuestra memoria, así como en nuestros corazones», sostiene Iconic Images.
Terry O’Neill, y los retratos de una década
De origen irlandés, O’Neill se mudó con su familia a Londres cuando era niño. Su madre deseaba que se convierta en sacerdote, pero ante la rebeldía de su hijo, rápidamente desistió en su intento. Con el paso de los años, el pequeño Terry descubrió su pasión por la música, e incluso quiso ser baterista de una banda de jazz. Por ello, consiguió un puesto como fotógrafo en la compañía aérea British Overseas Airways, con lo cual pensaba viajar continuamente a Estados Unidos para encontrar alguna banda en los clubes de jazz de Nueva York.
Sin embargo, un día de 1963, durante una jornada laboral, fotografió a un hombre dormido en el aeropuerto. La foto pudo ser una más entre cientos, pero resultó que aquella persona era el secretario británico Rab Butler: gracias a la repercusión que esta foto tuvo en la prensa consiguió su primer trabajo en el diario Daily Sketch. Ese mismo año, su editor le pidió que fotografiara a una banda de jóvenes que estaban a punto de debutar con su primer disco. ¿Quiénes eran estos? Nada menos que The Beatles, que estaban a punto de lanzar su disco «Please Please Me».
Un año después, O’Neill retrató a la banda británica The Rolling Stones. Desde entonces, todas las celebridades del momento posaron para su lente: Frank Sinatra, David Bowie, Wiston Churchill, la reina Elizabeth II, entre muchos otros, quedaron inmortalizados bajo su mirada. Debido a su trabajo, muchos le preguntaron cuál era la forma de lidiar con la fama de los personajes a los que retrataba. O’Neill contó: «Intentaba permanecer en un segundo plano. Me gustaba ser una sombra. Esa es la clave de la buena fotografía. Lo aprendí de Frank Sinatra. Él me dejó acompañarle a todas partes, y después de tres semanas me di cuenta de que me había dado el mejor regalo posible, sin ni siquiera haberme preguntado nada ni haberme frenado. Era fantástico».
El adiós a la leyenda
Poco antes de su muerte, O’Neill apareció públicamente en el pasado mes de octubre, durante su condecoración con la Orden del Imperio Británico (CBE, por sus siglas en inglés), por el príncipe William. En sus breves declaraciones a la presa, el fotógrafo dijo que esta distinción sobrepasó «cualquier cosa que le haya pasado en su vida».
Tras su muerte, distintos artistas del mundo expresaron su tristeza por su partida. El actor británico Michael Caine publicó en su cuenta de Twitter: «Mi amigo Terry O’Neill fue uno de los mejores fotógrafos. Será extrañado por todos los que tuvimos la suerte de conocerlo y amarlo».
Además, el músico inglés Elton John fue otra de las celebridades que expresó el dolor que dejó su partida. «Terry O’Neill me tomó las fotografías más icónicas de a lo largo de los años, capturando completamente mis estados de ánimo. Era brillante, divertido y me encantaba su compañía. Un personaje de verdad que ahora ha fallecido. Descansa en paz, hombre maravilloso».