Irene de Romaña es conocida por muchas cosas. Es poderosísimamente eléctrica. Es arrolladoramente sincera y contagiosamente alegre. ¿Alegre? No. Es apasionada de vivir la vida, de explorar (lo otro es una consecuencia). Exuberante. Juguetona. Esta ávida de recibir amor y darlo sin mayor protocolo. Es una especie particular, porque es genuina. Y el ser genuino es una condición que solo se alcanza con la práctica constante de mostrarte como eres. Y aquí se muestra.

Las heroínas más grandes de la historia forjaron su propio destino. Pensemos en Artemisa –la esposa del rey Mausolo–, quien, tras enviudar, le construyó una tumba tan espectacular que se convirtió en una de las siete maravillas del mundo antiguo (de ahí el término que hoy usamos coloquialmente), junto con las pirámides de Egipto y el Coloso de Rodas. ¿Y qué más hizo? Se hizo a la mar como almirante de la flota que dejó sin líder el finado rey.

O pensemos, muchos siglos después, en Diane de Poitiers, (estudiosa de Artemisa), diecinueve años mayor que su amante, el rey Henri II de Francia, que hizo las veces de ministra de Estado y revolucionó varios aspectos de la política, moda y cultura francesas. Tantas mujeres bellas. Mujeres fuertes. Eso es lo que le gusta a Irene, y ahí empieza nuestra conversación.

Irene de Romaña

MI PAPÁ “Mi papá me hizo sentir el amor incondicional, me enseñó a ser compasiva, a querer a los demás, y que todo lo que se consigue en esta vida cuesta mucho trabajo. Si no hay amor, la vida no tiene ningún sentido”.

Cuando discutimos la producción de las fotos para este reportaje, nos comentaste que te gustaría una inspirada en María Antonieta, y es, de hecho, la que abre la nota. Sé que te gustan las mujeres complejas. ¿Por qué te apasiona ese personaje?

Es un ícono. Fue la última reina de Francia antes de la Revolución. Querida por su corte y odiada por los franceses. La llamaban Madame Déficit. Era una mecenas del arte. Luego que muriese Louis XV, su esposo, Louis XVI le regaló su Petite Trianon, donde tenía una corte de poetas, escritores, músicos… que estaban inspirados por ella.

Es la primera mujer que presta mucha importancia a la moda. Mandaba a hacer sus telas. Tenía sus zapatos, que eran lo más incómodo del mundo. Ciento cincuenta pelucas. ¡Cómo se pintaba! Y el gran amor de su vida es una mujer, Madame de Lamballe, condesa de Polignac. Se enamoraron perdidamente. Y lo último que hizo antes de morir fue salvarla, la manda a Londres cuando se da cuenta de que venía el final. Esta gente estaba preparada para reinar, y es increíble cómo María Antonieta, previendo su final, se queda junto a su esposo y decide morir junto a él.

Por más que le corten la cabeza, y por más que no esté enamorada de él. Es una mujer muy frívola por un lado, pero por otro, entregada a su deber, y de muchas virtudes. Fue ella quien intervino para ayudar a la Revolución americana, asegurando el apoyo de Francia y Austria, ayudando a George Washington. Fue una mujer que buscó la felicidad de la única manera que pudo. Criticada, odiada y, por su corte, amada.

Para Aristóteles, la belleza, a la par del deber cívico, eran virtudes, y las virtudes requerían de una práctica diaria.

La historia está marcada por varias dinastías de valores distintos a los nuestros. Los Médici pasaban de una mujer a otra. Y, por otro lado, dieron pie a lo que probablemente sea el conjunto de obras de arte más importante que exista. Da Vinci, Botticelli, Miguel Ángel, Raphael, Donatello… Pero hablando de valores, y épocas, pensemos en Oscar Wilde.

“El retrato de Dorian Gray” es un relato, entre tantas otras cosas, de cómo se siente ser homosexual en una sociedad que te reprime. Es, para mí, un genio, porque abre el camino para poder contar historias poderosas. La historia, la novela moderna, tiene como uno de sus elementos principales a la apertura, la honestidad. De ahí que tenemos obras como “To Kill a Mockingbird”. ¡Qué cosa tan dura! El drama del que no es entendido y es condenado. Hay escritores que te hacen llorar. El arte debe tocar tus fibras. Recuerdo ver a Van Gogh, un cuadro en su museo en Ámsterdam. Era un par de zapatos viejos. Rotos. Tenía ocho años y me puse a llorar. Te saltaba en la cara la miseria.

