Guillermo Arriaga (CDMX, 1958) ha ganado, entre otros, los premios Mazatlán, Alfaguara y el premio al mejor escritor en el Festival de Cannes, además de haber sido candidato a los premios Oscar, Globo de Oro y BAFTA. Tiene por libros favoritos El ruido y la furia, Macbeth, Hamlet, La casa verde, Trilogía sucia de La Habana y El árbol de la ciencia. Sus tres películas favoritas son del mismo director, Francis Ford Coppola: El padrino, El padrino II y Apocalypse Now, todas por su rigor.

Por Lucas Cornejo Pásara

No acepta dar entrevistas con facilidad. Sus comentarios suelen ser agudos y punzantes. No es precisamente un escritor accesible, pues no perdona las preguntas tontas ni la falta de rigurosidad. Prueba de ello son sus novelas y películas, en las que se demuestra una disciplina y un cuidado formal que pocas veces se aprecia hoy en día. Su más reciente novela, “Extrañas”, narra las aventuras de un noble inglés del siglo XVIII que rompe con su condición con el fin de hacerse médico y poder ayudar a las personas que en la época eran tratadas como monstruos.

Guillermo Arriaga.

No son muchos los casos de creadores que escriban novelas y también hagan películas. No puedo evitar preguntarle qué posibilidades cree que ofrece la literatura en comparación con el cine.

Pues yo creo que el hecho de que no te cuesta por cada momento dos días de rodaje, te da cierta libertad…

Por ahí iba… preguntándome, y te lo comparto, ¿cómo funciona la industria cinematográfica hoy? ¿Qué limitaciones hay? La gente habla mucho del cine independiente, pero incluso en ese “cine independiente” hay una producción enorme y costosa. Me parece muy limitante…

Mira, yo nunca me he limitado al escribir cine. Hice la película Hablar con dioses y llamamos a varios directores de todo el mundo a hablar sobre su religión. Yo no soy religioso. Soy ateo y hablé sobre el ateísmo. Y, de hecho, un escritor que nació aquí me hizo el favor de ordenar los segmentos. ¿Cómo se llama? Mario [ríe]. Mario Vargas Llosa. De ahí, yo hice como director y productor. Es decir, yo escribí sin pensar en el director y el productor. Ya que se arreglen ellos. Hice llover sangre, y no lo hice con efectos especiales, lo hice con sangre de verdad. Eso, pues, me obliga a pensar en la forma en la que tengo que hacerlo. Este es un trabajo de seducción permanente. En cine tienes que seducir financieros, autoridades, gente que crea en ti…

Arriaga durante el 58 Festival de Cine de Cannes.

Pero, al momento de escribir, ¿tienes procesos distintos cuando lo haces para literatura o para cine?

Creo que sí, que escribo escenas. Sí sucede que en literatura hay un tema con el lenguaje. En una novela puedo poner mucho énfasis en los silencios, por ejemplo.

¿Dirigirías nuevamente?

Claro.

¿Por qué no lo has hecho últimamente?

Porque me puse a escribir novelas. Pero sí dirigí. Dirigí piezas cortas. La última fue No One Left Behind, que tuvo su estreno en el Festival de Venecia, fuera de competencia porque era un mediometraje. He dirigido unas seis piezas cortas, pero ya el próximo año dirigiré. Lo otro lo hice más para no perderme.

Guillermo Arriaga en los Oscar 2007.

¿Y sigues con ganas de escribir novelas?

Claro, estoy escribiendo una novelita.

¿Se puede saber de qué?

No. Quién sabe qué pase… Uno ni siquiera sabe si va a terminar…

¿Cuál es tu actividad favorita? ¿Cuándo la pasas mejor?

Antes que cualquier cosa en este planeta, soy cazador. Es lo que me define, es lo que hago, es para lo que vivo: para cazar. Todos los diciembres, eneros y marzos me voy a cazar con mi arco y flecha.

¿Qué te produce?

Humildad, horror, culpa. Me produce todas las paradojas que pueda producir una actividad tan fuerte. Me da un sentido de pertenencia.

Guillermo Arriaga en la presentación de su novela El Salvaje, en 2017, durante la Feria del Libro de Tijuana.

¿Encuentras alguna relación con eso y tu proceso de creación?

No escribiría ni una sola palabra si no cazara. No podría construir ni una sola página si no cazara. No podría dirigir si no cazara.

Fuera del espacio de caza, ¿en qué momentos crees que como seres humanos estamos más cerca de nuestra animalidad?

Creo que en el arte. El arte te enseña eso en tanto que no está vinculado directamente a la razón y la conciencia. No hay voluntad en el arte. Yo no puedo decir: “Voy a escribir una obra maestra”, ¿o sí? O ¿puedo decir que voy a escribir un best-seller, o que voy a escribir una película que todo el mundo va a ir a ver, o que voy a ganarme el Oscar? ¿Puedo o no puedo? No se puede. Yo no puedo elegir ganarme el Nobel. Ni siquiera alguien como Mario o García Márquez ni como Faulkner ni como Rulfo podrían decidir escribir una obra maestra una tras otra.

Claro, pero hay una gran diferencia entre escribir una obra maestra y escribir un best-seller o una película que gane el Oscar, ¿no? Una brecha enorme…

Sí, pero no se puede igual. Créeme que, si yo pudiera, sería como García Márquez: me gano el Nobel y soy millonario. Pero no…

¿Qué tipo de ciencia?

Toda. De hecho, tengo una maestría en Historia, y elegí materias de historia de la ciencia.

Algo que no se suele estudiar si uno hace ciencia, pues se va anulando, a diferencia de la historia de la filosofía o la literatura…

Claro. Es una forma en la que se aborda la ciencia. Hubo un momento en el que me compré muchos libros sobre ciencia del siglo XVIII. Es increíble cómo cuando Inglaterra pierde la colonia de Estados Unidos, consolida el Medio Oriente y la India. La mayor parte del material quirúrgico viene de los sirios, persas.

Es cierto. Arriaga lo muestra en Extrañas, cuando los personajes viajan por Oriente en busca de la sabiduría médica oriental. En la novela, como se indica antes de comenzar, los hechos reales e históricos jamás sucedieron. Sin embargo, no deja de retratar el espíritu racionalista del siglo XVIII. Para ello, indaga entre el vínculo Oriente-Occidente y magia-ciencia. La conversación podría extenderse muchísimo más –de hecho, la retomaremos en el coctel de la noche–, pero no nos queda tiempo esta vez. Solo queda leer a un escritor que es capaz de contar una aventura dieciochesca sin perder la atención de sus lectores a pesar de las infinitas oraciones y párrafos que la componen.

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