Luego de obtener la medalla de oro en el Campeonato Continental de Ajedrez, realizado en Argentina, Deysi ha clasificado al Mundial de Ajedrez Femenino, que se disputará en Rusia el próximo año, a la par del mundial de fútbol. Luego de dieciséis años inmersa en su deporte favorito, planea concentrarse en sus estudios universitarios. ¿Cómo es la vida de Deysi Cori más allá del ajedrez?
Por Keyla Pérez / Foto de Diego Valdivia
Durante un par de segundos, Deysi mantiene la mirada fija sobre el tablero de ajedrez y cuenta en silencio que no falte ninguna pieza. “Es posible que haya olvidado alguna en la universidad o en mi casa, ya ni sé dónde dejo mis cosas”, comenta. Hace menos de un mes, la mayor de los Cori se coronó, por quinta vez, campeona continental de ajedrez femenino 2017, en Argentina. Este premio le da el pase directo al Mundial Femenino de Ajedrez, que se celebrará en Rusia a mediados de junio del próximo año. “Nos han dicho que es posible que nos demos una vuelta para ver los partidos de fútbol”, menciona con ilusión, en referencia al mundial de fútbol.
Por el momento, Deysi libra una nueva batalla: la vida universitaria, a la que está tratando de adaptarse con mucho esfuerzo. “Lo que pasa es que no quería entrar a la universidad, porque tenía una mala imagen de ella y pensé que me iba a desviar del ajedrez. Pero, luego de pensarlo un poco, me animé porque quiero aprender. Lo malo es el escaso tiempo que tengo para practicar mi deporte”, indica. Entre las dos carreras que estudia, Relaciones Internacionales y Negocios Internacionales, y los viajes que realiza cada dos semanas para asistir a torneos de ajedrez en el exterior, Deysi tampoco tiene tiempo para pensar en el amor, y ha tenido que mudarse de Villa El Salvador a La Molina para poder mantener el ritmo de vida que necesita (su universidad, la USIL, queda en este último distrito).
Su verdadera motivación es el futuro. “Estaba pensando en terminar mi carrera y dedicarme a la política”, revela. “Me gustaría tener un cargo importante y tratar de hacer cosas por la sociedad”, confiesa la deportista de veinticuatro años. Su interés por los temas políticos y el trabajo social no es reciente: desde pequeña tuvo la vocación de ayudar a los demás, al punto de que su madre estaba interesada en que estudiara Ciencias Políticas, pero Deysi se negaba rotundamente por la responsabilidad que eso conllevaba. Su mente siempre se mantuvo enfocada en el ajedrez.
Piezas difíciles
Desde que tenía ocho años, su padre la llevaba al Parque Kennedy o a la Plaza Francia para que practicara con otros aficionados, pero no fue así como Deysi se inició en el ajedrez. “Aunque muchos creen que mi padre fue el que me enseñó a jugar, en realidad él solo lo hizo con mi hermano (Jorge, quien, como ella, también tiene el grado de Gran Maestro Internacional de Ajedrez). A mí me enseñó mi mamá”, afirma. Ocho años después, alcanzó su primer título femenino en el Campeonato Mundial de Ajedrez de la Juventud, en Turquía.
En el idioma de Deysi, no existe la palabra “rendirse”: está acostumbrada a que sus partidas duren muchas horas. “Mi partida más larga fue de seis horas”, comenta. “Las de mi hermano pueden durar hasta ocho, puedes hacer pausas e irte a tomar aire mientras el otro juega, pero no me gusta hacer eso, me desconcentra”, añade, sin sonreír. Está cansada, se encuentra en semana de exámenes parciales, y en ese universo de jóvenes universitarios tampoco puede darse un descanso. “Estoy tratando de adaptar todo lo que aprendo en el ajedrez a mi vida, aunque, por ahora, no lo estoy logrando”, bromea.
Al contrario de lo que muchos piensan, el ajedrez puede ser un deporte extremo, y aunque Deysi siempre se muestra relajada cuando compite, confiesa que últimamente está sintiendo presión. “Una vez, estaba jugando con una francesa y si ganaba, me llevaba el oro. Estaba muy nerviosa, trataba de controlarme, pero no podía. No solo tienes a una persona como oponente, el tiempo también te juega en contra”, señala, y advierte sobre la falta de apoyo psicológico en la Federación Peruana de Ajedrez. “Uno tiene que contenerse solo, porque no hay nadie más que te apoye. A veces, voy a ver jugar a mi hermano para ayudarlo de alguna forma y evitar que se tense”, agrega.
A diferencia de la selección peruana de fútbol, Deysi está acostumbrada a participar en los mundiales de ajedrez desde pequeña, pero por ahora solo cuenta con el apoyo del Instituto Peruano del Deporte, que no es suficiente. “Cuando recién empecé, mi papá se encargaba de conseguir auspiciadores. La mayoría solo está para la foto y luego desaparece. Ahora mismo, no tenemos auspicios; espero que para Rusia consigamos algo”, dice. “No quiero ir al mundial solo por el hecho de ir; quiero ir y obtener un buen resultado. Quiero estar al nivel de toda la gente con la que me voy a enfrentar”.
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