Hay una frase de Napoleón que se queda conmigo. Y es que, cuando lee “El Príncipe”, de Maquiavelo, que es al final de cuentas un libro práctico de cómo gobernar, cuya premisa es que el fin justifica los medios, Napoleón anota: “Así se consigue la victoria, pero no la gloria”.

Él buscó la gloria. Y además el amor. Él tuvo como su mujer a Josephine, pero también tuvo a una mujer que amó con pasión, Desirée. Y yo me puse de nombre de Confirmación Desirée. ¡Me parecía fascinante! ¡Claro, nada de esto se lo conté a nadie el día de mi Confirmación!

A mi papá, el gran doctor Carlos de Romaña, el mejor del universo, y mi médico, le gusta leer mucho acerca de él.

¿Cómo has vivido tú el amor?

El amor me lo enseñó mi marido Juan (de Dios Olaechea Álvarez Calderón)… la complicidad de una mirada… fue amor a primera vista, nos miramos y supimos que era para siempre, y en ese momento sentía que estaba viviendo una novela romántica, única.

Sucede que el amor cambia según los momentos de tu vida. El amor a mis hijos es la fuerza y el fuego con que hago cada cosa. Mi papá me hizo sentir el amor incondicional, me enseñó a ser compasiva, a querer a los demás, y que todo lo que se consigue en esta vida cuesta mucho trabajo. Veía en él a mi héroe, por su compasión por los demás. Para él, por ejemplo, no era importante el dinero. Mi mamá es el amor de su vida y su trabajo, su otra gran pasión. Si no hay amor, la vida no tiene ningún sentido.

Eres madre de ocho hijos. ¿Sientes que hay una edad para ser mamá?

Las mujeres somos muy fuertes. Empecé temprano, siendo una estudiante en Boston. Me di cuenta a los tres meses de mi primer embarazo y sentí una felicidad enorme al saber que mi corazón tenía la compañía de otro pequeño corazón latiendo mucho más rápido, y que poco a poco lo sentía, sus pies sus manos, su vida. Luego vendrían espontáneamente mis otros hijos. Siempre me he dado cuenta al tercer mes, y en dos ocasiones al cuarto.

Cuando te enteras así, es una bendición, pero al mismo tiempo, siempre la gente te pone en la cabeza ideas. Mis últimos hijos los he tenido más grande, con más paciencia. La gente me preguntaba: “¿Te has hecho amniocentesis?”, que es una prueba para saber si el niño va a estar bien genéticamente, o si lo vas a perder, o también el sexo. Yo nunca me la hice. Yo no juzgo a nadie y creo que he tenido mucha suerte, pero yo nunca consideraría un aborto.

¿Cómo sientes que te ha cambiado tu experiencia como madre, con niños de todas las edades?

Tengo amigas de todas las edades, hijos de varias generaciones. Me siento una enciclopedia pediátrica, una sabia sobre qué hacer en cada momento, desde que nacen hasta que pasan por la maravillosa adolescencia, a la increíble libertad de estar listos para volar con alas hechas de valores, seguridad, educación, amor de aventura, de joie de vivre.

Alexandra

Irene viajó mucho desde chica. Acabando el colegio, estudió Derecho en Boston University. Hizo un máster en Relaciones Internacionales, y luego otro en Comunicaciones con Fotoperiodismo de Guerra. Era la época del conflicto de Bosnia-Herzegovina, y era la única mujer en la clase. La universidad les ofrecía un viaje para conocer la entonces Unión Soviética y Yugoslavia, y esto le pareció interesantísimo.

Por más que tenía tres meses de embarazo, viajó y regresó para dar a luz en el Perú. “Yo tengo a mi hija, aquí”, sonríe. “Me apoyó mucho mi papá. Una niña bella. Se llama Alexandra y hoy vive en Londres. En aquel entonces era especialmente mal visto que una mujer tuviera un hijo sin estar con el papá. Causó mucha sorpresa y mucha incomodidad”.

