El Cairo se rindió a los pies de Diego Elías. Luego de derrotar a los tres mejores squashistas egipcios del planeta, el ‘Puma’ hizo historia al lograr convertirse en el primer sudamericano en ganar el Campeonato Mundial de la Professional Squash Association (PSA). Un año atrás, ya había alcanzado el primer lugar del ranking mundial, y ahora, en el Museo de la Civilización Egipcia, cumplió la promesa que le había hecho a su padre cuando tenía catorce años. En exclusiva, el campeón.
Por Kike La Hoz Fotos: Ara Coutts
“Era imposible, pero pasó”, dice Diego Elías, al pie de un lago canadiense en Muskoka, al norte de Toronto. El olor a hierba silvestre lo inunda todo en la residencia donde pasa sus días luego
de haberse coronado campeón mundial por primera vez en su vida. Es sábado 25 de mayo. Apenas ha transcurrido una semana desde que ganó el Campeonato Mundial de la Professional Squash Association (PSA).
Una sonrisa tímida se filtra entre sus labios luego de pronunciar la frase que hace referencia a lo inimaginable: haber torcido el curso de la historia en el mismísimo Museo de la Civilización Egipcia. En menos de tres días, derrotó a los tres mejores squashistas egipcios del planeta: a Karim Abdel Gawad (6to) en cuartos de final, a Ali Farag (1ro) en semifinal, y a Mostafa Asal (4to) en una final con sabor a revancha. Apenas perdió un set en todo el torneo ante Farag, y se convirtió en el primer jugador no egipcio en ganar el Campeonato Mundial de PSA desde que Gregory Gaultier –uno de sus actuales asesores– derrotó a Omar Mosaad en 2015. En un deporte que domina Egipto desde mediados de los noventa, un peruano, con sangre libanesa por herencia materna y talento deportivo por su padre, el ‘Tigre’ Elías, conquistó El Cairo por unos días. Y eso es más que suficiente.
¿Has podido celebrar como se debe este título?
Después del torneo sí, celebré con mi papá y de ahí vi a unos amigos en Barcelona, pero todo tranquilo, porque me vine a prepararme unos días en Toronto. Todavía tengo dos torneos más en las siguientes cuatro semanas. El más inmediato es el British Open ahora en Birmingham, Inglaterra.
Tras ganar, dijiste que aún no podías creértelo. ¿Ya has podido creerte que eres el campeón mundial?
Todavía me falta un poco. Estoy creyéndolo poco a poco. Como que no, no sé, Es diferente. Es difícil ganar en Egipto cuando no hay mucha gente que te esté apoyando desde la tribuna. O sea, que esté aplaudiendo, celebrando tus puntos. Se sintió medio raro, y cuando terminó el partido, sí, estaba superfeliz, pero no se sentía como cuando ganas un torneo en cualquier otra parte del mundo.
¿Qué significa lo que has logrado?
Es algo increíble: gané en El Cairo a los tres mejores egipcios, o sea, a los tres mejores ranqueados a nivel mundial: al número cinco (Karim Abdel Gawaden) en cuartos de final, al número uno (Ali Farag) en la semi, y al número cuatro (Mostafá Asal) en la final. Es algo que nunca, nunca había pasado antes, y encima con ellos de local. Era imposible que pase. Era casi imposible, pero pasó.
¿Cuántas veces habías disputado torneos en Egipto?
Desde el comienzo de mi carrera, a Egipto he ido más de veinte veces. He jugado muchísimos torneos allá, he estado entrenando allá también un par de veces, pero nunca había podido ganar un torneo, así que por fin ganar uno, y que sea el Mundial, es algo increíble.
¿Cuánto jugó en contra la presión de jugar en El Cairo?
De hecho, uno está nervioso y siente presión, pero siento que mis contrincantes estaban con más presión. No sé si por jugar de locales o lo que sea, pero eso me relajó un poco: verlos que estén nerviosos, con un poco más de presión. Eso me ayudó a relajarme a mí.
¿Realmente se sintió un ambiente adverso?
Claro, sí, fue así. Cuando terminó el partido, en la semi y en la final, casi no hubo ni un aplauso. Solamente mi celebración, la de mi equipo, y de la poca gente que era extranjera, pero después, del resto del público, nada.
Un cambio de mentalidad
¿Te preocupaba llegar con cuatro finales perdidas en torneos grandes (platinum) a esta final ante Asal?
He perdido últimamente bastantes finales de torneos grandes. He ganado un par de torneos esta temporada, pero han sido un poco más chicos, en nivel silver. En la temporada, llevaba varias finales perdidas, cuatro a cinco finales de platinum, pero si sumas las de la temporada anterior, han sido como ocho o nueve finales de torneos grandes que había perdido.
Entonces, ¿qué fue lo que cambió?
La mentalidad. La forma con la que fui a enfrentar los partidos. En la semi, yo jugué con Ali Farag, que es el número uno ahorita, y con él he jugado casi todas esas finales que te digo, y me ha ganado todas. Mi head to head con él, por ejemplo, no es el mejor. Y la verdad es que, siempre que iba a jugar otra vez con él, sentía que me presionaba un poco, y que debía ganar. Pero esta vez entré más relajado. Entré a disfrutar el partido, a disfrutar que estoy en la semifinal de un campeonato mundial. Sabía que estaba jugando bien y que tenía bastantes chances.
¿La caída en cuartos de final en el Gouna International Open fue una señal?
La verdad es que he estado muy consistente en los últimos dos años, llegando a finales o mínimo a semifinales. Y en el Gouna perdí en cuartos de final. No jugué muy bien. Tuve diez días entre ese torneo y el campeonato mundial para pensar y prepararme, y ver qué había hecho mal. La idea era tratar de mejorar todas esas cosas para el mundial, que es el torneo más importante del año.
¿Y qué pasó en el Gouna para verte con un nivel inferior?
La verdad, yo creo que después de ganar el Canadian Open a comienzos de marzo me tomé un break de seis semanas, desde la primera semana de marzo hasta la tercera semana de abril. Y para el Gouna sí me había entrenado bien y me sentía bastante tranquilo, pero creo que mentalmente no estaba tan enfocado. O sea, tenía ganas de jugar y estaba entrenado, pero no estaba en modo de competencia. Me salí del partido mentalmente. En el squash, te desconcentras cinco minutos y puedes perder muchos puntos. Me costó volver a adaptarme, y de ahí sí me fui a Praga después del Gouna a entrenar una semana, y eso me ayudó bastante para el mundial.
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