Hace un año el periodista Pedro Salinas publicó, junto a Paola Ugaz, Mitad monjes, mitad soldados, un libro en el que se denuncian diversas series de abusos dentro del Sodalicio de Vida Cristiana. La semana pasada Luis Fernando Figari tuvo que asistir la embajada peruana en Roma para declarar con respecto a las acusaciones que está enfrentando. A propósito de esto, nos juntamos con Salinas para conversar sobre lo que han significado estas presentaciones y lo que se puede esperar en un futuro.
¿Qué te parece la intervención de Figari en Roma?
No me sorprendió que negara lo evidente, lo que está documentado a través de incontables testimonios que coinciden entre personas que no se conocen entre sí, más la suma de gente que ha hablado después del libro en la Comisión de Ética. Está claro que los abusos físicos, psicológicos y, en algunos casos, sexuales, de Figari están totalmente documentados. Entonces, negarlo es surreal. Claro, estamos hablando de un tipo con comportamientos psicopáticos, con conductas depredadoras, un manipulador de toda la vida. Que además vive como enajenado. Hace más de 40 años que vive en su burbuja, en su reino, donde lo que él dice y lo que él piensa se hace sin dudas ni murmuraciones. Eso quizás explica que su primera aparición haya sido verborrágica, que haya querido hablar y negara una cosa y ofendiera a las víctimas. Luego el abogado le debe haber hecho notar que la prensa levantó el tema de las víctimas y le dijo “mejor déjame esto a mí”. En su segunda aparición hizo casi la del resentido, cuando Paola Ugaz lo volvió a intervenir para que hable, él hizo un giro y dijo “me han tergiversado”. Cuando se transcribió todo tal cual y sin edición. Y ya el tercer acto fue una no aparición…
¿Te parece que esa fue una maniobra ya programada?
Sí, ya estaba planeado. El pretexto de las sesiones de quimioterapia ya se conocía desde Lima. Ahora, estamos hablando de un particular enfermo de cáncer –según se ha dicho es “un cáncer bastante malo”– porque no es un tipo al que se le esté cayendo el pelo, las cejas, las pestañas. No es alguien demacrado, amarillo, con el color del cáncer. No es un tipo que esté “maleteado” por una quimioterapia intensiva. Es un enfermo de cáncer que goza de buen talán. Todo esto es una cosa histriónica. Figari es una caricatura de sí mismo.
Todo esto además se da luego de que Alessandro Moroni, el superior general actual del Sodalicio, dijera que sí existían víctimas…
Bueno, en el camino salen estas declaraciones de Moroni. Pero estas son otra cosa, ojo. Tienen que entenderse en su contexto. Son de la boca para afuera. Todas las veces que ves a Moroni es en un “sodavideo”. O en una entrevista de último minuto en RPP en la que casi no existen repreguntas. Y eventualmente en El Comercio, donde él quiere fijar un mensaje para la opinión pública, para salvar su imagen y la de su institución. En el caso de Moroni, cuando dice que sí hay víctimas, dice que es en el caso de Figari. Y quiere encerrar el tema, empezarlo y finalizarlo en Figari. Como diciendo que el resto está haciendo las cosas bien y que son las víctimas y que están tratando de refundar eso. Creen que si cierran el capítulo pueden moverse a otro capítulo diferente. Lo cual es un error, porque lo que están haciendo es sólo un control de daños. No estamos hablando de una institución que ayuda a la gente y en consecuencia ayuda a las víctimas que han dañado como institución, en la que todavía hay encubridores, cómplices y secuaces de Figari. Una cosa es lo que dice Moroni en sus videos y otra cosa es lo que dicen él y otros jerarcas del Sodalicio ante el Ministerio Público. En ese caso no hablan de abusos, sino de rigores de la formación que hay que entender en un contexto histórico determinado en el que hasta los años noventa se le pegaba a los niños en el colegio. Eso lo dicen por lo menos tres jerarcas del Sodalicio. ¿Eso no es un doble discurso?
Tú has dicho que todo eso es “puro gesto y declaración lírica”…
Pura pose. Hasta el momento yo sé, me consta, que hay por lo menos una docena de personas que están siendo ayudadas y reparadas por el Sodalicio. No sé si con justicia o no, porque los daños van más allá de la cosa material, son lesiones que afectan el corazón, el espíritu, la psique, y duran años. Yo conozco gente que está muy, muy afectada y a los que le están haciendo recortes en sus reparaciones. Y son cosas que no entiendo. Porque no están reconociendo los abusos de verdad, se los están achacando a Figari. Y los suyos como institución también deberían estar.
Porque, además, Figari no es el único acusado…
Lo que el Sodalicio quiere aparentemente proyectar es que este es el problema de una manzana podrida llamada Luis Fernando Figari. Pero no. Acá el problema es más amplio. Lamentablemente estamos hablando de un árbol podrido y la pregunta es si ese árbol podrido puede dar frutos buenos.