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¡Puedo Hacerlo y lo haré! “He subido a Montblanc y Camp 1 del Everest. He hecho scuba diving con tiburones y cocodrilos en Hurghada y Sharm El Sheikh, en el Mar Rojo. Y he cantado en más de un famoso piano bar en Europa”.

¿Tú lo sentiste?

Sentí que le gente me miraba mal. Hacían comentarios bien desatinados hasta en la clínica. Allí prohibían las visitas. Me parece que la primera experiencia de ser madre debe ser íntima, con tu hijo o hija, y no una oportunidad de visitas sociales donde vienen resfriados a contagiar al recién nacido, y de paso hacer un petit bar. Eso solo lo he visto en Lima. Deberían cambiar estas costumbres poco inteligentes.

Pero simplemente, el día que nace mi hija, no siento ni pienso en nada más que en ella. Acaba mi existencia como yo, y empieza mi existencia como la mamá de Alexandra. Tener un hijo te cambia totalmente, y sobre todo en medio de tus estudios, en una edad no apropiada, cuando no lo estás planeando, fue una bendición enorme. Y algo más, te da mucha energía para poder hacer todo lo que quieres: ahora tienes una razón por quién hacerlo, algo más fuerte que tú. En los ocho embarazos que he tenido, todo se potencia. Las mejores cosas que he hecho han sido durante mis embarazos. Me vuelvo una mejor versión de lo que soy.

Dame un ejemplo.

Yo llevé una carrera de Bellas Artes en Grecia, y pintaba óleos. Y durante mis embarazos pintaba más bonito. Era más creativa. Cuando estaba embarazada de Alexandra mis notas subieron increíblemente.

 No todos tienen esa experiencia tan positiva. Las hormonas pueden ser muy impredecibles.

Sí, te tengo que decir que una experiencia que me chocó cuando salgo embarazada y tenía unos tres meses y algo, voy al departamento de salud de la universidad y me dicen: “Bueno, tú no eres casada, eres menor de edad… ¿no preferirías tener un aborto? Porque nosotros lo cubrimos”. Te daban todas las facilidades para abortar. Yo no juzgo a la gente que aborta, pero eso me chocó mucho. Para mí, ver una ecografía con el corazoncito de mi hijita y que me dijeran, acto seguido, que si quisiera ponerle un fin a eso, con esa frialdad… Y yo oía los latidos, “tac tac tac”, y sentía dentro de mí: “Yo voy a defender a mi hija sí o sí”.

Las hormonas, cuando tienes un hijo, te producen los baby blues. Lloras por todo. Luego pasa, y si no pasa, se convierte en una depresion posparto. Me pasó una vez, y me sentía triste y no sabía que eran hormonas. La pasé sin medicación. Fue muy duro.Las mujeres que sufren de depresión posparto tienen que recibir tratamiento y hablar sobre sus sentimientos. Es muy importante. También considero muy importante ser madre joven. No esperar a ser mayor. Y, si así es, congelar tus óvulos.

Los años de Grecia

Hago un PhD en Ciencias Políticas. Luego de dar a luz en Perú, regreso a Boston a terminar mis carreras, con mi hija, y decido casarme con su papá. Nos vamos a vivir, primero un año a Londres y otro a Roma, que fue como vivir en un museo, con gente muy simpática ¡La cultura latina! Que influye tanto en la nuestra. En esas épocas caminabas por la Fontana di Trevi y no había turistas, y ¡hoy es como Disney!

Europa no es más la de esa época. La han tomado el turismo y la inmigración. Mira lo que está pasando en Francia. Y, bueno, finalmente me mudo a Grecia, porque él estaba metido en astilleros.

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¿Cómo te gustaría morir? Pacíficamente, en los brazos de mi esposo.

Tú no habías querido casarte con él antes. ¿Qué cambió?

Pensé que sería un buen padre para mi hija. Lo hice porque así fui criada. Un niño merecía una mamá y un papá. No me arrepiento, porque gracias a esto tengo a mis otras dos hijas griegas.

¿Cómo fue mudarte a Grecia?

