–Espero que ahora dejes de defenderla.

–¿Cómo?

–Se le cayó la careta.

–¿Ah?

–Ayer vino a mi casa uno de los empresarios más poderosos del Perú para pedirme un favor. Me dijo que me iba a agradecer mucho si quitábamos el asunto de Villanueva en la nota.

–¿Qué?

–Así es. También se comunicó conmigo «el empresario de los empresarios». Me dijo que Nadine le había mandado un WhatsApp pidiéndole que nos diga que debíamos quitar eso (lo de Villanueva). ¿Te das cuenta?

Era viernes. Viernes veinticinco de abril, por la mañana. Estaba con Isabel Miró Quesada, Editora Central de la Revista Cosas. Cuando salí de su oficina, sentí que una nube oscura me envolvía mientras caminaba hacia mi escritorio. Los rayos se desataron momentos después, cuando la Asistente del Área de Periodismo me alcanzó una carta notarial. El documento había sido enviado por la misma Nadine y ahí se podía leer: «No autorizo a Editorial Letras e Imágenes el uso, reproducción, distribución, ni difusión, de las imágenes tomadas tanto a mi persona como las de mis hijos menores, por la producción periodística de la Revista Cosas, de cualquier edición, en portal web, en redes sociales, u otras publicaciones de la editorial o en exposiciones fotográficas…».

La carta tenía la firma de la Primera Dama y venía acompañada de una copia de su DNI.

Esta carta notarial nos hizo darle un giro a la nota, por razones obvias. Ya no podíamos utilizar las fotografías donde aparecían los niños y lo relacionado a su labor de madre ya no tenía sentido sin ellas. Tampoco muchas cosas relacionadas a su niñez, adolescencia y épocas universitarias. Si íbamos a publicar esa carta notarial en la nota, ya no podíamos incluir esa parte, digamos, romántica, en el perfil. Así que, con mucho dolor, como si me tuviese que amputar brazos y piernas, mutilé la nota, que salió publicada en la edición del treinta de abril del dos mil catorce.

***

El martes veintinueve de abril, Isabel Miró Quesada daba entrevistas a todos los medios televisivos, hablando de cartas notariales, llamadas y presiones a empresarios.

Yo hablé unas cuantas semanas después, en Canal N, cuando la tormenta mediática había cesado y podía volver a respirar. En esa entrevista me preguntaron si votaría por Nadine si postulase para la Presidencia del Perú. Dije que sí, que podría votar por ella en las elecciones del dos mil veintiuno.

«Su capacidad de acción en el Gobierno no me asusta», dije. «Todo lo contrario. No debería asustar a nadie».

¿O sí? 

Por Gabriel Gargurevich,

Extracto del libro «8 mujeres: Retratos de peruanas que encontraron el éxito (y el poder)»