El economista lideró este año el comité organizador de CADE Universitario, evento en el que participaron más de seiscientos jóvenes, sesenta y dos por ciento de ellos provenientes de universidades del interior, quienes reclamaron una educación con estándares mínimos de calidad y el máximo esfuerzo del gobierno por eliminar la corrupción.
Por Luis Felipe Gamarra Foto de Javier Zea
Drago Kisic Aguirre, además de ser economista y amante del pisco como su padre –Drago Kisic Wagner, actual miembro del directorio del BCR–, posee el mismo interés que su progenitor por la política. A los treinta y siete años, al frente de una empresa vinculada al desarrollo directivo y docente, y de una consultora en temas de políticas públicas, no descarta encabezar alguna ambiciosa iniciativa en el sector público.
Este año, a diferencia de otros CADE Universitario, te ha tocado desde IPAE liderar este esfuerzo tras la creación de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), que ha puesto en evidencia la falta de estándares mínimos de calidad en la educación superior. ¿Cómo impactó este hecho en el evento?
Hicimos una encuesta al finalizar el evento y los jóvenes identificaron a la educación de mala calidad, la corrupción y la falta de visión de país como los tres motivos por los que no es posible generar un modelo de desarrollo sostenible. La calidad no es un tema menor, está en la mente de los estudiantes, porque van a salir a laborar en un mercado muy competitivo, y les preocupa su situación. Ellos reclaman un fortalecimiento de la oferta para sentirse más preparados cuando egresen. Desde CADE les inculcamos que la diferencia la pueden hacer ellos, más allá de las políticas públicas y de los políticos.
¿Los institutos también forman parte de la agenda de CADE Universitario?
La educación técnica es una parte importante de la oferta educativa superior. Ahora que ya se aprobó la nueva Ley de Institutos, se espera que se publique el reglamento para que también empiecen a ser fiscalizados. Habrá seguramente un proceso de licenciamiento, tal como sucede ahora con las universidades, y durante ese proceso no se abrirá más institutos hasta que no haya un nivel mínimo de calidad. El siguiente paso debe ser la acreditación de las carreras, tanto para universidades como institutos, que ya muchos lo hacen con acreditadores internacionales.
¿Por qué la corrupción preocupa a los jóvenes?
Preocupa y mucho, porque ha habido empresas que prefirieron el beneficio propio antes que el de la sociedad. Y la preocupación gira en torno a que los jóvenes creen que nunca vamos a poder llegar a ser un país unido y próspero si cada uno sigue pensando en su propio bolsillo. Los jóvenes están protestando contra esto, por eso reclaman más institucionalidad. Por culpa de estas malas prácticas surge el deterioro de la confianza en el futuro del país. Por otro lado, preocupa la falta de ciudadanía, por lo que ellos buscan ser más activos en la búsqueda de soluciones.
Lo malo es que los asistentes a CADE Universitario, así como sucede con CADE Ejecutivos, constituyen una muestra poco representativa de la sociedad, casi una élite. ¿O no?
CADE no es un evento elitista. De hecho, en esta convocatoria, el setenta y tres por ciento de los asistentes nació en el interior del país y el sesenta y dos por ciento radica fuera de Lima. Vienen jóvenes que se quedan por cuatro días, asistiendo a todo el programa. Pero, en busca de abrir más el espacio de discusión, vamos a hacer trece réplicas de CADE Universitario en el interior, para atraer a más gente de las regiones y que haya mucha participación. Es una versión más inclusiva y abierta, y el objetivo es llegar a más de cinco mil personas, con participación de líderes locales.
¿Cómo evalúas la receptividad de los jóvenes ante la idea de involucrarse en los problemas del país?
Es muy interesante. Como todos los años, presentamos el Desafío CADE Universitario y hemos generado más de cien soluciones para la informalidad, y las propuestas las hemos subido a una plataforma pública, a disposición de las entidades interesadas. Toda esta energía genera un cambio de mentalidad, entusiasmo porque sí se pueden hacer las cosas bien. Los líderes que van a conversar con los jóvenes, como Salvador del Solar (ministro de Cultura), Elsa del Castillo (rectora de la Universidad del Pacífico) y Pablo de la Flor (director ejecutivo de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios), se contagian y salen con un shot de energía y vitalidad para seguir liderando sus sectores.
¿Te interesa tomar esta experiencia de liderar CADE Universitario para seguir los pasos de tu padre en la política?
Me interesa ayudar a los jóvenes a poner los cimientos en el partido que fundó mi padre, modernizarlo, sacar una visión, un ideario, generar iniciativas de distintos tipos, y probablemente me involucre con alguna de ellas. Me interesa reforzar esa transparencia para luego seleccionar candidatos y ser una plataforma legítima para proponer cambios.
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