Es una barrera muy fuerte vivir en un país donde no conoces el idioma. El primer mes me conseguí una profesora, y tomaba clases diarias de tres horas en la mañana. Al mes ya hablaba griego. A los tres, ya escribía. Viví ahí casi catorce años. Nos mudamos a Ciros, es una isla a veinte minutos de Mykonos, donde quedaba el astillero de la familia de mi exesposo, que además tenían un castillo, que es donde vivíamos. No había mucho más en esta pequeña isla, prácticamente todos los pobladores estaban ahí porque trabajaban en el astillero.

¿Cómo fue criar a una familia en una isla dónde estás tan alejada de todo?

Es supersano. Comes muy sano. Hay una sociedad conservadora, basada en el respeto mutuo. El vivir en una isla tiene algo muy positivo, que es que tuve mucho tiempo para leer, para hacer arte. Me aboqué a las novelas de misterio. Leí todo Agatha Christie. ¿Y sabes qué decidí? Que haría todos sus viajes, y he hecho varios. Leí todo Jane Austen, siendo “Pride and Prejudice” mi favorito, y “Wuthering Heights”, de Emily Brontë. Hasta el día de hoy, Heathcliff es la versión del hombre más romántico que puede haber.

Yo me mimetizaba con las heroínas de esos libros. Y por ejemplo, a raíz de eso se me dio por ser casamentera. Y casé a una prima mía. Pero además me dediqué a mi bucket list.

¿Y esa lista en qué consistía?

He subido Montblanc y Camp 1 del Everest. He hecho scuba diving con tiburones y cocodrilos en Hurghada y Sharm El Sheik, en el Mar rojo. Y he cantado en más de un famoso piano bar en Europa.

¿Cómo fue trepar el Everest?

Mucha práctica. Un año entero de entrenamiento físico, y de ir a otras montañas, iba por ejemplo al Monte Olimpo, semanalmente. Arriba hay hielo, así que tienes que usar hachas y los zapatos con crampones.

¿Has sido deportista siempre?

Nunca he dejado de moverme, desde chica con piernas de zancudo, corría imparable por todos lados. Hice ballet diez años. Karate y judo por siete. También atletismo, salto largo, 100 y 400 m planos. Me certifiqué en aeróbicos y step aerobics por Reebok. Llevé cursos de fotografía, de idiomas, hasta de primeros auxilios médicos.

También fuiste modelo. Te firmó Elite Paris.

Modelé para siete revistas, incluyendo “Vogue”, con shoots en Alemania y en Suiza. Hice comerciales de zapatos, maquillaje, muy divertido. Me encantaba hacer editoriales de moda. Hice uno en el Perú para la revista “Bolero”, de Suiza, lindísima producción.

¿Y ser cantante? ¿Actriz?

Canto con una profesora dos veces por semana. Creo que nací actriz. Hice algunas actuaciones cuando vivíamos en Villa. Por supuesto, yo era la actriz principal y cobrábamos la entrada… (Ríe).

Luego he cantado en fiestas. Le canté a mi esposo el día que nos casamos “Diamonds are a Girl’s Best Friend”, la versión de Marilyn Monroe. Gocé cada minuto de la performance. Sigo cantando. ¡Ya me volverás a ver en acción pronto!

El regreso al Perú

“Vuelvo a Lima en 2005 y vi un país mucho más avanzado, por ejemplo, en lo económico. Era la época del boom minero. Las acciones mineras cotizaban altísimo. Empezaba el boom gastronómico. Luego vino la crisis mundial de 2008, que se trae todo abajo, pero a la vez fue la época de oro de la minería en el Perú. En este contexto conozco al amor de mi vida, Juan.

Irene de Romaña

SOBRE EL MIEDO “No le temo a nada. Me encantan los desafíos, no tengo miedo, estoy lista para enfrentar la música, incluso si es un tango mortal”.

¿Cuáles son los obstáculos para la industria más grande que tenemos, que es la minería?

Definitivamente, el Perú vive de la minería, y si el presidente Vizcarra quiere tener un buen gobierno, va a tener que trabajar con los empresarios que manejan la minería en el Perú.

Recuerdo cuando Toledo dijo: “Conga no va”. ¿Cómo lo sienten los empresarios mineros?

Fue un horror. Se cayó un proyecto que iba a traer muchísimo dinero a Cajamarca y a beneficiar a todos los pobladores; traía colegios, traía hospitales. Y esto por una presión de Gregorio Santos, que luego aspiró a ser, inclusive desde la cárcel, presidente de la República.

