Winitzky lo describe con precisión: fue un viaje “de una brevedad demencial”. Duró cuatro días y tres noches; de lunes a jueves. Partieron de Lima con destino al Amazon Research & Conservation Center (ARCC), ubicado en una zona privilegiada adyacente al Río de las Piedras, en cuya cabecera se encuentran comunidades indígenas en aislamiento voluntario. Partieron rumbo al lago Soledad y el bosque que lo circunda. “La locación de este lugar era una base científica camino a convertirse en un lodge para filmadores de fauna; un área no protegida por el Estado, donde los madereros entraron hace veinte o veinticinco años”, cuenta Daniel. “Ahora la zona ha quedado en silencio y está tranquila”.
Llegaron a Puerto Maldonado en compañía de “una lluvia tremebunda”, pernoctaron allí y salieron al día siguiente temprano. Luego de media hora de ruta por la Carretera Interoceánica, una hora por un camino de tierra “más o menos en buen estado” y seis horas de viaje en canoa –que se convirtieron en nueve porque fueron “parando para tomar fotos a todo lo que se moviera”–, se instalaron en el ARCC.
Los tres compañeros de viaje aportaban perfiles distintos –la trayectoria actoral de Carlos Alcántara es conocida por todos; Daniel, además de publicista y director de Cebiche de tiburón, es un dedicado documentalista, autor del recordado “Candamo, la última selva sin hombres”; y Thomas Valqui es PhD en Zoología con especialidad en Ornitología por la Universidad Estatal de Louisiana y magister en Ciencias por la Universidad de Princeton–, pero los tres también tenían algo en común: su pasión por la vida silvestre. “¿Sabes qué es lo loco? Encontrar gente a la que le gusta lo que te apasiona; gente que no me diga: ‘Otra vez este huev… con su pájaro’”, comenta Cachín, que desde niño quiso filmar y fotografiar animales. “He cumplido otro sueño en mi vida. Que me llame Daniel y me diga: ‘Oye, ¡no hay otra! Esto es así. ¡Vamos!’… ‘¿Cuándo?’, le dije… ‘Pasado mañana’… ‘¡Queeé! ¡Estás loco; no la hago!’… Colgué; hablé con mi mujer… ‘¡Anda!’, me dijo ella… Me cagué de miedo en varios momentos del viaje, pero fue una de las experiencias más lindas de mi vida. En la selva fui feliz. Es tan rica en variedad, que cualquier cosa te llama la atención, y todo tiene explicación. Me sentí en ‘National Geographic’”.
“¿Te reconoció algún ave, algún animal?”, le pregunto. Cachín ríe, achina los ojos, traza una de sus pícaras sonrisas y responde: “Sí, el mono machín”. Luego vuelven las risas.
Por Mariano Olivera La Rosa
Publicado originalmente en Cosas 616