¿Qué se puede esperar de la investigación que va a continuar en el Ministerio Público?
Nosotros, cinco ex sodálites, nos juntamos para ampliar la investigación y no dejarla en los abusos sexuales porque sabíamos que esos casos ya habían prescrito, por lo menos los tres que conocíamos Paola Ugaz y yo. De esa forma, al introducir las figuras de asociación ilícita, de secuestro (hablando de secuestro mental) y de lesiones graves, podíamos hacer que esta investigación llegara hasta donde ha llegado. Ha llegado hasta Roma. Sacamos a Figari de la comodidad de su residencia., la gente lo ha podido ver y escuchar. Y yo no sé si al final la investigación sea considerada por la fiscal Peralta lo suficiente solvente para dar el siguiente paso y llevarlo al Poder Judicial. Eso para nosotros es el escenario ya idílico. Yo creo, honestamente, que hace rato ya ganamos. La gente ha visto lo que queríamos que vieran.
¿Cuántos testimonios más se han sumado luego de la publicación del libro?
En Mitad monjes, mitad soldados somos treinta personas las que damos nuestros testimonios. De los treinta, seis son víctimas sexuales, el resto somos víctimas de abusos, maltratos psicológicos y físicos, que sí han suscitado problemas psicológicos en nuestras vidas. Pero después de esto se formó la Comisión de Ética, paradójicamente convocada por el propio Sodalicio. Llamaron a cinco personas independientes, de los que honestamente dudé y fui sumamente escéptico y durísimo en una columna que escribí en La República. Luego rectifiqué porque el informe, que presentan luego de cinco meses de un trabajo un trabajo importante y heroico y que hay que subrayar, fue un check a todas las cosas que se decían en el libro, y más, porque al final plantea una serie de recomendaciones que nos parecían a todos acertadas y, por supuesto, el Sodalicio decidió zurrarse en ellas. Por esta comisión pasó gente nueva, que no se entrevistó conmigo ni con Paola. Algunos de ellos tenían testimonios devastadores que trascienden los abusos sexuales que es por donde la gente y la prensa, por el morbo, lo han levantado. Los golpes del Sodalicio y Figari siempre han sido para destruir el autoestima, la voluntad y la consciencia, porque se forman sectarios, que es algo difícil de explicar y también de comprender.
¿Qué se está perdiendo de vista el público al creer que este escándalo está solamente ligado con abusos sexuales?
Aquí lo que no se ve es la sofisticación de la organización de Figari. Es un sistema totalitario y vertical en el que además tienes un líder que supuestamente tiene súper poderes y sabe lo que estás pensando y se adelanta a lo que está en tu cabeza y cosas por el estilo. Y claro, te están captando a los 12, 13, 14 años… y a los 17 ya eres un fanático. Porque lamentablemente los padres descuidan a los hijos y creen que un alzacuello le da una autoridad moral o una autoridad ética a unos determinados personajes que tiene una crucecita en el saco. Que tienen pinta de boy scout, pero que, de puertas para dentro, pueden ser unos monstruos. A ese tipo de organizaciones es a la que nos referimos. Y el Sodalicio tiene o ha tenido todos los visos de una organización netamente sectaria y en la que hemos caído muchísimos. Yo he sido un talibán total, un autómata al que le decías que mate y mataba, alguien al que le decías que se deje matar y se dejaba matar. En eso te formaban.
¿Qué representa para ustedes lo que ha sucedido en Roma?
Lo que acaba de ocurrir en Roma es para nosotros un hito muy importante, inimagiable en cualquier escenario. Jamás pensé que se iba a lograr tanto, que la opinión pública fuera a responder tan bien. Mi temor, y el de Pao, siempre fue que vieran el libro como una cosa anticlerical, con sesgo. El libro es una investigación periodística. No hay juicios, no hay pareceres. Sí hay un capítulo mío en el que doy mi testimonio, pero todo lo demás es un recuento de hechos en el que las víctimas dicen qué piensan y se enfrentan a una historia que no conocían, y que han conocido recién en esta investigación porque Figari les contaba otra cosa. Y no sólo él. Había gente de la cúpula que edulcoraba y tapaba otras historias. Como Jaime Baertl, Eduardo Real, Osca Tokumuira. Mucha gente se encubría. ¿O acaso Figari actuó solo?
Pero el encubrimiento no sólo se da dentro del Sodalicio.
No, claro. A mí tú me hablas de Francisco y es una decepción total. Total total. Una cosa es lo que dice sobre la tolerancia cero, por ahí hace dos fintas para lanzarle un rayo a uno y un trueno al otro, pero los pederastas siguen actuando. El Sodalicio es lo más claro. Es una organización que está actuando con absoluta impunidad. Ha pasado un año de la publicación del libro y todo sigue igual. Ha pasado lo de los escándalos de Boston y todo sigue igual. En México, en Chile, en Perú, todo sigue igual.
Por Omar Mejía Yóplac
Video y foto de Jimena Gallarday