En fin, los empresarios ya están acostumbrados a sentirse al margen. El tema de las comunidades campesinas en el cual las mineras por ley tienen un canon que las beneficia, y es muy bueno, ha sido manipulado políticamente. Siempre hay sindicatos con motivos alternos que quieren hacer daño, y al hacer daño a estas comunidades no solo el canon minero está en juego sino también generan desórdenes espantosos, como los de Puno o Cerro de Pasco, que llegan a la matanza.

¿Y esto, no se siente que haya cambiado con el actual presidente?

No, Vizcarra astutamente ha mantenido un sabio silencio esperando este momento en el que el fujimorismo está desarticulado, el Congreso ya no va a ser reelegido, entonces él se perfila como un hombre con gran aceptación.

Espero que ahora que puede gobernar sin oposición, por así decirlo, lo sepa hacer para el bien de todos. Que nos pruebe que todo lo que ha pasado es para bien.

¿Has pensado en escribir al respecto?

Yo ya he escrito tres libros que voy a publicar. Son tres novelas: dos de ellas escritas en Grecia, una aquí en Lima. Me falta editarlas y tu sabes lo difícil que es esa parte.

Tengo que preguntarte por lo que escribió Jaime acerca de ti en el artículo “Yo amo a mi prima”.

Jaime es mi primo. Es inteligente, escribe fluido, es gracioso. Pero ha herido a su padre, a su madre, a sus hermanos, a Sandra, a sus hijas.

Yo empecé a leer el artículo. Después del simpático primer párrafo, paré y no leí más. Estaba en Punta Sal. Me fui a bañar al mar, a nadar y me olvidé. Mis hijas me llamaron y me preguntaron: “Qué le pasa a ese tiíto, qué habla?” Y yo les pedí que no me contaran qué decía.

Su hermana, tu prima Doris Bayly Letts, fue editora de COSAS.

Doris es lo máximo, vivió en Villa con nosotros un tiempo antes de irse a tomar los hábitos. Le encantaba el gigantesco mar de Villa, parecía un delfín. La recuerdo con mucho cariño y admiración. Muy bonita, un pelo negro larguísimo, callada, reservada, cariñosa a su manera. Es una persona a la que quiero mucho. Ahora vive en Máncora donde lleva una vida muy sana. Sus hijos son campeones de tabla y su esposo cada vez tiene más éxito como artista.

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Epílogo

Todo lo que he hecho en el pasado me ha preparado para ser una madre que enseña a los hijos a escoger bien, a tomar decisiones sabias. A ser libres. A ser felices. Y no como antes que te decían: “Vas a ser abogado”, o “vas a ser médico”. No. Si quieren ser chefs, estar en el circo, escribir, o lo que los haga felices, bienvenido sea. Finalmente, uno vive para sus hijos.

Por otro lado es bien importante, como mujer, tener tiempo para mí. Y ten por seguro que lo tengo todos los días, porque si no es imposible que funcione.

¿Qué haces con ese tiempo?

Hago yoga y ejercicios a diario. Medito. Vivo una vida muy sana. Me dedico a mis hijos y esposo, mi familia, a mi casa. Mis hijos toman clases de violín, piano, guitarra, surfing, fútbol, tae kwon do; las chicas, ballet canto y piano. Y el día empieza a las 6 am y acaba a las 11 pm.

¿Qué ves en tu futuro?

Tal vez tomar un año en Londres con todos mis hijos y otro en Roma. Los llevaremos pronto a Kenya, al Masaimara. Ya fueron a bastantes viajes para sus edades. Taormina, que es espectacular, sobre todo el hotel Belmond, que antes se llamada el Taormina Palace. Ahí originalmente vivió el príncipe Cerami, quien se casó con una Álvarez Calderón.

(Según el “Libro de oro de la nobleza mediterránea”, Don Doménico, 10º príncipe de Cerami, entre otros varios títulos, se casó el 27 de julio de 1872 en París con Isabel, la hija de Andrés Álvarez Calderón, del marquesado de la Casa Calderón, y de Agustina Flores y Chinarro. Y varias décadas después, don Doménico, esta vez el 12º príncipe de Cerami, desposa, en Lima, un 4 de marzo de 1934, a Luz Álvarez Calderón].

Recuerdo que me marcó una experiencia en el zoko (mercado) de Estambul, porque de pronto entramos a una tienda y había un señor que tenía un montón de fotos de presidentes de Estados Unidos, de todos lados, gente muy importante. Y, curiosa como soy, le pregunto, por qué. Entonces toca una puerta que parecía un cuadro. Se abre y descendemos dos sótanos. Y en ese lugar he visto las alhajas más impresionantes de mi vida. Era como ver las joyas de la corona de Inglaterra en la Torre de Londres. De esa envergadura. Unos collares de brillantes que cada pepa tendría 25 quilates, era el epítome del Oriente y sus riquezas. Y estaban las fotos de la gente que le había comprado. Liz Taylor era una de ellas. Gente de Hollywood antiguo. Ojalá que ese sitio siga existiendo, con la misma mística.

¿Conociste las minas de chica?

Claro, las minas de Río Pallanga, que fue la predecesora de Volcan. Y, bueno, los mineros son muy supersticiosos y dicen que las mujeres no pueden entrar a las minas. Pero a la hora en que empiezas a entrar en los socavones, los túneles, por lo menos a mí, me dan miedo.

¿Nunca pensaste en entrar en el mundo de la minería?

(Irene de Romaña dice con humor) ¡Minas de diamantes sí! Pero para eso me tendría que ir a Sudáfrica o a Canadá o a Alaska.

¿Conoces el cuento de F. Scott Fitzgerald, “The Diamond as Big as the Ritz” (“Un diamante tan grande como el Ritz”).

Lo adoro. Scott Fitzgerald es uno de mis grandes ídolos. “The Great Gatsby”, “The Beautiful and the Damned”. Y bueno, mi yo tengo una fascinación con Madame Bovary, de Flaubert, porque esta mujer juró que siempre la iban a amar, y ¡cómo acaba! Es una historia muy triste. La veo como algo muy humano. Y la veo como un personaje al que de alguna manera reconozco en nuestra sociedad. Ella nunca dejó de apostar por el amor, pero cuando él la deja es tristísimo.

Tal vez tú eres un diamante tan grande como el Ritz.

(Irene ríe).

Cuestionario de Proust a Irene de Romaña

Irene de Romaña

TIEMPO PARA MÍ “Es importante, como mujer, tener tiempo. Hago yoga y ejercicios a diario. Medito. Vivo una vida muy sana. Me dedico a mis hijos y esposo, mi familia y a mi casa”.

¿Cuál es tu idea de la felicidad perfecta?

Irene de Romaña: La perfección y la felicidad se contradicen entre sí, así que responderé lo que para mí es la felicidad. Mi idea de felicidad es una sonrisa, llorar de la emoción, bailar eufóricamente, abrazar a cualquiera de mis hijos, bailar bajo la lluvia, bajo el mar, un beso apasionado con mi esposo, cualquier momento en el que la paz, la euforia, la empatía y la compasión se sientan en mi corazón.

¿Cuál es tu mayor temor?

Irene de Romaña: No le temo a nada. Me encantan los desafíos, no tengo miedo, estoy lista para enfrentar la música, incluso si es un tango mortal.

¿Con qué figura histórica te identificas más?

Irene de Romaña: Alejandro Magno. Pudo explorar Asia, las partes desconocidas de su mundo. Puedo relacionarme con él. Chopin, desearía poder sentir la música como él lo hizo. Elizabeth I, quien era lo suficientemente inteligente como para reinar por un largo tiempo trayendo paz.

¿A qué persona viva admiras más?

Irene de Romaña: Cada niño que experimenta hambre, sufrimiento, violencia, acoso escolar y sobrevive.

¿Cuál es el rasgo que más deploras de ti misma?

Irene de Romaña: Tratar de cambiar el mundo por mí misma.

¿Cuál es el rasgo que más deploras de los demás?

Irene de Romaña: Violencia de cualquier tipo, abuso, hipocresía, mentiras, ser un ser humano malo.

¿Cuál es tu mayor extravagancia?

Irene de Romaña: Usar mi vestido y perfume favoritos para ir al mar. Es una sensación de libertad, de hacer lo que me gusta.

¿Cuál es tu viaje favorito?

Irene de Romaña: Mis sueños, me llevan a lugares que probablemente no existen pero son exquisitos. Los sueños provienen de viajes anteriores a Marrakech, Egipto, China, Grecia, Turquía, etcétera, así que mis sueños son el reflejo de diferentes viajes.

¿Qué consideras la virtud más sobrevalorada?

Irene de Romaña: Creo que las virtudes no son sobrevaloradas.

¿En qué ocasión mientes?

Irene de Romaña: En cualquier momento que pueda hacer que alguien se sienta feliz, bien consigo mismo.

¿Qué es lo que más te disgusta de tu apariencia?

Irene de Romaña: Cuando estoy triste no me gusto.

¿A qué persona viva desprecias más?

Irene de Romaña: Cualquiera que dañe a un niño.

¿Qué palabras o frases usas más?

Irene de Romaña: De hecho, demasiado, alucinante, icónico, ilimitado.

¿Cuál es tu mayor arrepentimiento?

Irene de Romaña: No me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida, porque soy el producto de errores que me llevaron a valorar la vida con todo mi corazón.

¿Cuál o quién es el mayor amor de tu vida?

Irene de Romaña: Mi esposo y mis diez hijas e hijos.

¿Cuándo y dónde estabas más feliz?

Irene de Romaña: Ahora y aquí.

¿Qué talento te gustaría tener?

Irene de Romaña: Me encantaría ser médico y curar personas.

¿Cuál es tu estado de ánimo actual?

Irene de Romaña: La paz.

Si pudieras cambiar una cosa sobre ti, ¿cuál sería?

Irene de Romaña: Nada.

Si pudieras cambiar una cosa sobre tu familia, ¿cuál sería?

Irene de Romaña: Me gustaría que todos pudiéramos viajar juntos, me gustaría que todos hablaran cuatro idiomas. Pero esos no son cambios sino cosas que harán.

¿Cuál consideras tu mayor logro?

Irene de Romaña: Sobrevivir a una experiencia casi de muerte, Dios estaba allí y no era mi momento.

Si murieras y regresaras como una persona o cosa, ¿qué crees que serías?
Irene de Romaña: Una ballena. Amo las ballenas.

¿Cuál es tu posesión más preciada?

Irene de Romaña: Una foto de mi padre y yo cuando cumplí un año de edad, la miro y sé cuánto lo amo.

¿Qué consideras como la menor profundidad de la miseria?

Irene de Romaña: La miseria es la inanición, la miseria se encuentra en zonas de guerra donde mueren niños y personas, la miseria es tener mucho talento y no poder perseguir sus sueños debido a la pobreza extrema.

¿Dónde te gustaría vivir?

Irene de Romaña: En cualquier lugar a través del mar azul y profundo.

¿Cuál es tu ocupación favorita?

Irene de Romaña: Ser madre, hablar con mis hijos sobre todo. Viajar, leer, aprender nuevos idiomas, aprender sobre el pasado y el futuro.

¿Cuál es tu característica más marcada?

Irene de Romaña: Ser positiva, despertarme sintiéndome viva mientras escucho a mis hijos charlar. Estar ahí para mis seres queridos. Soy generosa, muy generosa. Soy pacífica.

¿Cuál es la cualidad que más te gusta en un hombre?

Irene de Romaña: Honestidad, ser fuerte, recibir la bala por su familia, trabajador, justo, ser Juan.

¿Cuál es la cualidad que más te gusta en una mujer?

Irene de Romaña: Ser suave y femenina, tener inteligencia emocional, ser madre, defender sus valores. Ser el pacificador en una familia.

¿Qué valoras más en tus amigos?

Irene de Romaña: Estar allí en tiempos difíciles.

¿Quién es tu héroe favorito de la ficción?

Irene de Romaña: Jamie de “Outlander” en Netflix

¿Quiénes son tus héroes en la vida real?

Irene de Romaña: Mi esposo, mi padre, Gandhi, Einstein, Freud, Alejandro Magno, etcétera.

¿Qué es lo que más te disgusta?

Irene de Romaña: La miseria.

¿Cómo te gustaría morir?

Irene de Romaña: Pacíficamente en los brazos de mi esposo.

¿Cuál es tu lema favorito?

Irene de Romaña: Puedo hacerlo y lo haré.

 

Fotos de Paolo Rally Dirección de arte Luna Sibadón